En el último decenio casi 60 mil migrantes han muerto buscando llegar al país en el que ellos desean vivir, pero el país de acogida no los esperaba o, sabiéndolo, no los quería hospedar. La mitad de esas muertes y desapariciones sucedieron en el Mediterráneo, una de cada cuatro en África, una de cada siete en América, una de cada ocho en Asia y solo una de cada 50 en Europa. De las defunciones en nuestro continente, más de la mitad se ubicaron en los bordes del Río Bravo (80 por ciento en territorio de Estados Unidos, 20 por ciento en territorio mexicano); 13 por ciento sucedieron en las entidades mexicanas de entrada (Chiapas y Tabasco) y de tránsito (principalmente Oaxaca, Puebla y Veracruz); 6 por ciento en la ruta migratoria Caribe-Estados Unidos; 5 por ciento en el estrecho del Darién; 4 por ciento en la ruta Dominicana-Puerto Rico y el restante 15 por ciento en diversas rutas hacia Estados Unidos, principal destino de los flujos migratorios no regulares (Organización Internacional de las Migraciones. Proyecto Migrantes Desaparecidos).
El tapón del Darién no sólo corta la carretera Panamericana en un tramo de 130 kms sino que también ciega cientos de vidas ilusionadas con el sueño americano. El Darién son muchas cosas: selva tropical, reserva de la biosfera, parque nacional, estrecho, región y ruta migratoria hacia Norteamérica, específicamente, Estados Unidos y últimamente y macro basurero internacional (alberga 9 mil toneladas de desechos sólidos). Está situado al noroeste de Colombia y al este de Panamá y, para abordar un autobús que cruce Panamá, hay que cruzar la selva desde las colombianas localidades de Acandi o Capurganá, a las cuales se llega por embarcación marina desde Necoclí. La selva se transita acompañado con un guía que cobra entre 300 y 400 dólares; la travesía es de dos días (río Turquesa) a ocho días (río Membrillo) y no está exenta de robos, abusos sexuales, trata, picaduras, lesiones físicas e incluso la muerte —en el trayecto se pueden observar cadáveres en el río o al costado del sendero.
En la reciente cumbre migratoria celebrada el pasado mes de octubre en Palenque, el Darién fue mencionado en varias alocuciones: el presidente de Colombia Gustavo Petro refirió que es tan inhóspita, que ni la guerrilla opera ahí y estimó que diariamente la cruzan mil 370 migrantes y que el año entrante será el doble; Samira Gozaine, directora del Servicio Nacional de Migración de Panamá, consignó un flujo diario de migrantes de mil 561 por el Darién, de los cuales, la quinta parte son menores de edad. Casi dos terceras partes de los migrantes que este año han cruzado la selva son venezolanos; una cuarta parte son de Ecuador y Haití, el resto procede de 60 países, tanto de América como de Asía y de África. En dicha cumbre migratoria, Gustavo Petro, Nicolás Maduro y Miguel Díaz Canel, presidentes de Colombia, Venezuela y Cuba, respectivamente, coincidieron que hay causas estructurales que propicien la emigración, entre otras, mencionaron los bloques económicos, los embargos, el narcotráfico, el saqueo de recursos naturales la destrucción del ambiente derivadas de las políticas neoliberales y de exterminio de la humanidad que Estados Unidos promueve y respalda.
La Organización Internacional de las Migraciones hace un recuento de los migrantes muertos globalmente, ya sea por enfermedades, accidentes vehiculares, ahogamiento, muertes accidentales o condiciones ambientales extremas. El Darién registró 51 muertos en 2021 y 142 en 2022, un incremento de 178 por ciento; lo mismo sucedió en la ruta Caribe-Estados Unidos, que aumentó 283 por ciento el número muertes y desaparecidos cuando en la frontera de México con Estados Unidos los decesos de migrantes disminuyeron 6 por ciento y en México descendieron 25 por ciento. El año pasado fue de mayor intensidad migratoria y, a mayor flujo, el número de decesos aumenta; este año el flujo será más intenso y es plausible que los decesos sean mayores.
En el Darién opera el crimen organizado (Clan del Golfo), hay pendientes pronunciadas que hay que escalar con cargamento (alimentos, bolsa de dormir, medicamentos, ropa, calzado, carpa y agua) y, en muchos casos, llevar a cuestas a menores de edad; llueve seis veces más que en México y los lodazales son frecuentes; hay que atravesar quebradas y ríos de caudal peligroso, lo que la hace una ruta mortal. Si se tienen recursos económicos se puede contratar portadores para la carga y/o los niños y hacer tramos en canoas por vía pluvial, que no es el caso de la mayoría. Es común la migración en grupos familiares de cuatro miembros o más, lo que en algunos casos contratan guías de bajo costo para atravesar la selva, a menudo los abandonan a su suerte en un tramo importante de los 100 kilómetros de selva que hay que caminar.
En la estación migratoria panameña de Lajas Blancas inicia el recorrido para llegar a Estados Unidos, lo hacen en transportes foráneos de pasajeros que los llevarán a la frontera con Costa Rica; deberán atravesar seis países y recorrer 4 mil 465 kilómetros para llegar a Piedras Negras, Coahuila, si es que por ahí piensan cruzar el río Bravo. Del Darién salen diariamente entre mil 370 y mil 545 migrantes; de Costa Rica salen 2 mil 500 migrantes en tránsito cada día (Mary Munive, 2ª Vicepresidente de Costa, Cumbre Migratoria de Palenque, 22 octubre de 2023) y en México transitan diariamente 5 mil 719 migrantes de distintas nacionalidades (Instituto Nacional de Migración. La Jornada 7/10/23, página 5), que sumados los nuestros hacen un flujo diario de 7 mil 625 gambusinos esperanzados en alcanzar el sueño americano.
Aparte de las muertes y desapariciones de migrantes en la frontera norte de México, destacan Chiapas y Tabasco, entrada del flujo centroamericano; y las entidades de Oaxaca, Puebla y Veracruz, paso obligado parar llegar al norte de México. Muertes por accidentes vehiculares y por violencia son las principales causas de estos decesos. Las rutas migratorias locales están controladas por asociaciones criminales que explotan ese flujo anual de 2.8 millones de migrantes (4 millones lo estima Miguel Díaz Canel, presidente de Cuba) que representa un ingreso potencial de al menos 16 mil millones de dólares por la asistencia, el traslado y el cruce del río Bravo; las remesas enviadas a Chiapas en su mayor parte son para pagar a esos coyotes migratorios.
El derecho a no emigrar exige revertir las condiciones económicas y sociales que actualmente prevalecen en los países expulsores de migrantes, entre otros, levantar los bloqueos económicos y los embargos financieros; el predominio del narcotráfico; la vigencia internacional de los Derechos Humanos y jerarquizar políticas de desarrollo económico con bienestar y justicia.