Primavera para el campo mexicano: la viabilidad de la agroecología

La Agroecología es una ciencia que se desarrolló en la segunda mitad del siglo XX. Su propuesta: la producción alternativa de alimentos —granos, frutas, verduras y cuidado de animales— que es ambientalmente respetuosa, socialmente equitativa y económicamente viable.

Es una forma alternativa de producción a la agricultura convencional, entendiendo esta última como aquella impulsada por la revolución verde basada en la industria química —productos como pesticidas, herbicidas—, la industria biológica —semillas híbridas—, y en la tecnología —la mecanización de algunos procesos de producción que utilizan energéticos fósiles—; desde un enfoque economicista que tiene un daño colateral al ambiente y al ser humano.

Así define el doctor Primo Sánchez Morales a la Agroecología, como una forma opuesta al paradigma hegemónico de la producción agrícola, una forma de producir alimentos sanos que es económicamente redituable y no opuesta a los aspectos culturales.

En entrevista con Saberes y Ciencias, el profesor investigador del Instituto de Ciencias de la Universidad Autónoma de Puebla, aborda la viabilidad de impulsar la Agroecología en el país para lograr la seguridad y soberanía alimentaria.

En alusión al título del libro de la bióloga norteamericana Rachel Carson, Primavera silenciosa —una crítica a la Revolución Verde que provoca silencio en los campos de monocultivo (donde se siembra un solo producto)—, el doctor en Estrategias para el Desarrollo Agrícola Regional cuestiona: ¿Qué queremos, primavera o primavera silenciosa para el campo mexicano?

En su experiencia como asesor de organizaciones sociales y no gubernamentales, Primo Sánchez está convencido que la Agroecología puede aportar soluciones pertinentes a la sobreexplotación de los campos agrícolas —los monocultivos—; al uso de sustancias químicas utilizadas en la producción, el acceso y la calidad del agua con que se riegan las siembras; la calidad de los alimentos y las condiciones de trabajo y de vida de los agricultores mexicanos, y al rescate y conservación de la agrodiversidad.

 

Los principios de la producción agroecológica

y su importancia en la generación de alimentos

 

La Agroecología, como fusión del conocimiento empírico tradicional de los campesinos y el conocimiento científico de los técnicos y académicos, tiene como principios: la conservación de suelos y agua, el aprovechamiento óptimo y racional de los recursos locales —no depender de insumos externos en lo posible—, entender los agrosistemas desde la perspectiva de las interrelaciones de los diferentes elementos que están ahí, desde la relación del depredador y la presa, y la relación de competencia entre plantas.

De campesino a campesino es una de las técnicas de la Agroecología, es una forma de aprendizaje en la conservación de los suelos agrícolas y la producción sustentable de alimentos que se comparte entre agricultores de distintas culturas, como hacer barreras vivas o muertas, curvas de nivel, plantación de árboles frutales o maderables de la región.

El uso de abonos orgánicos es la alternativa a los agroquímicos. “Existen muchas técnicas, desde el abono tradicional, la lombricomposta, el bocashi que es un abono sólido, aprovechas fertilizantes foliares y el estiércol de los animales; y biofertilizantes que con poco recurso económico son muy fáciles de elaborar y aplicar, sin embargo, eso significa trabajo”.

Control de insectos puede efectuarse con caldos elaborados a partir de algunas plantas, hasta cosas más sofisticadas como el control de plagas a través de hongos, de algunos organismos antagónicos.

En el modelo industrializado de agricultura se utilizan productos químicos que no necesariamente fueron creados para la agricultura.

“Existen herbicidas que contienen sustancias empleadas como defoliantes en la Guerra de Vietnam, solo por mencionar un ejemplo. Después se buscó darle un darle un giro y lo presentaron como innovación científica en el sector agrícola”.

Algunas de estas sustancias pueden ir impregnados en el fruto y no necesariamente se eliminan con lavarlos, al consumirlo se tiene acceso a los agroquímicos, de ahí la importancia de desarrollar las técnicas agroecológicas para la producción del sector.

