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Tres mitos sobre la reforma eléctrica

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Es probable que el mes de abril se discutan y aprueben los cambios a los artículos 25, 27 y 28 en materia energética. Los diputados federales promovieron un parlamento abierto para discutir la iniciativa de reforma enviada por el presidente Andrés Manuel López Obrador el 1 de octubre de 2021, fueron más de 100 horas de discusión y al parecer, hay ya suficientes elementos para valorar la trascendencia y necesidad de dichas reformas. Una decena de empresas privadas, que generan dos de cada cinco vatios, se oponen a la mencionada reforma y pretenden detentar los privilegios otorgados por los gobiernos y parlamentos neoliberales, que significan para el erario una subvención de 69 mil millones de pesos para las sociedades de autoabasto (impago de transmisión y respaldo) y de 421 mil millones de pesos para los productores independientes de energía, lo que además de afectar el gasto público, acelera la destrucción de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

Uno de los mitos recurrentes de quienes se oponen a las reformas es satanizar la energía eléctrica generada por la CFE, que por definición y convicción de éstos, es sucia y es una de las principales causas del calentamiento planetario. Datos oficiales no desmentidos indican lo contrario: del total de energía eléctrica inyectada a la red por la CFE, 62 por ciento tiene como fuente el carbón fósil y 38 por ciento son fuentes renovables y no renovables, en cambio, en los privados esos porcentajes son 80 y 20, respectivamente; del total de energía limpia, la CFE generó 56 por ciento y los privados, 44 por ciento; del total de energía térmica, 33 por ciento la generó la CFE y 67 por ciento los privados; del total de energía térmica generada con gas natural (ciclos combinados), 25 por ciento la produjo la CFE y 75 por ciento, los privados. Del total de emisiones de CO2 generadas por la energía eléctrica, la CFE es responsable de 44 por ciento y los privados de 56 por ciento.

La generación de energía eléctrica en el mundo contribuye con 1.2 por ciento del total planetario de emisiones de gases de efecto invernadero; la emisión anual de CO2 del sistema eléctrico en México (2019) es de 1.1 toneladas (ton) por persona, cuando en Canadá es de 2.3 ton y de 3.0 ton en Alemania; de 205 países, México ocupó el lugar 90 en emisiones de CO2 atribuible al sector eléctrico (Cámara de Diputados. Foros del Parlamento Abierto. Sesión de Cierre. 25/02/2022). Generar electricidad con fuentes no térmicas ayuda a abatir el calentamiento, pero la solución de fondo está en la forma en que el capitalismo se apropia del ambiente y mercantiliza bienes, entre otros, el ser humano, el aire, el agua y las diversas formas de vida. La transición energética es con base en el gas natural, por lo menos hasta el 2050; actualmente 61 por ciento de la producción mundial de electricidad es de fuente térmica, principalmente gas natural; las energías eólicas y fotovoltaicas son intermitentes, requieren de un respaldo de energías continuas y las de ciclo combinado, de menor nivel de contaminación que otras térmicas, son de bajo costo económico.

Otro de los mitos es que la energía generada por privados en barata y la de la CFE, cara; expresado en términos socialmente aceptables se dice que las de fuente térmica son caras y las renovables, baratas, con estas premisas, la moraleja es obvia: cuidar el medio ambiente así como la economía familiar y empresarial es la solución, hay que consumir energías renovables. La CFE debe entonces producir con gas natural para el respaldo y dejar las energías eólicas y fotovoltáicas a los privados, a quienes hay que financiarles 75 por ciento de la inversión, comprarles 100 por ciento de la energía por tres decenios, premiarlos con certificados de energía limpia y pagarles la baratura de su energía renovable al costo marginal del generador más sucio (carbón), como fue el objetivo de la reforma eléctrica de 2013.

El costo de generación de energía es el principal componente del costo total, alrededor de dos terceras partes, y usualmente se agrupan en costos variables y costos fijos; el otro tercio lo integra el costo del uso de la red de transmisión y distribución, el respaldo, el despacho, la comercialización, el suministro, la planeación, la administración y la regulación de voltaje, entre otros. Si consideramos el costo de generación (variables y fijos), la energía eléctrica más barata es la hidroeléctrica —a la que se le niega el acceso al despacho de energías limpias—, la nucleoeléctrica es 1.5 veces más cara que la hidro; las de ciclo combinado son tres veces (CFE) y 3.2 veces más caras (privadas), siempre con relación a la hidro, que es la base; la fotovoltaica generada por privados y la geotérmica son 3.3 veces más caras; la de combustión interna, 3.8 veces más cara, las de turbo gas, 4.2 veces y las eólicas privadas, 4.9 veces. (Cámara de Diputados. Foros No. 7 del Parlamento Abierto. 26/01/2022). Si el despacho fuese por el costo unitario de generación de electricidad, las eólicas serían las últimas y las fotovoltáicas sería la sexta en inyectarse a la red. Las energías eólicas y fotovoltáicas tienen un factor de aprovechamiento menor a 30 por ciento: ni todos los días ni todas las horas, además de que la eólica se genera cuando menos se le necesita, los picos de demanda de energía eléctrica son nocturnos y todavía no almacenamos la electricidad en las dimensiones en que se genera; para garantizar la continuidad del servicio esas fuentes requieren un respaldo, que en estos momentos nos cuesta 40 mil millones de pesos a todos los contribuyentes, ya que los generadores se ampararon para no pagarlo.

