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Química: ¿Monopolio de la divulgación científica en Puebla?

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Los químicos me causan envidia. De la buena, pero envidia al fin. Recopilando textos e información para este número de Saberes y Ciencias dedicado a la Química, encuentro que tres involucrados en el proceso, amigos y colaboradores, han sido reconocidos por su labor en la Divulgación de la Ciencia. El doctor Miguel Ángel Méndez-Rojas, profesor-investigador de la UDLAP, recibió el Premio Estatal de Ciencia y Tecnología en la categoría de Divulgación Científica y Tecnológica en 2013, mientras que el doctor Aarón Pérez Benítez lo obtuvo en 2010, y el doctor Enrique González Vergara obtuvo un reconocimiento por su labor de Divulgación Científica por parte del Consejo Estatal de Ciencia y Tecnología del Estado de Puebla, quien otorga los Premios Estatales,  en 2007.

Dr. Miguel Ángel Méndez Rojas
Dr. Miguel Ángel Méndez Rojas

¿Cómo lo hacen? ¿Por qué lo hacen? ¿Es natural en los químicos? ¿Hay algún tipo de monopolio? Les hicimos un par de preguntas para averiguar un poco más sobre el tema.  Hemos incluido una breve semblanza de estos tres divulgadores que, por si fuera poco, cuentan con una trayectoria destacada en la investigación.

 

Dr. Miguel Ángel Méndez-Rojas

Obtuvo la licenciatura en Química, con especialidad en Fisicoquímica (Summa Cum Laude) por la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP) en 1997. Obtuvo el grado de doctorado en Química en la Texas Christian University (2001). Es Profesor Titular de Tiempo Completo en la UDLAP donde además fue director del Centro de Investigaciones Químico-Biológicas, jefe del Departamento de Ciencias Químico-Biológicas, coordinador del programa de Química y actualmente es coordinador del programa de Nanotecnología e Ingeniería Molecular. Su investigación está enfocada al estudio de la química de coordinación entre moléculas de interés farmacológico y biológico con metales de transición, metales pesados y nanomateriales, así también en la síntesis y caracterización de materiales con propiedades ópticas no-lineales (ONL), conductores orgánicos quinonoides, electrosíntesis directa de complejos de coordinación, el estudio teórico de moléculas exóticas y el diseño y preparación de nanomateriales para aplicaciones biomédicas. Participa y dirige distintos proyectos de divulgación científica y de enseñanza de las ciencias en niveles de secundaria, preparatoria y universitario. Ha impartido numerosas conferencias de divulgación científica. Es autor de más de 70 publicaciones científicas en revistas internacionales, 14 artículos de divulgación y educación, siete capítulos en libros, traductor de un libro de divulgación de la química, junto con la periodista Patricial Linn (Química Imaginada. Reflexiones en Ciencia, del premio Nobel de Química Roald Hoffmann y la artista gráfica Vivian Torrence) y de un libro de divulgación científica (Ciencia sin complicaciones, UDLAP-EDAF, 2015). Ha dirigido 43 tesis de licenciatura, cinco de maestría y dos de doctorado, y actualmente están en proceso dos tesis de doctorado y cuatro de licenciatura. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel II, desde 2002. Obtuvo la Medalla Compromiso con la Educación UDLAP en 2011 y el Premio Estatal de Ciencia y Tecnología en la categoría de Divulgación Científica y Tecnológica en 2013.

 

¿Por qué estudiar Química?

Al observar la naturaleza que nos rodea, desde la microscópica que apenas nuestros sentidos perciben, hasta la inmensidad del espacio infinito que nos rodea, hay una constante: la materia. Materia hecha por átomos, moléculas e iones. Sus transformaciones constantes (gasolina en energía y en dióxido de carbono y agua dentro de un motor de combustión; dióxido de carbono y agua en azúcares y oxígeno en las hojas de las plantas; cal, agua y mortero en cemento…) nos fascinan de distintas maneras y a algunos, nos atrapan de manera irremediable: nos volvemos químicos de corazón. En mi caso particular, esta fascinación empezó con mis clases de Biología en la preparatoria con la maestra Martha Martínez Lifshitz y se afirmó durante mis cursos de Química en la universidad con el doctor Enrique González Vergara. Ellos me motivaron a descubrir las preguntas y respuestas alrededor de las cosas cotidianas que me rodean (desde por qué nos enamoramos, hasta el color de las flores, el aroma de una chalupa, la inestabilidad de un isótopo radioactivo de uranio, el papel importantísimo de los metales en la vida y la hermosa, casi poética, conclusión de que no somos más que polvo de estrellas). Cada curso tomado durante los siguientes años me ayudaba a compenetrarme más y más en esa relación de amor y de odio con esta ciencia. Eventualmente me di cuenta de que podía continuar profundizando en su estudio y realicé un posgrado en el extranjero y nuevamente la Química me abrió las puertas a nuevos horizontes y amistades, como la oportunidad única de conocer a varios grandes científicos del área (durante los años que llevo ejerciendo esta ciencia he convivido y platicado con cerca de 11 Premios Nobel de Química) y en particular me dio la amistad de uno de mis héroes en esta ciencia, el doctor Roald Hoffmann de la Universidad de Cornell, con quien comparto no solo el amor por la Química, sino también la fascinación por compartirla de distintas maneras con la sociedad. La Química, mi querido lector, nos es útil para leer el lenguaje de la materia y entender sus armonías, sus cambios, sus hermosas transformaciones.

