Qué molesto es cuando estás comiendo y se te acercan estos bichos y empiezan a volar cerca de ti; pareciera que disfrutaran ver nuestro sufrimiento, y sí, ¿quién no ha sido presa de tan molesta situación? moscas, mosquitos, tábanos, zancudos, chaquistes y un sinfín de nombres que han recibido dichos organismos, los cuales a lo largo del tiempo también se han ganado una mala fama, ya sea por su picadura o simplemente por su molesta presencia. Sin embargo, no todos son malos, pero tampoco todos son buenos; lo que sí es verdad es que todos son insectos, que seguramente fueron los primeros insectos que vimos volar y que pertenecen al mismo orden: los dípteros.
Los dípteros son uno de los grupos de insectos más diversos del planeta, con aproximadamente 152 mil especies descritas. Estos organismos tienen el cuerpo divido en tres partes (cabeza, abdomen y tórax). En la cabeza presentan un cerebro, un par de ojos compuestos, los cuales están formados por miles de ojos individuales semejantes a telescopios diminutos; un aparato bucal, que básicamente está formado por una trompa la cual está adaptada para absorber líquido, aunque presentan una amplia gama de modificaciones para picar, chupar y lamer. A diferencia de otras especies de invertebrados, el sentido del gusto lo tienen en las patas; por eso es común ver que las moscas vuelen cerca de los alimentos y automáticamente empiezan a frotar sus patas de forma constante. Su alimentación es muy variada, ya que se pueden alimentar de sangre, parásitos, minadores de hojas, de néctar, carne y madera en descomposición e incluso pueden ser parásitos de otros organismos y alimentarse de su hospedero. En el abdomen se encuentra el aparato digestivo, respiratorio, nervioso y excretor, mientras que en el tórax se encuentran tres pares de patas, un par de alas, las cuales son movidas por músculos y un segundo par de alas reducidas como alerones que les permite mantener el equilibrio durante el vuelo. Los dípteros se encuentran en todo el mundo en un gran repertorio de ambientes, desde fuentes termales y pozos de petróleo hasta lagunas de la tundra y aguas marinas someras.
A lo largo de la historia han sido considerados como el patito feo de los invertebrados, debido a que no son tan diversos como los escarabajos, no tienen la belleza de las mariposas y tampoco son organismos sociales como las hormigas, abejas o avispas, sino todo lo contario: siempre solitarios y con un aspecto desagradable, además de que se les ha asociado con la falta de higiene, plagas y a enfermedades que de no ser tratadas a tiempo terminan con la muerte de la persona. Sin embargo, son contadas las ocasiones en donde dichos organismos han jugado otro papel en esta relación insecto-hombre; tal es el caso de Guillermo Haro Barraza, famoso astrónomo mexicano, quien dedicara la mayor parte de su vida a realizar sus estudios en el observatorio astronómico de Tonantzintla y con ayuda de la cámara Schmidt enfocando siempre hacia el cielo, logro descubrir unas nebulosas asociadas a la formación de las estrellas, las cuales llevan su nombre: los objetos Herbig-Haro, pero ¿y la relación insecto-hombre, en dónde quedó? ¡Ah!, pues para Guillermo Haro, quien gustaba de las mejores quesadillas de hongos del estado de Puebla, hechas por Toñita, quien le advertía a las cinco de la tarde: hoy en la noche, no va a poder observar, y Guillermo le preguntaba sorprendido: ¿por qué, Toñita? Porque las moscas andan volando muy bajo.
Estos organismos y en especial las moscas han tenido un papel importante para la gente que vive cerca de Tonantzintla, ya que se tiene la creencia de que cuando llegaban a observar a estos invertebrados volar bajo era porque ese día iba a estar nublado y con posibilidades de lluvia, debido a que la humedad ambiental se va condensando en sus alas, y es por ello que se les ve volando bajo, y, hasta las golondrinas se aprovechan de esto para darse un buen festín; debido a esto, en varios lugares de nuestro estado cuando ven a las golondrinas volando bajo la gente asegura que lloverá. Sin duda las ganas de ayudar, de compartir sus conocimientos y, el amor por México, llevaron a Haro a comprender que muchas veces, cuando se quiere ver cada vez más alto, primero tenemos que ver hacia abajo, y como las moscas, emprender el vuelo o en el caso de nuestro Guillermo, conquistar el universo.