La evolución: ¿cuestión de fuerza o cuestión de sexo?

Charles Darwin, imagen tomada de
http://blogueiros.axena.org/2009/10/07/evolucion-seleccion-natural/

A pesar de que la Teoría de la Evolución es una de las más importantes

para la humanidad, popularmente existen conceptos erróneos

alrededor de lo que significa evolucionar, al menos desde un punto de vista

biológico. La equivocación más importante se resume en la frase

“La supervivencia del más apto”, o sus variantes: el más fuerte o el mejor

adaptado. En este texto descubriremos por qué en la naturaleza el organismo que logra reproducirse más es mejor que el que logra sobrevivir más tiempo.

Al fin y al cabo, la evolución es una cuestión de sexo, no de fuerza.

La palabra evolución forma parte de nuestro vocabulario cotidiano. Decimos que esto o aquello ha evolucionado para bien, o en otros casos incluso nos referimos a la involución de las cosas. Además, no es raro observar documentales en la tele que describan adaptaciones evolutivas en animales, plantas y otros organismos: los narradores, con pasión y entusiasmo, describen cómo esa forma, ese color, ese comportamiento han evolucionado a través de muchas generaciones. Al ver estos ejemplos nos sorprende la extravagancia de la naturaleza, a veces caprichosa, a veces perfeccionista. Y a pesar de que muchas veces no comprendemos exactamente cómo es posible que una especie se vea o se comporte de esa manera, existe una noción general de que hay un proceso de selección, a través de mucho tiempo, que depura a los organismos y que al final nos presenta una obra sorprendente.

Es una pena que a pesar de que la Teoría de la Evolución es importantísima para la humanidad, no se comprenda de mejor manera por los ajenos a la ciencia. Existen muchas ideas erróneas alrededor de esta teoría; por un lado tenemos la perpetua rivalidad entre la religión y la evolución: religiosos extremos atacan enérgicamente cualquier postura evolutiva, creando confusión y apatía por la ciencia en otras personas. Se llega a creer que como es “teoría” quiere decir que no se ha probado, pero la Teoría de la Evolución es aceptada entre la comunidad científica tanto como se acepta a la ley de la gravedad de Newton. También existe la idea equivocada de que la evolución es algo que se ve sólo en libros, una cuestión de fósiles de dinosaurios, que la evolución no es algo que podamos ver, medir o predecir. Sin embargo, todos los organismos, incluyendo los humanos, estamos en constante evolución biológica, y como prueba de ello cada año cientos de artículos científicos se publican con resultados de procesos evolutivos controlados en el laboratorio. Otra mala interpretación de la evolución es que estudiarla no sirve para nada más que para conocer de dónde vienen los organismos, a pesar de que gracias a la aplicación de la teoría evolutiva logramos resolver problemas tan básicos como el desarrollo de medicinas y antibióticos para curar enfermedades, el mejoramiento de la agricultura para abastecernos de comida e incluso resolver problemas de ingeniería o de computación.

Una vez que la Teoría de la Evolución es aceptada como una idea válida, útil y valiosa, el problema recae en el entendimiento que tenemos de los procesos evolutivos.

Dentro de las malinterpretaciones que existen al rededor del concepto de la evolución biológica me parece que la de mayor importancia es creer que la evolución se trata de la supervivencia del más fuerte. La Teoría de la Evolución, propuesta inicialmente por Darwin en 1859, plantea como mecanismo principal la selección natural. Constantemente en los medios de comunicación se oye que en la naturaleza el más fuerte es el más apto en la lucha por la vida. Sin embargo, la selección natural no mide la fuerza de los organismos. La selección natural es sólo una consecuencia de tres condiciones: 1) variación en una característica, 2) herencia de la característica y 3) variación en el éxito reproductivo gracias a dicha característica. En otras palabras, si tenemos organismos que son diferentes, por ejemplo, en su tamaño (hay unos pequeños y otros más grandes), si el tamaño se hereda (los hijos de padres pequeños serán más pequeños que los hijos de padres grandes) y si un tipo de tamaño les da una ventaja reproductiva a los organismos (por ejemplo, los de tamaño pequeño tienen más hijos que los de tamaño grande), entonces por obvias razones la siguiente generación va a cambiar: habría más organismos con la característica favorecida (pequeños, porque los grandes no lograron tener muchos hijos). La evolución entonces se trata de los cambios que se dan de una generación a otra. Estos cambios van a ser dictados por el éxito reproductivo de los organismos; esto es, cuántos hijos y nietos logran tener. Las características de los organismos que contribuyan con muchos descendientes en las siguientes generaciones van a conservarse en la especie, mientras que las características de los organismos que no logren reproducirse van a desaparecer. Y así, de padres a hijos y de hijos a nietos se observa el proceso de selección natural, en el que hay variación (piensen en sus hermanos, todos parecidos pero todos con características diferentes), en el que dentro de esa variación unos organismos van a poder tener más hijos que otros, y en el que poco a poco la especie va cambiando, modificándose de acuerdo al ambiente que cada generación experimenta (porque el ambiente nunca es fijo, y las características favorecidas en un tipo de ambiente pueden ser desfavorables en otro).

Entonces, al analizar el proceso de selección natural, es evidente que lo más importante no es qué tan fuerte es un organismo, qué tan exitoso es librándose de depredadores o compitiendo con otros organismos por comida: las características de los organismos que logren luchar mejor pero no logren reproducirse van a perderse de una generación a otra. Sólo se heredarán y permanecerán las características de quienes logren reproducirse. Y a su vez, sin supervivencia no puede haber reproducción. Hay miles de ejemplos de esta disyuntiva en la naturaleza. Recuerden: la evolución de características sexuales secundarias en machos, por ejemplo esas colas grandes y preciosas de las aves, que atraen a las hembras pero que también atraen a los depredadores. Y qué pensar de algunos comportamientos en los que los animales únicamente viven para reproducirse: hay animales, como algunas especies de arañas, en los que la vida de los machos es buscar una hembra, aparearse una sola vez y ofrecerse a la hembra como alimento (algo como un suicidio caníbal). ¿Cómo es posible que este comportamiento haya evolucionado? ¿Es una adaptación o una inadaptación? En realidad para la naturaleza no hay bueno o malo: simplemente se preserva lo que da mayor reproducción y se elimina lo que no logra aumentar el éxito reproductivo. El comportamiento de estos machos suicidas es una ventaja porque la hembra recién fecundada obtiene nutrientes al comer a su pareja; estos nutrientes se utilizarán para el desarrollo de las crías, por lo que sus hijos tendrán un beneficio que les ayudará a sobrevivir hasta su edad reproductiva y así producir los nietos del difunto macho. Pensar en la evolución como la supervivencia del más fuerte es una idea errónea, porque el motor evolutivo es la reproducción.

Entonces, en el futuro cuando vean un documental en la tele que les habla de la competencia por la lucha de la vida, recuerden pensar cuál es la ventaja reproductiva que existe en los organismos que están observando. Recuerden también que la evolución es fascinante, no sólo por los resultados impresionantes que se obtienen a través del proceso de selección natural, sino porque el pensamiento evolutivo es una herramienta útil, que es utilizada continuamente para resolver problemas trascendentes para la humanidad.

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