 

¿Por qué divulgar la ciencia desde la Química?

Dr. Aarón Refugio Pérez Benítez
Dr. Aarón Refugio Pérez Benítez

Porque podemos tomar ejemplo de cualquier cosa de nuestra vida cotidiana para traducirla en el lenguaje maravilloso de sus componentes y sus interacciones. Podemos tomar un problema de interés social, como la contaminación, la energía, el agua, los nanomateriales, los alimentos, los medicamentos, la ropa, la vida, nosotros mismos y luego desmenuzarlo en sus cientos o miles de partes. Desglosar el ciclo que mueve entre distintos estados de la materia (sólido, líquido y gas) al agua, y entender que aunque es muy abundante (tres cuartas partes de la Tierra están cubiertas por ésta), la que es apta para consumo humano es relativamente escasa y mucha de ella está contaminada. Y nos ayuda a comprender nuestra responsabilidad en dicha contaminación pero también nos hace ver que está en nuestras manos recuperarla, limpiarla, hacerla apta para que millones de seres humanos en el mundo puedan disponer de ella. Nos enseña que podemos desarrollar nuevos materiales que ayuden a limpiarla de aquellas sustancias —también químicas— que por el consumo excesivo o por el uso indiscriminado (plásticos, pesticidas, combustibles, fertilizantes…) que la contaminan. Nos permite entender los mecanismos para transformarla nuevamente en agua limpia y potable. Y mejor aún: nos ayuda a imaginar cómo hacer que la otra agua, la salada, más abundante, podría convertirse también en agua para consumo humano o agrícola o incluso, en fuente de la energía que moverá el mundo del mañana: el hidrógeno. Y es que hablar de ciencia sin tocar la Química de lo cotidiano, de los productos que usamos para asearnos o limpiar nuestros hogares, de los alimentos que consumimos y preparamos todos los días, de las fibras textiles que componen la ropa que vestimos o de los objetos cotidianos, muchos de ellos basados en polímeros o plásticos, es algo atractivo. No es algo ajeno a nosotros. Pero incluso cuando pensamos en lo diminuto (los nanomateriales, las moléculas de la vida) o en lo macroscópico (los planetas, las estrellas, el Universo en que flotamos en un viaje que se nos antoja eterno), en esas ideas abstractas e intangibles, la Química nos permite asirnos a una comprensión que es útil para comprender de dónde venimos y hacia dónde vamos. Nos da la confianza de explorar otros planetas en búsqueda de condiciones para la vida. En parte porque sentimos curiosidad de entender si ésta puede existir en otras partes además de la Tierra, pero también porque sentimos esa urgencia de descubrir y llegar cada vez más lejos. Esa misma urgencia que movió a los grandes exploradores a descubrir una ruta de navegación hacia las Indias y que sin saberlo les llevó a un continente lleno de sorpresas y culturas milenarias. Curiosidad que nos llevó a la Luna y, en poco tiempo, a Marte. Curiosidad urgente que nos pone a pensar si nuestro destino está en las estrellas, en donde los mismos elementos químicos que encontramos en la Tierra nos esperarán para diseñar un nuevo futuro para nuestros descendientes.

 

Dr. Aarón Refugio Pérez Benítez

Es divulgador de la ciencia desde hace más de 25 años. Nació el 4 de julio de 1960. Realizó estudios de licenciatura y maestría en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y de doctorado en Ciencia de Materiales en la Universidad Autónoma de Barcelona.

Es profesor-investigador de la Facultad de Ciencias Químicas de la BUAP desde 1989; miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores y obtuvo el Premio Estatal de Ciencia y Tecnología del estado de Puebla en 2010. Actualmente es líder del cuerpo académico “Investigación experimental y teórica de nuevos materiales y educación en ciencias” (BUAP-CA-263).

Ha publicado 48 artículos de docencia y divulgación de la ciencia y 29 artículos de investigación científica. Aparece registrado en el Atlas de la Ciencia Mexicana como uno de los 10 autores más citados en el área de las ciencias químicas en la década de los 90’s. Tiene una patente registrada, un capítulo en libro y ha dirigido cinco tesis de licenciatura y tres de maestría.

Sus líneas actuales de investigación son la síntesis de compuestos de coordinación basados en cobre y vanadio con potenciales aplicaciones en la ciencia de materiales y en el tratamiento de enfermedades degenerativas. Y sus pasiones son el desarrollo de materiales didácticos para la enseñanza de la química y la divulgación de la ciencia.

