Una de las cualidades más deseadas en un gobernante es la honestidad; lo más común es el enriquecimiento ilícito o al menos inexplicable de la mayoría de ellos. No existe la cultura de transparentar el gasto público ni tampoco de ejercerlo con probidad y eficiencia; mucho menos hay juicios políticos por manejos fraudulentos del erario o por tráfico de influencias. Los atípicos que violentan estas sagradas normas de la clase política son satanizados, calumniados e injuriados, tanto por la plutocracia financiera como por sus voceros mediáticos y la intelectualidad corporativizada a las élites del poder fáctico. Andrés Manuel López Obrador (AMLO) es de esas raras aves de Díaz Mirón que tiene incólume el plumaje, y ese es su principal activo político y base para la confianza que la mayoría de ciudadanos le tiene. Pero también posee experiencia en la administración pública y su gestión fue altamente valorada por sus gobernados: es un político carismático; sencillo; de trato afable y cumplidor de sus promesas. Es la posibilidad de un cambio verdadero.
Durante el actual proceso electoral para elegir al próximo presidente de la República hemos aplicado una decena de encuestas por teléfono a ciudadanos que radican en el municipio de Puebla y disponen de credencial de elector. Los encuestadores, el cuestionario, los días de aplicación; el tamaño de la muestra, el grado de confianza y el margen de error han sido similares. Desde finales de marzo, cuando iniciaron formalmente las campañas, la intención de voto hacia AMLO se ha incrementado y la de Josefina Vázquez Mota (JVM) y Enrique Peña Nieto (EPN) ha disminuido. Otras preguntas directas e indirectas de carácter electoral han mostrado un comportamiento similar. Con base en esos registros es posible ubicar la tendencia: en el municipio de Puebla, el probable ganador de la contienda presidencial será AMLO.
Una manera convencional de estimar el crecimiento potencial de voto de los candidatos es preguntar si votaría o no por ellos; no se elige entre ellos, sólo se indaga si el ciudadano considera o no esa opción como probable. Usualmente a esa pregunta le anteceden otras: lo conoce; qué opina de ellos, y si le tiene o no confianza. La valoración de los candidatos puede ser en términos dicotómicos (bien o mal) o en una escala de intensidad (muy bien, bien, ni lo uno ni lo otro, mal, muy mal) o en una escala numérica, como en la escuela. En nuestro caso usamos una escala de intensidad, y a las valoraciones positivas le restamos las negativas; si el saldo es positivo significa que los ciudadanos que opinan bien de ese candidato son más que los que opinan mal; un saldo negativo es lo inverso. Tanto JVM como EPN tienen saldos negativos permanentes y en aumento, en tanto que AMLO registró saldos positivos en abril y mayo; en la primera decena de junio, cuando el PRIAN inició su campaña de odio y descalificación, el saldo de AMLO quedó en cero. A partir de abril, la confianza que los ciudadanos tienen en JVM y en EPN es decreciente en tanto que la que tienen en AMLO va en aumento; esta mayor confianza en el tabasqueño se ha traducido en una mayor aceptación de su candidatura presidencial. Entre los días 8 y 10 de junio, el voto potencial de AMLO fue de 42 por ciento, 8 puntos porcentuales más que el registrado al finalizar marzo; en ese mismo periodo, JVM y EPN permanecieron estables: ella en 29 por ciento; él, en 19 por ciento.
Otra pregunta electoral de valoración de candidaturas es sobre atributos deseados de un presidente de la República (experiencia, preparación, credibilidad y honestidad). El promedio registrado los días 8 y 10 de junio fue el siguiente: 42 por ciento de los ciudadanos dijo que esos atributos los tiene AMLO; 15 por ciento mencionó a JVM y 17 por ciento a EPN. Otra batería de preguntas fue sobre gobernabilidad (generación de empleos, identificación con los programas de gobierno; bienestar social; cumplimiento de promesas, apoyo popular y seguridad pública) y nuevamente el 38 por ciento de los ciudadanos dice que AMLO tiene esas características; 18 por ciento mencionó a JVM y 17 por ciento dijo que EPN.
Hay preguntas apareadas que registran menciones espontáneas de candidaturas a la presidencia de la República. A la pregunta de cualidad deseada del próximo presidente le prosigue: quién tiene esa cualidad, y se espera respuesta. En la encuesta aplicada los pasados días 8 al 10, el 22 por ciento de los ciudadanos mencionó a AMLO; 10 por ciento a JVM; nueve por ciento a EPN, uno por ciento a Gabriel Quadri, y 59 por ciento de los ciudadanos no respondió o dijo que ninguno. Nuevamente el registro de aceptación de AMLO es igual o superior al registro sumado de las otras tres candidaturas.
Hace cien días, al finalizar febrero, solamente el cuatro por ciento de los ciudadanos del municipio de Puebla que disponen de teléfono en sus viviendas se identificaban con los partidos que postulan a AMLO; hoy son ya el 24 por ciento; en esa misma centena de días, los ciudadanos que se identifican con los partidos que postulan a EPN crecieron cuatro puntos para ubicarse en 13 por ciento y los ciudadanos que se identifican con el PAN siguen siendo los mismos, 22 por ciento. Cada cinco días, los partidos que postulan a AMLO ganan 1 por ciento de las simpatías de los ciudadanos del municipio mencionado. Respecto a la intención del voto por partido, esto es, el partido por el que votaría si las elecciones fueran el día de la entrevista, los partidos que postulan a AMLO tuvieron 20 por ciento de intención del voto a fines de febrero y 44 por ciento entre el 8 y 10 de junio; nuevamente cada cinco días, esos partidos ganan un punto porcentual en intención de voto. En cambio, los partidos que postulan a EPN perdieron un punto porcentual cada 31 días y el PAN perdió un punto porcentual cada 16 días. Quizá eso explique la desesperación de los poderes fácticos y del PRIAN por descalificar al tabasqueño. El registro de intención de voto por candidato es igualmente favorable a AMLO. En cien días, el candidato de las izquierdas creció un punto porcentual cada cinco días; JVM perdió un punto porcentual cada 18 días y EPN perdió un punto porcentual cada 30 días. Los registros directos e indirectos de valoración e intención del voto favorecen a AMLO como la primera opción de los ciudadanos del municipio de Puebla que disponen de teléfono en casa.
Nuestras encuestas telefónicas tienen una sobreestimación de los ciudadanos de los niveles socioeconómicos más altos y una subestimación de los ciudadanos de los niveles socioeconómicos más bajos. El grupo socioeconómico más alto (A/B) tiene como primera opción a JVM; el de nivel intermedio (C y D) a AMLO, y el del nivel más bajo (E) prefiere tanto a AMLO como a EPN. Corregidos los sesgos de muestreo, la intención del voto por AMLO disminuiría, aumentará la de EPN y la de JVM no tendrá variaciones significativas. Hechos los ajustes, el orden de preferencias no cambia, aunque sí la distancia entre ellos: AMLO tendría, en el momento de la aplicación de la encuesta, 10 puntos porcentuales más que JVM, la segunda mejor posicionada en el municipio de Puebla. A 20 días de le elección, que eran los que separaron la aplicación de la encuesta de la futura emisión del sufragio, AMLO es virtual ganador en el municipio de Puebla.