Pequeñas y Pequeños Universitarios: un programa para el desarrollo y fomento de vocaciones científicas y humanísticas

Foto: Eduardo Abedel Galindo Meneses

Foto: Eduardo Abedel Galindo Meneses

El desarrollo y fomento de vocaciones científicas, tecnológicas y humanísticas en la niñez es fundamental en una política de Estado que pretenda el bienestar subjetivo de su población a través del acceso universal del conocimiento. Promover vocaciones científicas y humanistas no implica de modo literal que las niñas y los niños consideren como único objetivo el ser en un futuro científicos o científicas, sino que, además de que esto sea una posibilidad real de entre otras más que puedan llegar a elegir, también un proceso de formación de vocaciones para la ciencia y las humanidades permite en las niñas y los niños el desarrollo de “habilidades para el trabajo en equipo; el pensamiento basado en búsqueda, investigación y evidencias; el uso de la imaginación para plantearse problemas y encontrar soluciones; las estrategias que les permitan aprender y seguir aprendiendo; el pensamiento flexible que les enseña a moverse en la complejidad y enfrentar lo nuevo” (Unesco, 2020).

Las bondades de acompañar y promover las niñeces a través del desarrollo de sus vocaciones científicas tienen varias implicaciones en su cotidianidad tanto presente como futura. Para las niñas, por ejemplo, las vocaciones científicas y humanísticas acortan las brechas de género no solo en la ciencia, sino también a nivel económico y social, al brindarles mayores herramientas, estrategias y redes que les permitan afrontar escenarios sociales cuyo orden de género implica una serie de desventajas sociales (Guevara y Flores, 2018); para las y los niños con discapacidad, las vocaciones científicas les permiten desarrollar y consolidar capacidades que resultan ser necesarias para su inclusión y autodeterminación en la vida cotidiana; y para el caso de niñas y niños de pueblos indígenas, les permite reconocer y nombrar sus saberes y sentires a un nivel pedagógico, metodológico y epistemológico.

El programa Pequeñas y Pequeños Universitarios (PYPU) de la Universidad Autónoma de Tlaxcala nació en el año 2019 en la Facultad de Ciencias para el Desarrollo Humano de esta universidad, con el propósito de generar espacios de acceso universal del conocimiento y difusión del bienestar social que representan las ciencias y las humanidades en la niñez. Por ende, se centra en el desarrollo y fomento de vocaciones científicas y humanísticas de niñas y niños de seis a 12 años. Para ello, se ha desarrollado un modelo educativo que funge como proceso de formación, basado teórica y metodológicamente en tres ejes:

  1. La metodología arte-educativa que permite mostrar y trabajar con las niñas y los niños a través del arte y sus diversas representaciones que se presentan como una puerta de acceso universal al conocimiento inteligible para el trabajo, acompañamiento y promoción de la niñez;
  2. El coprotagonismo infantil que, como modelo teórico, político y pedagógico, permite reconocer a las niñas y los niños como personas y codecisores de su desarrollo y bienestar. Lo cual implica una noción distinta de la niñez y sobre todo ajena a prácticas adultocentristas y en consecuencia, muy cercanas a la educación coparticipativa, que recae no solo en la figura del tutor y su enseñanza, o del alumno y su aprendizaje, sino epistemologías, diálogos y saberes horizontales que son posibles a través de la articulación de redes de coprotagonismo integradas por todas y todos aquellos agentes que de manera indirecta o directa definen los sueños, las oportunidades y las capacidades de la niñez. Una forma de partir para alcanzar estos nuevos escenarios es posible, cuando pensamos a “la niñez en movimiento”. Es decir, siguiendo a Morales y Magistris (2018), se trata de reconocer el hecho que como sociedades tenemos un “desafío político, creativo y heroico” que nos invita a “contribuir a la emergencia de unas ideas otras, un pensamiento niño, una reinvención niña, y una acción revolucionaria desde las nuevas generaciones hacia una emancipación en sentido integral”. De esta forma, la respuesta que la sociedad puede ofrecer a las y los niños, debe partir y ser orientada desde las narrativas de las y los pequeños y no de los adultos; y

iii.        La diversidad, interculturalidad y desarrollo humano que como cuerpos de conocimiento, traducidos en contenidos didácticos, ofrecen la posibilidad tanto a las niñas y los niños, como a sus cuidadoras, familias, profesores y comunidad sensibilizarse y acercarse a valores, principios y realidades sociales contemporáneas que permitan tejer redes y comunidades para la promoción y acompañamiento a la infancia sin transgredir sus identidades, condicionar sus capacidades, o desvirtuar sus intereses, dudas, conclusiones o anhelos.

Estos tres ejes se articulan a través de cuatro momentos que implica la participación de las niñas y los niños en el Programa de Pequeñas y Pequeños Universitarios, los cuales son:

  1. Sensibilización para la deconstrucción y resignificación de sus imaginarios, subjetividad e identidad.
  2. Identificación de imaginarios, prácticas y subjetividades por cambiar, transformar, erradicar, mantener o potenciar.
  3. Conformación de la capacidad de agencia y definición protagónica de la identidad.
  4. Influencia con sus pares y su entorno inmediato a través de la articulación, orientación y promoción de patrones culturales y redes sociales.

A través de esta ruta, pensada en cuatro momentos, es como las y los pequeños universitarios tejen sus saberes, inquietudes, imaginarios y subjetividades siendo copartícipes de dicho proceso y no solo espectadores o receptores. Por ello, cobra importancia que las y los niños partícipes del programa practiquen la escucha antes que la opinión; el aprendizaje antes que la enseñanza; el amor antes que el perdón; el sentir antes que el hacer; y a vivir antes que crecer. De esta manera, se promueven vocaciones humanísticas como el respeto y el reconocimiento a la diversidad, la celebración de nuestras diferencias, el cuidado de sí y de otros; así como vocaciones científicas centradas en la capacidad de asombro y la capacidad duda, que en conjunto con la creatividad y el pensamiento científico, permiten a niñas y niños proponer, pensar y co-construir “otros mundos posibles”.

Sin embargo, es esta solo una interpretación más por para de un adulto a un programa de desarrollo y fomento de vocaciones científicas, pues para las niñas y los niños ser una pequeña o un pequeño universitario ha significado:

“Tener nuevas experiencias, conocer a más gente, conocer más cosas que podemos hacer o ser y divertirse”. Amélie, nueve años.

“Emoción, porque me enseñan cosas nuevas, y en ninguna escuela te enseñan eso”. Erick, siete años.

“Ya soy doctor de la universidad”. Gael, seis años.

“Ser una pequeña universitaria es algo muy bueno porque aprendemos al tiempo que nos divertimos. Conocemos nuevos lugares y nuevos amigos, y aprendemos a relacionarnos con las ideas de las otras personas para tomarlas en cuenta y llegar así a un punto en el que todos podamos coincidir”. Sofía, 10 años.

 

* [email protected]

 

 

 

Referencias:

 

Guevara, E. y Flores, M. (2018). Educación científica de las niñas, vocaciones científicas e identidades femeninas. Experiencias de estudiantes universitarias. Actualidades Investigativas en Educación. 18(02), 1-31. https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/aie

 

Morales, S. y Magistris, G. (2018). Niñez en movimiento. Del adultocentrismo a la emancipación. Buenos Aires: Editorial El Colectivo / Chirimbote / Ternura Revelde.

 

Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) (12 de octubre de 2020). Educación en ciencias: cómo despertar vocaciones. https://es.unesco.org/news/educacion-ciencias-como-despertar-vocaciones