Su productividad científica puede ser consultada en:

Google Scholar

(http://scholar.google.com/citations?user=y417sncAAAAJ&hl=es),

Scopus (Author ID: 6603448349)

y ResearchGate (https://www.researchgate.net/profile/Aaron_Perez-Benitez).

 

¿Por qué estudiar Química?

El “por qué” yo lo cambiaría por un “para qué…”, sin importar el nivel de estudios ni si viviremos de ella. Más bien es porque nacimos, vivimos y moriremos con ella.

Porque la química es nuestra compañera de todos los días y como tal tenemos que entenderla. Comprender la química es comprendernos a nosotros mismos y nuestro hábitat. Cuando respiramos, comemos (digerimos), vemos y sentimos, hacemos química. El Sol ilumina el planeta y la gran mayoría de plantas y animales dependen de las reacciones químicas inducidas por su luz

Si te sientes feliz o triste puede ser debido a la deficiencia o exceso de algún elemento o compuesto químico. Así que saber química nos hace  tener un nivel cultural más alto y nos puede ayudar, en un momento dado, a conservar lo más preciado de nosotros mismos…, nuestra salud y nuestra calidad de vida. Yo estudio, enseño y hago química porque soy feliz haciéndolo.

 

¿Por qué divulgar la ciencia desde la Química?

La ciencia como cuerpo de conocimientos no debería fraccionarse al divulgarla, sobre todo si uno es divulgador de la ciencia. Pero tampoco podemos ser “todólogos” y por eso como químico divulgo la química…, y de cuando en cuando la física y las matemáticas por su conexión con la geometría y la simetría molecular.

Los conocimientos de la química generalmente no están en conflicto con los conocimientos de las otras ciencias; por el contrario se sustentan mutuamente. Así que mi grupo de divulgación divulga la química desde la física, las matemáticas e incluso desde la biología y viceversa. Generalmente esta labor la hacemos en forma de talleres que nos permiten una interacción cara a cara con niños, jóvenes y adultos.

No hacemos divulgación buscando hacer químicos de profesión sino ciudadanos más preparados y competentes para vivir una vida mejor y más armónica con su medio ambiente.

 

Dr. Enrique González Vergara

Dr. Enrique González Vergara
Dr. Enrique González Vergara

Pertenece al consejo editorial de las Revistas Educación Química y Elementos. Ha formado 42 personas con los grados de Licenciatura, Maestría, Doctorado y Posdoctorado.  Tiene Perfil PROMEP (2015-2018) y pertenece al Sistema Nacional de Investigadores con el Nivel I (2014-2016). Ha sido coordinador del posgrado en Química BUAP y Coordinador del Centro de Química ICUAP,  coordinador del área de Biología en el posgrado de Educación en Ciencias y coordinador de área de Química Inorgánica del posgrado en Ciencias Químicas. La mitad de su producción está dedicada a la docencia y a la divulgación científica, lo cual le ha valido un reconocimiento por parte del Consejo Estatal de Ciencia y Tecnología del Estado de Puebla (2007). Ha sido evaluador Conacyt de apoyo a posgrado, solicitudes de posgrado en el extranjero y evaluador de proyectos. En la investigación ha contribuido a la química bioinorgánica de Cromo, así como, Peroxidasas naturales y sintéticas y sus aplicaciones médicas y en contaminación ambiental. Actualmente desarrolla fármacos antidiabéticos a base de Vanadio. Es el director de la revista Digital de Divulgación del Instituto de Ciencias de la BUAP (RD-ICUAP) y recientemente ha sido invitado a pertenecer al comité editorial de Journal of Trace Element Research.

 

¿Por qué estudiar Química? ¿Por qué divulgar la ciencia desde la química?

La respuesta a la primera pregunta se puede dar desde la propia definición de la misma. La química es la ciencia que estudia a la materia y a sus transformaciones. No se puede concebir el desarrollo actual de la medicina o la ingeniería por citar dos actividades humanas muy cercanas a nuestro entorno sin la participación de la Química. Todo lo que nos rodea está hecho de átomos y moléculas, Lo que somos, lo que comemos, lo que vestimos e inclusive lo que sentimos tiene que ver con la materia y sus reacciones químicas. Imaginemos un mundo sin color, necesitaríamos a los químicos para pintarlo.

La respuesta a la segunda pregunta podría ser para tomar mejores decisiones. Desde cómo alimentarnos hasta cómo proteger el ambiente requiere de un conocimiento básico de Química. Es fundamental que todos los ciudadanos conozcan lo que los científicos hacen, utilizando un lenguaje sencillo. Esto requiere de la formación de profesionales del periodismo científico y de que los propios investigadores asuman la tarea de dar a conocer sus descubrimientos no solo en los congresos y artículos de investigación, sino en canales de divulgación al alcance de todos. Esto impactará en nuestro bienestar y en el de la sociedad en general.

 

 

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