Desde hace 20 años el Centro Universitario de Participación Social (CUPS) organiza la energía creativa de la juventud universitaria, motiva su participación en la compleja realidad social del país y propicia, por medio de la alfabetización, encuentros que resultan reveladores, experiencias que cambian el entendimiento del mundo, la vida y la educación.
Acompañados de Jorge Pedrajo Hernández, Mirta Figueroa Fernández y Pavel Ramírez Hernández inició la historia de la universidad alfabetizando, una historia que es posible por la participación voluntaria de estudiantes, trabajadores universitarios, docentes e investigadores comprometidos con la sociedad en la que viven.
Las campañas de alfabetización del CUPS tienen el propósito de enseñar a leer y escribir a adultos y provocar procesos de concientización de los sujetos involucrados en el proceso de educación e intervención comunitaria. Se construyen desde el entendimiento de que el acto de educar es dialéctico, dialógico, potente, político y emancipador, los seres humanos se liberan en comunión: la educación como práctica de la libertad.
Compartir lo que se sabe y descubrir lo desconocido, acompañarse en la aventura de aprender y enseñar, aceptar que se ignora y abrazar lo que se conoce, personas adultas y jóvenes estudiantes entretejen historias de lo que es y ha sido enseñar y aprender a leer y escribir con el método de Palabra Generadora de Paulo Freire.
La alfabetización es un derecho fundamental del ser humano, plasmar el nombre y decir su palabra, y alfabetizar es más que enseñar a leer y escribir.
Realidades que interpelan a las explicaciones reduccionistas, los juicios y los prejuicios. Diálogos que enseñan de injusticias y desigualdad, de lucha, resistencia y solidaridad. Allí y a muchos otros lugares lleva el enseñar y aprender las letras.
El CUPS es un espacio para que los jóvenes, más allá de las aulas, descubran la sociedad de la que forman parte, y se conviertan en sujetos activos, que comprendan la historia de la que vienen, se sitúen en el presente que les ha tocado vivir, y colaboren responsablemente en la construcción de un futuro digno para todos, transformar el mundo desde algo sencillo pero trascendente: enseñar las letras, el lenguaje escrito, y con ello dar la palabra. A cambio, los alfabetizadores aprendemos de formas diversas de entender la vida y de situarse en el mundo en contextos de injusticia, desigualdad, carencias, violencia, soledad y discriminación.
Allí es donde nos encontramos, porque para la mayoría de los jóvenes alfabetizadores, hasta antes de este momento, las experiencias tenían casi como único origen la familia, y nuestro conocimiento del contexto se limitaba a la experiencia personal, a lo abstracto vertido en las aulas, a lo escrito en los periódicos, a lo dicho en los medios de comunicación.
Los universitarios inician un proceso formativo que promueve el pensamiento crítico y la acción colectiva. Cuestionar, dialogar, comprender y construir colectivamente posibles soluciones, con lo que se tiene y hasta donde se puede. Ni sacrificio ni filantropía, solo voluntad y convicción.
Es un abrir los ojos para el alfabetizador y el alfabetizando, tan significativo y profundo que ya no se pueden olvidar las historias, las lecciones y las letras. Para los estudiantes universitarios y futuros profesionistas, se abre una dimensión de lo ético y de la responsabilidad social. Para el alfabetizando la conciencia de su potencia, de su capacidad de aprender, del gozo que guarda el conocimiento, por eso siempre quedan ganas de seguir aprendiendo, estudiando.
El inicio de un camino, la universidad alfabetizando
En 2001 en la Sierra Norte de Puebla aún quedaba evidencia del desastre ocasionado por las lluvias de octubre de 1999. En la Sierra Negra se colocaba la primera piedra de uno de los proyectos científicos más relevantes para la comunidad astronómica mundial, del Gran Telescopio Milimétrico (GTM).
Ese año, para medio centenar de jóvenes universitarios las serranías poblanas fueron el origen de encuentros que pusieron en perspectiva nuestro lugar en el mundo. En el verano de 2001 la Universidad Autónoma de Puebla (UAP) iniciaba su primera campaña de Alfabetización y volvía a los lugares donde Reforma Universitaria y ejido tenían una historia propia.
Entonces aprendimos que los desastres no son naturales, que la ambición y la ignorancia de quienes diseñan políticas devastan ecosistemas, cambian usos de suelo y generan estados de vulnerabilidad ante los fenómenos naturales que cuestan vidas y desplazan pueblos. Que los corruptos se aprovechan del débil, saquean lo que tenga un valor de cambio y son insensibles al dolor del otro.
Conocimos a los que no tienen tierra, a los que migran con esperanza de ofrecer una vida mejor y que son víctimas de abusos y explotación, a quienes han perdido a alguien querido por falta de acceso a servicios de salud, a quienes la violencia les arrebató a una madre, a una hija, a una hermana; muchas realidades con voz y rostro.
Fuimos testigos del inicio de uno de los proyectos científicos más importantes para seguir conociendo el Universo, y que el conocimiento de frontera hace soñar por igual a niños e investigadores. Son varios los jóvenes de la región del volcán Citlaltépetl que soñaron con estar allí y hoy, son científicos y científicas aportando conocimiento de la humanidad. Aprendimos que caminar sin prisa y sin pausa, concreta los sueños más ambiciosos.
Transformar un país ¡Alfabetización ya!
En la tarea de alfabetizar nos hemos encontrado con otras instituciones, organizaciones y colectivos que también enseñan a leer y a escribir a los adultos. Otros jóvenes que en distintos territorios y contextos llevan las letras, convencidos que hay historias que deben trascender para no olvidar de dónde venimos y hacia dónde vamos.
La alfabetización es una experiencia de autonomía para los jóvenes, de trabajo individual y colectivo concreto y útil. Es la experiencia para los involucrados de su potencia, de su capacidad de aprender, de ser creativo, de su resiliencia ante el fracaso y la impotencia, la tristeza, el desánimo, la soledad y la desesperanza. Es asumir responsabilidades y compromisos posibles con gozo, con alegría, con entusiasmo.
Muchos alfabetizadores hoy son profesionistas que aportan a la construcción de un país mejor, desde la educación, la medicina, la ciencia, la investigación, el arte, y que continúan colaborando desde sus trincheras a que la alfabetización siga transformando conciencias.
La juventud está llamada a contagiar de ese ánimo transformador y disruptor, está llamada a alfabetizar y a transformar un país.
En palabras del poeta nicaragüense Julio Zabala:
Hermano, yo pienso que alfabetizar es enseñar
a leer en los ojos:
el dolor de los pueblos,
la enfermedad de los niños,
la angustia de la mujer que pare en la calle,
la tos del minero que escupe y mancha de sangre,
la estatua de la libertad neoyorquina.
Hay que aprender a leer
el hambre que toca a la puerta,
el frío que va por la calle,
la oscuridad del que busca
y no encuentra.
Cipriano, yo pienso que
primero debemos alfabetizar
a los que saben leer libros,
pero no saben leer el dolor de los hombres.”
Alfabetizadora de campañas de alfabetización del CUPS