El Big Bang del universo nos lleva y nos trae

Big Bang es la gran explosión, y no puede haberla más poderosa, pues ella se refiere a todo, a nuestro universo en el punto de partida, al nacimiento. Ha devenido la hipótesis estándar de la cosmología, es decir, “universalmente” aceptada. Una gran explosión de toda la materia concentrada, que inicia una fase dispersiva en la cual estamos, propiciando la creación de los cuerpos celestes.

Hasta aquí vamos bien, la prueba es que otras hipótesis cosmogónicas han cedido la preeminencia al big bang. Pero… ¿cómo se cerrará la fase dispersiva? ¿Continuará por los siglos de los siglos hasta que la materia se esfume en el vacío? ¿O la fase dispersiva verá su réplica en una fase contractiva que nuevamente lleve a la materia al más alto grado de concentración? En el primer caso, el big bang es interpretado como hecho singular que se agota en sí mismo, y causando el fin de los tiempos. En el segundo caso, todo recomienza con un nuevo ciclo que se abre para repetirse ad infinitum, a un big bang sucede un big crush y los relojes vuelven a ponerse en marcha. Es lo que habrá en el futuro y lo que hubo desde siempre en el pasado. Por eso, el big bang pendular no tiene inconveniente en contestar la pregunta de ¿qué hubo antes? con esta categórica afirmación: lo mismo. El big bang no pendular se ve en aprietos para contestar la misma pregunta y cae en el recurrir a una voluntad exterior que pone todo en marcha, idea que ya Aristóteles desarrolló con su “primer motor inmóvil”.

En suma, el big bang pendular salió ganador en la teoría. Pero es perdedor en la práctica. La fase dispersiva actualmente en curso se ha prolongado se diría que demasiado, tal vez hasta un punto de no retorno, y sigue, cada vez más acelerada, en su movimiento hacia fuera. No se ve de dónde saldría la masa gravitatoria suficiente para frenar e invertir la dirección hacia dentro.

Así estamos. No sabemos si vamos a morir disueltos en el vacío o aplastados. Claro, antes, mucho antes, colapsará la Vía láctea… y antes, mucho antes, el sistema solar. En fin, son presagios formulados bajo la intención de paliar angustias y arrojar un poco de luz bajo el signo de la divulgación de las ciencias.