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Los problemas económicos de los primeros cuatro años del presente gobierno

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En lo que va de los cuatro años del presente gobierno se ha tenido un crecimiento promedio anual de 0.3 por ciento del PIB del primer trimestre del 2019 al tercer trimestre del 2022. El PIB del tercer trimestre del 2022 está por debajo del PIB del primer trimestre del 2018, evidenciando que ha continuado la tendencia decreciente del crecimiento potencial de la economía. Se han agudizado los rezagos productivos, lo que se manifiesta en presiones inflacionarias y en el sector externo. Además, han aumentado los problemas de endeudamiento del sector público y del sector privado y la dificultad de pago de la deuda.

La inversión fija bruta total cayó del primer trimestre el 2019 al segundo trimestre del 2022 en 2.3 por ciento promedio anual y dentro de ella la caída se explica por la inversión pública. Esta, de diciembre de 2018 a octubre de 2022 tuvo una caída de 17.1 por ciento, como consecuencia de la austeridad fiscal predominante, la cual ha reestructurado el gasto, favoreciendo el gasto social, a costa de contraer la inversión pública. Ello contribuye a explicar la caída de la actividad económica.

El consumo privado del primer trimestre del 2019 al segundo trimestre del 2022 creció en 1.6 por ciento promedio anual y por su parte el consumo de gobierno aumentó 1.2 por ciento promedio anual y ello no contrarresta la caída de la inversión fija bruta, ni el efecto negativo que ocasiona sobre la economía el déficit de comercio exterior, que acumulado de enero a septiembre del 2022 suma 25,297 millones de dólares. Las importaciones como consecuencia de los fuertes rezagos productivos, como del alza de los precios internacionales de los bienes importados, tuvieron una tasa de crecimiento de 11.5 por ciento promedio anual del 2018 al 2021, las cuales desplazan y suplen a la producción nacional, afectando el crecimiento económico.

A pesar de la posición del gobierno de trabajar con austeridad fiscal para no endeudarse, la relación de endeudamiento respecto al PIB se ha incrementado. Ha pasado de ser 44.9 por ciento en noviembre de 2018 a 48.9 por ciento en noviembre de 2022. Ello se explica por las alzas de la tasa de interés, como por la desaceleración de la economía que afecta la recaudación tributaria.

Las autoridades monetarias y de Hacienda se han preocupado solo por la estabilidad del tipo de cambio y la austeridad fiscal, a costa de relegar el objetivo de crecimiento económico y de empleo. Mientras siga la política económica favoreciendo al sector financiero con tales políticas, la economía seguirá en su trayectoria decreciente, aumentando los niveles de endeudamiento, como las presiones sobre el sector externo y agravando el pago de la deuda.

El alza de la tasa de interés no va a resolver la inflación y si en cambio reduce la inversión nacional y con ello la capacidad del país para avanzar en la producción interna de los bienes que estamos importando. Si México fuere autosuficiente en gasolina, en gas, en fertilizantes, en granos básicos, no seríamos sujetos de la inflación internacional.

La inflación no se reduce en forma permanente abaratando el dólar y favoreciendo las importaciones con la entrada de capitales estimulada por las altas tasas de interés, debido a que el alza de la tasa de interés aunado al crecimiento de importaciones, actúan en detrimento de la producción, por lo que sigue la escasez de productos y las presiones sobre precios e importaciones.

La contracción de la economía en el 2020, tanto por la pandemia, como por la falta de apoyo gubernamental a las empresas y desempleados, ha agudizado los rezagos productivos y las presiones sobre precios.

En vez de darse márgenes de maniobra de la política económica para evitar la recesión económica, hay una clara intensión de Banxico y Hacienda de ocasionarla al aumentar la tasa de interés y restringir el gasto público para aumentar el desempleo, reducir demanda y las presiones inflacionarias. Tal decisión le resultará muy caro al país, pues las consecuencias generadas por tales políticas serán más contraproducentes que los supuestos beneficios de la baja de la inflación que persiguen, dado que se contraerá más la economía, aumentará el desempleo, se deteriorará más el nivel de vida de la población, se incrementará la incapacidad de pago de la deuda externa y la del sector privado, y desestabilizará al sector bancario, así como al mercado de capitales y de divisas.

A pesar del alza de la tasa de interés y los recortes presupuestales dirigidos a restringir la demanda y las presiones de esta sobre precios, la inflación seguirá, pues continuará la escasez de productos y las importaciones caras.

El escenario para el 2023 será la continuidad de la guerra Rusia-Ucrania, con sus consecuencias en la escasez de petróleo, gas, fertilizantes, granos básicos y sus presiones sobre precios, por lo que continuarán las alzas de la tasa de interés por parte de los bancos centrales. Todo ello repercute en menor crecimiento económico, en desempleo, en deterioro del nivel de vida de amplios sectores de la población.

El conflicto comercial de EUA y China seguirá presente, así como los problemas de suministro, el avance del proteccionismo y la revisión del proceso de globalización ante los problemas de crecimiento que enfrentan muchas economías.

La desaceleración de la economía mundial disminuirá la demanda de materias primas y afectará al sector externo y a las finanzas públicas en el país.

El alza de la tasa de interés externa e interna aumentará los problemas de pago de la deuda externa e interna, lo que presionará sobre la balanza de pagos, como sobre las finanzas públicas y privadas. El flujo de remesas ya muestra una desaceleración en los meses de octubre y noviembre del 2022, lo que presionará sobre las reservas internacionales para poder cubrir el pago de la deuda externa. Ello aumentará el riesgo país, lo que provocará salida de capitales que afectará la estabilidad del tipo de cambio.

Los niveles de inflación y de crecimiento económico serán diferenciados entre países. Podrán crecer y reducir la inflación los países que tienen condiciones para avanzar en la autosuficiencia y encarar la escasez de productos, situación que no está presente en México.

Información del Inegi refleja que la distribución del PIB se ha dado en detrimento de los salarios y a favor de las ganancias empresariales. Éstas representaron en el segundo trimestre del 2022 el 49.2 por ciento del PIB mientras que en igual período del 2019 fueron 45.6 por ciento, mientras las remuneraciones de los asalariados fueron 26.1 por ciento, siendo que en igual período del 2019 fueron 29 por ciento.

Se ha incrementado la desigualdad del ingreso a pesar de las políticas sociales e incremento de los salarios mínimos, dada la permanencia de la economía informal, el subempleo, la no existencia de salarios seguros y prestaciones laborales de los trabajadores en este sector. Ello ha mantenido contraída la demanda y la actividad económica. Además, las familias recurren al endeudamiento para mantener su consumo. En octubre de 2022 el saldo de la cartera del crédito que los bancos otorgan a los hogares tuvo un aumento de 17.4 por ciento con respecto a lo reportado en el mismo mes del año previo, según Banxico. El problema es que el alza de la tasa de interés y la desaceleración de la economía que configura aumentará los problemas de insolvencia, lo que afectará al sector bancario.

Mientras no se revierta la política económica a favor del empleo formal bien remunerado y del sector productivo, la economía y el nivel de vida de la población, seguirá deteriorándose.

 

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