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Malestar e indignación estudiantil poblana

Durante el presente año se han suscitado una serie de expresiones de inconformidad e indignación de jóvenes pertenecientes a instituciones de educación superior del país, tanto tecnológicas como universitarias, privadas y públicas. Entre ellas están: UNAM, UAM, IPN, Uaemx, U. Veracruzana, Unison, U. de G.; institutos tecnológicos de León, San Luis Potosí, U. Politécnica de Pachuca y Tulancingo, TecMilenio. Las demandas son diversas: seguridad vial y al interior de los campus, alto al acoso de género, democratización en la elección de autoridades, destitución de rectores y/o directores, transparencia en el uso de los recursos. La duración y participación es también heterogénea, así como las relaciones con otros actores como los docentes, padres de familia, autoridades gubernamentales.

En Puebla, en lo que va del año, se pueden enunciar las manifestaciones de descontento e inconformidad en: BUAP, UDLAP, UPAEP; Institutos Tecnológicos de Ajalpan, Serdán, Tlatlauquitepec, Texmelucan, Tehuacán, Zacatlán, U. Tecnológica de Izúcar. Si bien destaca el movimiento estudiantil de la BUAP, es relevante la recurrencia de las inconformidades en las instituciones tecnológicas (federales y estatales), en las cuales desde el año pasado hubo expresiones de descontento (UTP e ITP).

El paro estudiantil de la BUAP

El 24 de febrero estudiantes de medicina bloquearon las calles, manifestando su descontento por la mala gestión en la asignación de plazas para la realización de sus prácticas profesionales, problema que había sido planteado desde semanas antes. La inconformidad escaló hasta el paro generalizado en toda la universidad, ampliándose las demandas y cuestionamientos a las autoridades. El retorno a las actividades se hará entre el 31 de marzo y los primeros días de abril, tras la firma de acuerdos.

La diversidad de las acciones estudiantiles se mostró en todos los ámbitos: grados de participación, tipo y jerarquía de las demandas, formas de organización, posicionamientos y vínculos con otros actores (directos e indirectos); por esta razón, se establecieron pliegos y mesas de negociación en cada unidad académica. Después de varias semanas de discusión, se presentó un Pliego Petitorio General, con 24 puntos, subtitulado como “Declaración de Protesta Estudiantil en Defensa de los Derechos Humanos de la Comunidad Universitaria”. El pliego es un cuestionamiento a la gestión institucional, a su actividad académica y cultural, así como a sus autoridades y docentes.

Una demanda central es la democracia y formas de gobierno universitario, la exigencia de que el voto estudiantil tenga validez real en la toma de decisiones y la conducción de la Institución. Se propone el voto universal, directo y secreto; la no reelección, el respeto a la libertad de expresión, la terminación de las candidaturas únicas. En su conjunto, las demandas buscan dar fin a la estructura de gobierno de la Institución, caracterizada por ser antidemocrática y clientelar, establecida desde 1991 y que garantizó la posesión de la Universidad por parte de la élite burocrática, de la burocracia dorada.

Se cuestionó la mercantilización y privatización de los servicios, procesos cultivados por el neoliberalismo y que persisten en las actividades institucionales, por lo que se reivindicó la gratuidad y/o el control de pago de cuotas o inscripciones en transporte, comedor, acceso a actividades culturales y deportivas, a cursos extracurriculares y asistencia a eventos académicos. Se exigió transparencia en el uso de recursos, la mejora de la infraestructura y en la calidad de los insumos.

La demanda de una mejor educación, de “calidad”, incluyó el cuestionamiento a los docentes y a la gestión de las relaciones laborales por parte de las autoridades centrales y de cada unidad académica. Las demandas son contundentes: erradicación del nepotismo, mayor compromiso, cumplimiento de sus horarios, formación pedagógica y en derechos humanos, perspectiva de género, cese de conductas clasistas, misóginas y de acoso.

