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El INAOE y la Medicina

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Corría el tiempo a finales de los años ochenta, cuando en una visita de carácter esencialmente turístico y admirando la iglesia de Santa María Tonantzintla y el templo de San Francisco Acatepec, ambos ubicados en la comunidad de Cholula, Puebla, me encontré en el camino casualmente con el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica, mejor conocido por sus siglas como INAOE.

Un guardia en la entrada, con amabilidad me explicaba que no se podía tener un acceso libre a las instalaciones, pero que, en efecto a través de una solicitud, podía ser llevada a cabo una visita. Entonces, con mirada cansada y caminar lento, salía un muchacho que de inmediato me propuso una cita posterior, sin que tuviese qué excusarse en ese momento para no llevarla a cabo, pues se notaba evidentemente cansado. Un intercambio de números de teléfono y un compromiso que ya no se cumplió, en una época en la que no había internet, telefonía celular, correos electrónicos ni el acceso a fuentes de información como las actuales, solamente dejó como residuo, inquietas preguntas de lo que se generaba allí, limitando el conocimiento de un lugar acreditado a nivel mundial y parcialmente conocido localmente, ante la duda, que no encuentra una respuesta, nada más por pura falta de tiempo, desidia, negligencia y, por qué no, hasta indolencia de mi parte.

Esto se refleja en la pobre frecuencia con la que en general, la gente mira al cielo y piensa en lo que es el universo, con algo tan sencillo como elevar la frente hacia arriba y admirar el contaminado azul celeste o la noche, tachonado de fulgurantes estrellas que se opacan con la brutal y menospreciada contaminación lumínica, en todos y cada uno de los nocturnales periodos que abrigan nuestros sueños o nuestros insomnios.

Ahora, en un proceso muy complejo de falta de recursos, con políticos más preocupados por evitar una pérdida de privilegios; con una serie de problemas de corrupción, inseguridad, incertidumbre social y franca pobreza mental, el INAOE vive como un instituto de investigación que es ejemplo mundial de lo mucho que se puede hacer, con poco.

Creado por el eminente astrónomo mexicano Luis Enrique Erro Soler (1897-1955), en el año de 1942, quien contribuyó a la creación del hoy Instituto Politécnico Nacional (IPN) y en ese entonces el Observatorio Astrofísico Nacional de Tonantzintla (OANTON), marcó una herencia enriquecida por personajes, que las generaciones actuales desconocen, como a Guillermo Haro Barraza (1913-1988) y Luis Rivera Terrazas (1912-1989), entre otros eminentes científicos que representan a un verdadero referente en la historia científica de nuestro país.

En ésa época, Tonantzintla encarnaba un lugar ideal para ver el cielo con una mínima contaminación lumínica, que ya en ese entonces representaba un problema para el estudio de las estrellas en los centros urbanos.

Constituye un ejercicio mentalmente fantástico, imaginar a esas personas que, en un generoso deseo de conocer el universo, echaban mano de lo que tenían, para poder generar tecnologías de un carácter impresionante, considerando esa época. Una cámara con un espejo primario esférico sencillo y un lente corrector, brindaron imágenes que definitivamente ubicaron a América Latina como un referente en la investigación astronómica mundial. Conocida como “Cámara Schmidt” de Tonantzintla, traspasando las fronteras de nuestro país, generaron descubrimientos que mostraban el nacimiento de estrellas, novas y supernovas, sobresaliendo el cometa Haro-Chavira, descubierto en 1954 en la región de la constelación de Tauro, que para mí representa una experiencia conmovedora pues de ella surge, en una majestuosa belleza, ese rubí del cielo que es la estrella Aldebarán.

El doctor Guillermo Haro, con una visión científica sobresaliente y valorando la importancia de la electrónica y la óptica, fundó en 1971 el ahora INAOE, cuya dinámica en una historia sorprendente, abarca la investigación en astrofísica, óptica, electrónica y ahora en ciencias computacionales.

Pero no es todo.

El INAOE actualmente ofrece estudios de posgrado en Ciencias y Tecnologías Biomédicas que tiene como fin desarrollar recursos humanos en el área de la salud, de alto nivel. Esta meta no solamente se orienta al ámbito local o nacional, sino que se extiende orgullosamente en el plano internacional. Una generosa vinculación con los sectores sociales, políticos y privados, sin acomodos mezquinos de por medio, desarrollan un impulso a la investigación que es sobresaliente desde muchos puntos de vista.

Aditamentos electrónicos, fotónicos y eléctricos que se orientan a la mejora de elementos que se vinculan con adelantos en aparatos para establecer procedimientos clínicos y diagnósticos contribuyen en una forma extraordinaria a la medicina; situación que se refleja en equipos que mejoran instrumentos que permiten la mejor visualización de un organismo.

Difícilmente podremos determinar en qué medida estos adelantos que se generan en el INAOE contribuyen a que podamos, con toda confianza, acudir con oftalmólogos y médicos especializados en radiología e imagen, para poder satisfacer las necesidades de aspirar a tener un mejor nivel de vida. Lo cierto es que podemos sentirnos verdaderamente orgullosos de contar en Puebla con este importante centro de investigación que, jamás me cansaré de repetir, la forma en la que hacen mucho… con muy poco.

 

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