Nunca ve clases sociales ni hay dinero que la compre porque llegada la hora se lleva a ricos y pobres: la santa muerte. (Corrido)

Eran las 3 de la tarde; la gente empezaba a llegar, familias con niños pequeños, parejas, hombres y mujeres solitarios, jóvenes estudiantes se dieron cita para la misa y el despojo.

Algunos traían arreglos florales; otros compraban veladoras e imágenes de la santísima.

En la misa ya éramos más de 30 personas, afuera la gente que pasaba frente al templo miraba con desconfianza la imagen blanca de poco más de un metro de altura de la santísima muerte. Doña Lizbeth, la encargada del lugar, ante las miradas hostiles, comentó en voz alta: “Antes nos aventaban piedras, agua, insultos, porque creen que veneramos al diablo”.

Adentro, la misa comenzaba: “Venimos hoy a tu altar a cantarte Señor pues tú eres la alegría de nuestro corazón… En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo…”

Afuera, el rumor de una música lejana, el trajinar de los albañiles, el ruido ensordecedor de una esmeriladora que chocaba contra el cemento, el claxon de autos y camiones no parecía distraer a los fieles.

En el altar un Cristo crucificado pende del muro; al frente la imagen de la santísima vestida de gala, vestido y velo rosa mexicano. No está en el lugar que a decir del padre le gusta más porque se acerca la fiesta y se están lijando los muros para pintar.

Señor, ten piedad de nosotros, Cristo ten piedad …

“Venimos con la disposición de escuchar la palabra de dios y a venerar a nuestro ángel de la santísima muerte”.

El padre, gustoso por ver el templo lleno, agradece ver caras nuevas “les invito para que de verdad no vengan por convicción, vengan por amor, porque esta señora —y señala a la santísima—, créanme, les va a cumplir todo lo que ustedes quieran. No sé por qué, unos van otros vienen, algunos ya no regresan, no sé si es porque esta señora los escucha, les cumple sus peticiones y al final se olvidan; sin embargo, ella siempre satisface. Ella sabe cuándo, dónde y de qué manera les va a ayudar… no desesperen”

Hay cuatro imágenes más de este “ángel”, en distintos tamaños y colores. La imagen dorada está situada en una elevación; debajo de ella una leyenda: “Deje los cigarros en el cenicero”; se pueden ver colillas, y a decir de una de las fieles, no es necesario que el cigarrillo se encienda; ella se lo fuma.

Esta es una iglesia modesta, y en absoluto parece oscura; hay imágenes de vírgenes, ángeles y santos como en cualquier iglesia, y decenas de veladoras al pie de la niña blanca, como también se le llama.

“Acuérdense que a este ángel se le debe muchísima veneración, donde quiera que esté, es un ser espiritual, es un ser de luz; esta señora es nuestra madre, y nos cumple las necesidades que más tenemos y por las cuales pasamos, así sea emocional, económica, social y laboral; cuando permitamos que ese ángel llegue a nuestras vidas debemos tener un cambio, una transición, nuestro culto por la santísima nos hace diferentes y únicos de los demás, llevemos de frente amor y caridad. Nuestros hermanos católicos nos dicen: “Es que estás adorando al diablo, es que eres enviado de Satanás; es que estás haciendo brujería pero no hay bases sólidas para tal acusación”. Infórmense, acérquense al padre para saber qué es el ángel de la santísima, porque el día de mañana ustedes van a defender esta fe, ustedes defenderán a este ángel, que no se vea opacada y mucho menos humillada; ustedes deben estar firmes en lo que quieren, en lo que creen, porque por eso es fe, creen en eso que saben que existe, que no puedo ver pero que está ahí palpable”.

El despojo

Una vez terminada la misa, el sacerdote se presta al despojo.

Todos los creyentes forman una fila, entre sus manos sostienen una veladora o una manzana, el sacerdote se coloca en el cuello algo parecido a un rosario de colores, se unta en las manos una loción, sus manos tocan con firmeza las cienes de creyente en turno y reza mientras pasa la veladora por todo el cuerpo. Posteriormente cada fiel deja su veladora a los pies de “la niña”, haciéndole peticiones o agradeciendo los favores.

Francisco Navarro Bustamante es el nombre del sacerdote, quien aclara que pertenece a la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa; reconoce que fue la santísima quien lo regresó por el camino del sacerdocio.

“El vaticano no reconoce a la santa y cree que es un ente negativo, que estás adorando a Satanás. Es santa no porque haya sido canonizada; es santa porque todo ha venido de tradición; antes, cuando cierta persona iba a morir, se le decía “que tenga una santa muerte”, es decir que tenga una muerte en paz; de ahí se le puso santa o santísima muerte”; no ha sido canonizada pero es un ángel que existe. Un ángel es un mediador entre nuestras peticiones hacia dios; es emisora, es mediadora y es un ángel. Los mitos más propagados van desde que si crees en este ser de luz se va a desquitar con un ser querido, te va ir mal, lo asimilan con Satanás, dicen que es celosa y que no puedes alabar a otros santos.

“Nosotros somos lo rechazados del sociedad porque asimilan el culto con narcotraficantes, con prostitutas, con drogadictos, violadores; recordemos que cuando Jesucristo vino a la tierra comió con lo peor de lo peor, con pecadores, prestamistas con aquellos que llevaban una vida que no era correcta; en esos días vino y dijo ‘conviértanse, traten de acercarse’ y eso es lo que pasa de este lado, todo aquel que se acerque acá es para que tenga una conversión”.

Los milagros

A decir de sus devotos, la santísima concede peticiones y ha hecho milagros. A doña Chabe le hizo el milagro de salvar su vida y la de sus hijos en un accidente automovilístico; cuenta que mientras intentaba salir del auto tocaba su medallita y pedía por sus hijos, quienes salieron ilesos de aquel percance.

Una joven secuestrada cuenta que gracias a que sus plagiarios vieron que traía una imagen de la santa la dejaron libre y con vida, suerte que no tuvieron sus amigas también plagiadas.

Juan comparte que “gracias a mi santísima logré desintoxicarme; hoy convivo bien con mi madre, he vuelto a casa y no peleo con nadie, le pedí trabajo y lo tengo”.

Cada 9 de noviembre se realiza la festividad de la santa muerte; sus fieles hacen donaciones para arreglar la iglesia, traen mariachis, payasos, comida y toda clase de ofrendas para quien ha escuchado sus plegarias.

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