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La ruta Grajales-Soltepec, domingo sin migrantes

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Es domingo, la plaza, el beisbol y el futbol llanero concentran la atención de la mayoría de la población, los policías municipales de guardia desconocen la ubicación del Módulo de Atención al Migrante de la Comisión de Derechos Humanos del estado de Puebla, después de algunas consultas entre compañeros, nos dan señas de su posible ubicación, desconocen al responsable del módulo y algún agente alcanza a dar un apellido. De los guardias que se encuentran en la comandancia y en las cercanías del mercado todos desconocen si existe algún programa, apoyo o asistencia que otorgue el ayuntamiento a los migrantes en su paso por esta ruta de tránsito hacia la frontera norte.

A las 10 de la mañana aún no hay servicio en la parroquia hasta la 1 de la tarde, que se oficia la misa. Habrá que volver más tarde.

Al llegar a Soltepec, la eucaristía ha finalizado, el Párroco Adán Soto debe trasladarse a otra iglesia, no puede atendernos pero nos indica que la señora Angélica en Rinconada es la encargada de ofrecer ayuda a los migrantes que transitan por esta ruta.

Aún no ha pasado el tren o “La Bestia”, conocido así por quienes tienen referencias de la ruta de migración vía el ferrocarril. Rinconada es una vieja estación de Tren, habilitada como casas habitación y un local, la tienda de Doña Angélica, ella está cansada de los reporteros o al menos esa es su justificación para no querer hablar.

“La semana pasada vinieron de cuatro diferentes medios, vienen constantemente y preguntan lo mismo. Esperan que pase el tren y se suben, compran galletas y agua para los migrantes, así les darán una entrevista, francamente no entiendo para qué vienen si la situación aunque salga en los medios de comunicación no cambia.

Soy la responsable de proporcionar ayuda de alimentación y hospedaje por una noche en la bodega a los migrantes que así lo soliciten, la iglesia apoya, juntamos ropa, víveres pero las cosas han cambiado mucho.

Hace quince días, cuenta doña Angélica, un grupo de migrantes que durmieron en las cercanías de la vía del tren, pelearon entre ellos, a las 2 de la mañana se escuchaba el griterío, empezaron a golpear a un muchacho de ese mismo grupo. Me dio mucho miedo, las lágrimas tatuadas en el rostro del joven fue lo que la alertó, comenta doña Angélica, a mí me han dicho que esos que tienen lágrimas tatuadas son Maras.”

Se acercaron dos vecinos que habitan a las orillas del tren; prefirieron no dar sus nombres; consideran que la situación ha cambiado de un tiempo para acá. “Los migrantes son cada vez más jóvenes, muchachos desde los 12 años con problemas de drogas y alcohol, antes la mayoría eran personas adultas, se nota cuando se van a trabajar y ese es todo su interés”. Sin embargo, comentan los vecinos, hoy con mayor frecuencia vez a los migrantes a las orillas de la carretera pidiendo dinero y para qué, al rato ya los vemos aquí en la cantina de la esquina, con pegamento o cemento. Por las noches hacen su escándalo y aunque no le han hecho nada a nadie no deja de ser un desorden, ya no sales con la misma seguridad por la noche de este lado del pueblo.

Aún no ha pasado el tren, no se ven migrantes pero si buscas en la carretera tal vez puedas ver a la Policía esperarlos; ellos les piden dinero, es un cobro de piso; a la pregunta de a qué policía se refiere, ríe como condenando la ingenuidad del cuestionamiento, “la Federal, Estatal y Municipal, de todo, aunque no todos son iguales, mi hija trabajó de policía y sé que hay quienes no lucran con el dolor y la necesidad de los migrantes.

Hay gente que les ofrece comida, sobre todo a los que viajan con niños; es triste porque sabemos lo mucho que se padece y lo que les falta por recorrer para llegar hasta la frontera”.

También encuentras gente de esta zona, de Teziutlán,  que viene a los paradores haciéndose pasar por migrantes pidiendo dinero, una vez nos encontramos a un conocido de un pueblo cercano, hasta hablaba con un acento parecido al de los salvadoreños, no le quedó más que saludarnos”. Doña Ángela se despide y disculpa por no haber querido hablar y me aconseja “pregúntele a sus compañeros reporteros, vienen a cada rato”.

Al pasar por la Junta Auxiliar de Soltepec, un policía me da una referencia; en Lara Grajales hay un ex alcohólico al que le dicen “El Corredor”, pregunta por el futbolito y ahí, al lado de la cancha hay un cuarto con la doble A de Alcohólicos Anónimos; él ofrece ayuda a algunos migrantes. El agente reconoce que es bien sabido que la Policía extorsiona a los migrantes, cuando me encuentro a algunos o ven la patrulla se alejan, nos tienen miedo pero no todos somos iguales.

De regreso por Grajales, la misa terminó hace horas, no coincidimos con el párroco. El futbolito mantiene la atención de los espectadores, doble A está cerrado, nadie sabe del “Corredor”.

La tarde se asoma y el tren no pasó; por carretera este domingo no se ven migrantes.

*[email protected]

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