El paro concluyó con acuerdos y compromisos de resolución inmediata y otros que se atenderían a lo largo de dos años, en este último caso están los que implican el establecimiento de la democracia en la gestión universitaria. A siete meses de esa firma, la actividad estudiantil continúa, con una menor intensidad, pero se ha expresado en las elecciones de: a) rectoría, si bien la élite burocrática logró la reelección, la manifestación de rechazo y cuestionamiento fue amplia, obteniendo la menor votación desde el año 2009, en relación al padrón y votos emitidos; b) consejeros universitarios, los paristas lograron obtener varias representaciones, pero la mayoría fue ganada por candidaturas auspiciadas por las autoridades; c) consejeros de unidad académica, se presentó un fenómeno interesante, pues el número de planillas se multiplicó, aunque el porcentaje de votación no fue muy elevado, presentando un mosaico de posiciones que aún es necesario clarificar.

La movilización estudiantil enfrentó las estrategias del poder autoritario clientelar de la institución: descalificación, intimidación, cooptación-división, intromisión. También a la intervención utilitaria del gobierno estatal, que buscó desprestigiar a organizaciones sociales, en particular a la UPVA-28 de Octubre. La relación estrecha entre los intereses gubernamentales y la élite burocrática universitaria se ha hecho evidente en la “nueva” composición de los funcionarios de la BUAP y en la adopción inmediata de medidas anunciadas por el gobernador, violentando así la autonomía universitaria.

Las inconformidades en otras instituciones

Las movilizaciones de descontento e inconformidad en las instituciones tecnológicas de la entidad se han incrementado. En noviembre de 2024, las/os estudiantes del ITP cerraron las calles para exigir mayor seguridad en la zona, además de demandar una mejora en los servicios de electricidad y agua. Días después, la acción estudiantil ocurrió en la UTP, además de demandar mayor seguridad en las inmediaciones de sus instalaciones, denunciaron la falta de calidad e insuficiencia de agua, electricidad e insumos de laboratorio; señalando el acoso por parte de instructores. Estas demandas ya habían sido expuestas a sus autoridades desde meses antes.

En este año, se han efectuado movilizaciones estudiantiles en varias instituciones tecnológicas, destacan las realizadas en el IT de Tehuacán, desarrolladas desde inicios del mes de octubre y sin resolución a la fecha. Sus demandas se basan en las malas condiciones de infraestructura e insumos sanitarios, así como de los laboratorios y materiales para sus prácticas; además, se denunció la falta de transparencia en el uso de los recursos y la ausencia de la representación estudiantil. La falta de diálogo y atención por parte de los directivos condujo a acciones cada vez más decididas, desde el paro (que continúa), marchas y toma de casetas de peaje, exigiendo solución a sus demandas y la destitución del director.

En el IT de Texmelucan, la indignación estudiantil se manifestó a partir del 24 de septiembre, ante el despido injustificado de un profesor, expresando que desde meses atrás la directora había ya rescindido a otros académicos. Ante la intransigencia y las amenazas, se cerraron las instalaciones y solo se levantó el paro un mes después; de esta manera se exigió la destitución de la directora.

Las movilizaciones estudiantiles en otros tecnológicos han demandado la destitución de sus directores; haciendo señalamientos de acoso, abuso de autoridad, irregularidades administrativas, nombramientos de directivos y responsables académicos sin experiencia y/o formación adecuada, corrupción, violencia laboral.

En su conjunto, las acciones emprendidas por las/os estudiantes tecnológicos han enfrentado a las direcciones, y evidencian agudos problemas en la gestión de las autoridades educativas, tanto federales como estatales. La estrategia de estas ha sido, en un primer momento, rechazar las demandas y, posteriormente, entablar un diálogo que pospone la resolución real de los problemas expuestos. Destaca que en varios de estos movimientos se ha contado con el apoyo de docentes y de padres de familia.

Este recuento nos hace reflexionar sobre la continuidad de los movimientos estudiantiles, la persistencia de su inconformidad ante las prácticas antidemocráticas de las autoridades institucionales y las malas condiciones de estudio. Cuestionan a fondo a las políticas y acciones de los gobiernos federal y estatal.

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