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El ciclo de actividad solar: acercándonos a otro máximo de actividad de nuestra estrella   

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¿Te has preguntado por qué cada vez son más frecuentes las tormentas solares?, y ¿cuál es su relación con las manchas solares?

El Sol es una estrella con un campo magnético muy intenso que ejerce fuerza sobre todas las partículas cargadas que componen el plasma del que está hecho. Para que puedas visualizar este efecto, revisa las imágenes del Sol en la base de datos de la sonda espacial SDO (Solar Dynamics Observatory:   https://sdo.gsfc.nasa.gov/data/) de la NASA, y abre la que aparezca en color dorado (filtro en UVE a 171 angstroms) para que veas una de las regiones más calientes, la corona solar. ¿Distingues los arcos que se forman sobre la superficie?, ¿a qué te recuerdan? ¡Exacto! Es idéntico al campo magnético de un imán. Entonces, podemos pensar que la superficie del Sol está compuesta de varios imanes. No obstante, estos imanes aparecen y desaparecen con el transcurso de los años. Si analizamos las imágenes de SDO de los últimos 15 años, encontraremos que el Sol ha tenido periodos en los que su superficie está muy limpia (Sol quieto), y periodos en los que está más activo, con muchos arcos y regiones brillantes (Sol activo). Esta variación se asocia con el ciclo de actividad de la estrella, el cual tiene una duración de aproximadamente 11 años, y lo que está cambiando a lo largo de este ciclo es la configuración magnética del Sol. Durante el mínimo, el campo magnético solar se asemeja al de un imán (dipolo magnético), pero conforme la actividad aumenta, este campo empieza a tornarse caótico porque aparecen sobre su superficie pequeños imanes, que son las manchas solares.

Figura 1. Cantidad de manchas solares por año a lo largo del ciclo solar 24.
Figura 1. Cantidad de manchas solares por año a lo largo del ciclo solar 24.

Para saber en qué etapa del ciclo se encuentra el Sol, basta con revisar cuántas manchas hay sobre el disco solar. La idea es muy simple: entre más manchas hay sobre el disco solar, mayor es la actividad, y viceversa. En la gráfica de la Figura 1 puedes ver la variación del número de manchas que presentó el ciclo solar 24, que inició en el 2008, tuvo su fase ascendente del 2009 al 2012, y el máximo del ciclo ocurrió entre 2013 y 2014.

El conteo de las manchas solares se ha realizado desde hace muchos años, habiendo registros claros de la actividad solar desde el año 1750 (ciclo solar 1). Actualmente nos encontramos en el ciclo solar 25,  el cual inició en el 2020 y alcanzará su máximo de actividad hacia el año 2025 (ver Figura 2). Pero todo esto ¿qué tiene que ver con la Tierra y con nosotros? Lo primero que tenemos que entender es que todo lo que acontece en el Sol nos afecta en mayor o menor medida. Una parte vistosa de la actividad solar son las auroras polares, un espectáculo de luces que es visible sólo en los lugares cercanos a los polos terrestres. Las auroras ocurren todos los días debido al viento solar, pero cuando hay tormentas solares, las auroras llegan a ser más intensas y pueden visualizarse hasta latitudes tan bajas como las de Canadá o el norte de Estados Unidos.

Figura 2. Cantidad de manchas solares por año a lo largo del ciclo solar 25 hasta noviembre 2023. Tomada de la página de la NOAA.
Figura 2. Cantidad de manchas solares por año a lo largo del ciclo solar 25 hasta noviembre 2023. Tomada de la página de la NOAA.

Este ciclo solar 25 está levantando alboroto en las redes, ya que la actividad solar se ha incrementado considerablemente en este año, y los medios nos están bombardeando con noticias alarmantes sobre si va a haber una tormenta solar gigante que nos borre del mapa. Pero tenemos que entender que las tormentas solares van a ser cada vez más frecuentes e intensas porque nos estamos acercando a la fase máxima del ciclo solar. Como civilización tecnológica, lo que más nos preocupa de las tormentas solares son las altas cantidades de radiación y partículas que pueden dañar los satélites y naves espaciales. Las partículas pueden llegar a dañar las celdas solares, sus componentes, o incluso inhibir la comunicación con el satélite. Para los satélites de telecomunicaciones, esto implicaría una interrupción en las señales de ciertas zonas del planeta al que estos den cobertura, así como fallas en los GPS de distintos dispositivos o medios de transporte. Además, las tormentas solares pueden tener consecuencias en la salud de los astronautas e incluso en los pasajeros a bordo de vuelos transpolares. Los pasajeros en este tipo de vuelos aún están protegidos debido a la atmósfera de la Tierra, pero de igual manera reciben más radiación que un humano en tierra firme. Para los astronautas la historia es distinta. Al estar en el espacio reciben de lleno la radiación de la tormenta.

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