Su fuerte cuerpo, sus grandes caninos y esa agilidad para cazar, lo han convertido en el protagonista de muchas historias. Desde épocas prehispánicas los olmecas le rendían culto, para los guerreros mexicas era símbolo de valor y para los mayas era considerado un dios, al cual llamaban Balam. Así es, en esta ocasión hablaremos de la Panthera onca, mejor conocida como jaguar.
El jaguar, es uno de los mamíferos de mayor tamaño presentes en América, su distribución histórica abarcaba desde el sur de Estados Unidos hasta el sur de Argentina. En México se encontraba principalmente en las regiones tropicales y subtropicales, desde Sonora y Tamaulipas siguiendo las planicies costeras del Golfo y el Pacífico, hasta Chiapas y la península de Yucatán, para el centro del país lo encontrábamos desde la cuenca del Río Balsas hasta el Estado de México. Hoy, debido a la problemática ambiental como la destrucción y fragmentación de los ecosistemas, las poblaciones han quedado separadas, teniendo como consecuencia que su distribución sea limitada, lo que lleva a que se desconozca con certeza los lugares en donde aún sobrevive este felino.
Suelen habitar territorios con vegetación abundante, acceso a agua y con suficientes presas, aunque también los podemos encontrar en sitios secos. Su tamaño promedio oscila entre 1.57 y 2.17m y en los machos entre 1.72 y 2.41 metros y con un peso entre los 45 y 130 kg. Su pelaje es color café amarillento con manchas negras de forma irregular (llamadas rosetas). No obstante, algunos pueden ser negros con manchas del mismo color. A pesar de su apariencia pesada, el jaguar es muy ágil, corre y nada grandes distancias. Las hembras suelen ser más sedentarias que los machos ya que estos suelen moverse en mayores distancias. A pesar de esto, cuando llegan a encontrar un sitio con las condiciones idóneas suelen permanecer por mucho tiempo en estos lugares.
Por lo regular los encontramos activos principalmente en las noches, además que poseen una gran vista, lo que les permite ser unos excelentes cazadores. Durante el día se encuentran descansando en algún sitio rocoso o lleno de maleza, además de que siempre los veremos solitarios nunca en manada. Se alimenta, sobre todo, de pecaríes, venados, monos, tapires, mapaches, tejones, armadillos, conejos y otros pequeños mamíferos. Donde encuentra comida abundante, es frecuente que regrese a comer varias noches consecutivas.
Debido a su posición en la cima de la cadena trófica las poblaciones de jaguares son poco abundantes, sin embargo el papel que juegan dentro de los ecosistemas es fundamental ya que mantienen a raya las poblaciones de las especies presa y con esto contribuir en la dinámica de los ecosistemas. Sin embargo, es común que existan conflictos entre humanos y jaguares, sobre todo en aquellas zonas en donde los asentamientos humanos están cerca de los hábitats de este felino ya que estos conflictos consisten principalmente en la depredación de los animales domésticos, convirtiéndolo en una especie vulnerable y por lo tanto se le considere en peligro de extinción.
En este sentido en los últimos años se han hecho grandes labores por conservar no solo a la especie sino también los sitios en donde habita y ¿cómo?, pues creando áreas prioritarias para su conservación, esto se ha hecho con base en la presencia de poblaciones y a un hábitat adecuado dentro del área de distribución y la presencia de registros aislados de jaguar. En México, se han registrado por lo menos ocho regiones para su conservación. Estás áreas son el noroeste de la península de Yucatán, la Reserva de la Biosfera Sian Ka’an en Quintana Roo, la Reserva de la Biosfera Calakmul y zonas aledañas en Campeche y Quintana Roo, la Selva Lacandona en Chiapas, los Chimalapas en Oaxaca, la Reserva de la Biosfera Chamela–Cuixmala en Jalisco, la Sierra de Vallejo en Nayarit, y el noroeste de Sonora. Con esto se busca un objetivo, tener la permanencia de la especie en territorio mexicano.
Desde tiempos remotos, la curiosidad que han despertado estos majestuosos felinos, nos han permitido conocerlos, regalándonos su fuerza y sigilo, lo que nos hace pensar ¿Qué delito cometieron? Como para haberles arrebatado su hábitat o para quedar tras la rejas de un zoológico, el rugido que hacía vibrar la selva poco a poco se ha ido apagando, sin embargo, creemos que no todo está perdido, hoy en día se están realizando arduos trabajos para su conservación, lo que nos llena de esperanza es que ojalá, en un tiempo no muy lejano, podamos mirar nuevamente el universo a través de sus ojos.