Siempre he desconfiado de libros de divulgación que no tengan referencias bibliográficas. Esta postura muy probablemente obedece a que durante mi formación profesional, siempre me fue requerido un sustento por escrito ante cualquier afirmación. De otra forma estaría tomado como base al empirismo que si bien, es válido para poder acercarse a la verdad, al no tomar como base el método científico, puede inducir al error en una forma relativamente frecuente. Por supuesto tampoco se puede descalificar totalmente. Muchos descubrimientos e ideas que condicionaron el avance de la civilización y progreso de la humanidad, surgieron antes de la ciencia. La forma de hacer fuego así como la invención del arco y la flecha se pueden mencionar como ejemplos.
Hace tiempo recibí como obsequio de un amigo un libro de “orinoterapia”, es decir, de la búsqueda de la salud por medio de la ingestión y aplicación de la orina como elemento terapéutico. Por supuesto y por morbosa curiosidad leí las primeras páginas pero no pude avanzar pues mientras recorría la mirada por las letras y conceptos, la risa como consecuencia de la incredulidad me llenó de sorpresa, pues no pude imaginar cómo era posible que en algún lugar, circulase un libro con información de tan mala calidad. Por supuesto, hay lectores para todo y no caben críticas ante cualquier persona que, por simple curiosidad, lea.
Sin embargo, como una muestra opuesta a lo anterior, hace tiempo leí un libro que tiene como título Las dietas engordan, comer adelgaza, del doctor Rafael Bolio Bermúdez, médico egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM 1970-1974), con especialidad en Medicina Interna, la cual cursó en el Centro Médico La Raza, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). En 1987 obtuvo el reconocimiento como Médico del Año. En 1994 llevó a cabo el Programa Salud Nutricional y Taller de Cambios de Alimentación, en el que participaron más de 5 mil trabajadores del propio IMSS, con resultados sorprendentes. En 1997 fue nombrado Vocal Normativo del Cuadro Básico de Alimentos del IMSS. En 1998 participó en la elaboración de la Norma Oficial Mexicana para el tratamiento de obesidad. Conferencista y divulgador de conocimientos sobre nutrición, escribió este libro que permite ver la ciencia de la alimentación en una forma no solamente amena, sino con una buena dosis de humor y sobre todo, con conceptos que se basan mucho en el sentido común.
El libro se divide en tres partes. La primera analiza el por qué las dietas que se orientan a bajar el consumo de calorías, no sirven y cómo, incluso, favorecen más a la obesidad. Además explica por qué se lleva a cabo el aumento de grasa corporal. Plantea que a través de la historia, sobreviviendo siempre a la escasez de alimentos, evolutivamente nos hemos visto en la necesidad de almacenar energía por medio de la grasa, que es una fuente de obtención muy efectiva. Expone que al bajar la cantidad y frecuencia de alimentos, se incrementan las vellosidades intestinales, incrementando la absorción de nutrientes. Paralelamente se reduce el consumo de grasa a nivel muscular. Se disminuye el gasto energético al modificarse la respuesta de regulación de temperatura corporal. Se sustituye el músculo por grasa, bajando la utilización de calorías y finalmente, desciende el metabolismo basal haciendo más lentas todas las funciones del cuerpo humano. Todo esto redunda en que los esquemas de alimentación que son restrictivos, desencadenan una serie de fenómenos que, lejos de condicionar una disminución sustancial del peso, establecen a la larga, un incremento en la acumulación de grasa. Contrariamente, al aumentar la frecuencia de alimentación, el organismo no se ve en la necesidad de almacenar energía pues metabólicamente es una forma de predecir que no habrá escasez y así, no requerir un acopio de grasa.
La segunda parte presenta la forma de alimentarse en unidades de tiempo, por días y por semanas. Iniciando en una forma estricta, gradualmente se van incrementando distintas variedades de alimentos hasta llegar al punto de poder comer en una manera diversa y con pocas limitaciones, con excepción de las grasas de origen animal.
La tercera y última parte del libro muestra preguntas comunes que se pueden hacer alrededor de esta estrategia de alimentación. En lo personal, las ideas vaciadas en todo el texto son tan claras, que hacen poco probable albergar dudas.
La obesidad definitivamente se trata de una enfermedad. En el siglo pasado, la gente rica era gorda, los pobres eran flacos y las políticas en salud se orientaban a resolver los problemas de desnutrición esencialmente infantil. En este siglo, los ricos son delgados; los pobres son obesos además de desnutridos y la preocupación sanitaria es controlar los altos índices de obesidad, que dicho sea de paso, ya fue etiquetada como una epidemia global, por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el año de 1998.
Aunque en una forma indistinta se usan los términos obesidad y sobrepeso, se debe entender como sobrepeso al exceso de peso corporal comparado con la talla; mientras que la obesidad se refiere a un exceso de grasa corporal.
Referirse a la obesidad como enfermedad es entender que se trata de algo difícil de controlar, con estrategias muy complejas que generalmente conducen al fracaso y que a largo plazo, producen frustración.
Las dietas engordan, comer adelgaza es un libro particularmente interesante que puede brindar una visión nutricional que si bien no sustituye al profesionista, orienta muy bien en la forma de comer. De fácil adquisición, un punto débil en su valor, gira en torno a la falta de referencias bibliográficas que permitan corroborar los conceptos vertidos; sin embargo, los planteamientos presentados por el doctor Rafael Bolio tienen mucha lógica y sentido común. Considero que esto representa el mejor punto a favor para considerar que este es un muy buen libro, que en estos momentos me he puesto a releer.