El tercer mito son las energías limpias y como tal se consideran las renovables (hidroeléctrica, geotérmica, eólica, fotovoltáica y bioenergía) y no renovables (nuclear y cogeneración eficiente), se relacionan sus emisiones de dióxido de carbono (CO2) con el calentamiento global del planeta, aceptando que una disminución de emisiones de gases de efecto invernadero disminuirá la intensidad del calentamiento. Ya anotamos que la contribución mundial del sector eléctrico a las emisiones de gases de efecto invernadero es irrelevante (1.2 por ciento), agregamos que en sentido estricto, todas las fuentes de generación de energía eléctrica contaminan, ya sea que solo consideremos un solo impacto ambiental (calentamiento global) o un conjunto más amplio de impactos (disminución de la capa de azono, acidificación, eutrofización, metales pesados, sustancias cancerígenas, niebla de invierno, niebla fotoquímica, radiaciones ionizantes, residuos, sustancias radioactivas, recursos energéticos), pero unas fuentes contaminan menos que otras y las llamadas limpias —que no lo son—, tienen impactos menores que las fuentes térmicas.

El Departamento de Energía de los Estados Unidos de Norteamérica estima que la emisión de toneladas de CO2 por GWh es de 5.9 en la fuente fotovoltaica; de 6.6 en la hidráulica; 7.4 en la eólica, 8.6 en la nuclear, 824 en el gas natural y mil 58 en el carbón (Aguilar y Juárez). Por su parte, la Fundación Gas Natural Fenosa (actualmente Fundación Naturgy) hizo una valoración (1999) de los impactos físicos al medio ambiente por tecnología empleada en la generación de energía eléctrica (carbón mineral, petróleo, carbón, nuclear, fotovoltáico, gas natural, eólico e hidráulica), consideró 12 impactos ambientales y la emisión a la atmósfera de CO2, CO, SO2, NO2, CH4, metales pesados, partículas suspendidas y gases clorofluorocarbonatados. El impacto físico lo estimó en ecopuntos y la fuente de menor contaminación ambiental fue la hidráulica (5.43 ecopuntos), la eólica (64.67), el gas natural (267.11), fotovoltáico (460.98), nuclear (671.82), carbón (1355.92) y petróleo (1398.11) (http://www.aytojaen.es/portal/RecursosWeb/DOCUMENTOS/1/0_1150_1.pdf).

La limpieza de las fuentes renovables y no renovables es relativa, contaminan menos que las fuentes de carbón fósil y, dentro de las energías térmicas, el gas natural (ciclos combiandos), es la menos sucia. Aunque hipotéticamente llegáramos a cero emisión de CO2, el calentamiento global continuaría por la cantidad de partículas de gases de efecto invernadero acumuladas, cuyo periodo de vida rebasa el medio siglo.

Las reformas a los artículos 25, 27 y 28 constitucionales posibilitan la rectoría estatal del sector eléctrico, recuperar la soberanía eléctrica, sanear las finanzas públicas, y pueden ser la base para un mejor nivel de vida de la población, un crecimiento económico superior al poblacional y una disminución de los impactos ambientales, aunque la impronta de éstos no se ubica en ese sector. La reforma no incluye el derecho humano a la electricidad, el respeto y protección al derecho de los pueblos a su territorio y la participación social en la generación de energía eléctrica, como fue reiteradamente expuesto en el Foro 22 del Parlamento Abierto (21/02/2022), pero el fortalecimiento de la CFE y el control estatal de este sector estratégico (incluido litio y otros minerales) puede ser la base para futuros cambios constitucionales en el sector energético.

 

Carolina Aguilar y Apolonio Juárez (7 marzo 2022). “Fuentes de electricidad y reforma energética en México”. Ponencia en el Seminario La reforma eléctrica y las energías alternativas en la BUAP. Ciudad Universitaria, Puebla.

 

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