 

Biodiversidad en los cultivos

agroecológicos y la alimentación humana

 

“En el cultivo agroecológico se siembran diversos productos en un mismo espacio —maíz criollo, frijol, calabaza, chilacayotes, haba, chile, tomate— dependiendo de las características de la región; y la diversidad es también en los alrededores de éste. Contamos (en la milpa) alrededor de 110 especies de plantas, árboles frutales y cultivos básicos; en el monocultivo contabilizamos alrededor de 10 especies de plantas que no fueron eliminadas con el herbicida. Al haber poca diversidad hay pocos alimentos para animales e insectos. La tendencia en el monocultivo es la primavera silenciosa, el desequilibrio de la cadena trófica”.

La simplificación implica un peligro para la diversidad, desplazan la variedad de productos y por tanto disminuyen la diversidad de la alimentación humana, atentan contra una tecnología desarrollada por generaciones de agricultores que ha mejorado las semillas y que de algún modo también impacta en la gastronomía de los pueblos.

“Algunos investigadores sugieren que hace dos mil años la alimentación de los seres humanos era muy variada, había alrededor de 10 mil especies entre animales y plantas que se consumían; sin embargo, en la actualidad se ha reducido a 150, y de esas nuestra alimentación está basada principalmente en cuatro: maíz, trigo, soya y arroz. En cualquier parte del mundo vas a poder tener acceso a cualquiera de estos cuatro alimentos, de éstos se desprenden otros”, puntualiza el doctor Primo Sánchez.

Seguridad y soberanía alimentaria

 

Uno de los argumentos de la revolución verde fue la erradicación del hambre a nivel mundial. La necesidad de aumentar la producción de alimentos para cubrir la demanda planetaria. Sin embargo, el problema no radica en la insuficiencia de alimentos, sino en la forma de distribución, insiste Primo Sánchez.

“Actualmente se produce más alimento del que se necesita, y es el sistema de producción el que genera desigualdad en el acceso a los alimentos, la disparidad económica provoca disparidad en el acceso a los alimentos; tiene el que puede pagar por ellos. Si a nivel mundial se distribuyera equitativamente los alimentos entre la población no tendríamos problemas de hambre”, reflexiona el académico.

Afirma que no solo se trata de tener asegurado el alimento, se trata también de no depender de otros (importación) para tener acceso a ellos. La visión economicista que prioriza lo redituable de la producción, se enfocó en aquellos cultivos que dejan mayores ganancias: en los productos de exportación. “Eso nos pone en una situación de vulnerabilidad y dependencia. En cuestiones de soberanía alimentaria, no solamente se puede considerar el factor económico”.

 

Estrategías para el desarrollo

de la Agroecología en el país

 

La ley de Desarrollo Rural Sustentable es una guía de cómo se deberían trabajar temas como la conservación de suelos, el mejoramiento de semillas nativas y las prácticas productivas, señala el también ingeniero agrónomo.

“Considero que los científicos no debemos ser los protagonistas de los procesos de transformación del campo, por el contrario, corresponde a los campesinos desarrollar procesos de manera autogestiva, y a nosotros ser facilitadores; ellos guardan un conocimiento empírico trasmitido de generación en generación que puede innovarse manteniendo comunicación con el conocimiento ténico científico”.

La apuesta por la transformación del campo requiere constancia, trabajo y paciencia, señala sin perder el entusiasmo Sánchez Morales, testigo de iniciativas campesinas en el cambio de producción agrícola con resultados satisfactorios.

El proceso de restauración, conservación de los suelos agrícolas y la producción sustentable de alimentos requiere mucho tiempo, dependiendo del grado de afectación de los recursos —podrían ser de una década— y el cambio de modelo productivo en la agricultura no puede ser el mismo en la amplia diversidad del territorio nacional, son cambios de largo aliento, concluyó el investigador.

 

 

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