El modelo de desarrollo del Buen Vivir: alternativa al capitalismo

Obra de Beatriz Aurora, tomada de http://www.beatrizaurora.net

La llegada al poder de Evo Morales en 2006 y Rafael Correa en 2007 representa un parteaguas en la vida de millones de bolivianos y ecuatorianos. Con su arribo a la presidencia se pone fin al modelo de saqueo neoliberal y se da inicio a las políticas de Estado de desarrollo del buen vivir.

Tales políticas tienen como marco jurídico de referencia las constituciones de 2008 y 2009 y los planes de desarrollo que las acompañan. Nacidas de los procesos constituyentes de Montecristi y Sucre, la Constitución de la República del Ecuador y la Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia incorporan elementos de la cosmovisión de los pueblos originarios, destacando el concepto de sumak kawsay de origen quechua y suma qamaña de la cultura aymara, que dicho en pocas palabras implica la convivencia armónica entre los seres humanos y éstos con la naturaleza. En la del Ecuador, por ejemplo, se enuncia que el pueblo soberano ha decidido construir “una nueva forma de convivencia, en diversidad y armonía con la naturaleza, para alcanzar el buen vivir, el sumak kawsay”. Al respecto, cabe señalar, la ecuatoriana es la primer Constitución a nivel mundial en otorgarle derechos a la naturaleza.

Pero surge la pregunta de cuál es el lugar que ocupan las políticas de Estado del buen vivir en el campo de las alternativas. Dicho en otras palabras, el cuestionamiento gira en torno a si el modelo de desarrollo del buen vivir representa o no una alternativa al capitalismo.

La respuesta es no, si se lo analiza desde el marco categorial de lo que, desde mediados del siglo XIX a la fecha, se ha entendido como alternativa al capitalismo, a saber, la idea del socialismo. En sus primeras conceptualizaciones esta alternativa postulaba la abolición de las relaciones mercantiles, la propiedad privada y el dinero. Pero no pudiendo realizarse en la práctica, esta utopía dio origen al llamado socialismo realmente existente. Aunque hubo otros modelos socialistas, como el de la autogestión yugoslava y el de la socialdemocracia escandinava, el socialismo de Estado se instauró en la mayoría de los países socialistas a lo largo del siglo XX. La idea esencial que definió a este socialismo consistió en el reemplazo de la propiedad privada de los medios de producción por la propiedad pública, y el mercado por la planificación centralizada de la economía. Por eso, visto desde el marco categorial del socialismo ortodoxo, al no plantear la expropiación y la planificación centralizada, el modelo del buen vivir no representa alternativa alguna al capitalismo.

El mismo juicio vale si es analizado desde el marco conceptual del sumak kawsay que están elaborando algunos intelectuales del mundo indígena y ecologistas urbanos. Para estos exponentes, que en su mayoría hablan de ir más allá del capitalismo y de la modernidad, las políticas de desarrollo del buen vivir representan un neodesarrollismo que no superan la matriz capitalista.

Pero si se analizan las políticas de desarrollo del buen vivir a partir de las grandes crisis sociales y ambientales, los indicios apuntan a que ellas representan en su conjunto una alternativa al capitalismo. Una alternativa que no pretende la sustitución del capitalismo con un socialismo o una sociedad transmoderna, sino una alternativa que da solución a las crisis que provoca el capitalismo —anteponiendo la vida humana al capital, siempre en armonía con la naturaleza.

Para beneficio del pueblo ecuatoriano, por ejemplo, el gobierno de Rafael Correa renegoció la deuda pública (evitándose el pago de 9 mil millones de dólares entre 2009 y 2030) y los contratos petroleros (el Estado recibe 46 millones de dólares adicionales por cada dólar de incremento en el precio del barril). El de Evo Morales hizo lo propio con relación a los precios del gas exportado a Brasil y Argentina. Pero además, para beneficio del pueblo boliviano, su gobierno nacionalizó en 2006 los hidrocarburos (en 2005 los aportes de la actividad hidrocarburífera al Estado eran de 673.1 miles de millones de dólares, y en 2010 ya ascendían a 2,335.3).

Estas medidas, junto con otras políticas de desarrollo del buen vivir, han financiado los avances que se registran en materia social. Algunos ejemplos. Hoy en día en el Ecuador la educación es gratuita desde el ciclo básico hasta la universidad, ha mejorado su calidad y existen becas para los mejores estudiantes; los servicios de salud han ampliado su cobertura y mejorado su calidad, mediante la construcción de nuevos hospitales, repotenciación de antiguos, declaratoria de utilidad pública de algunas clínicas privadas y programas para atraer a médicos especialistas del extranjero y ecuatorianos en el exterior; la obra pública registra un dinamismo como nunca en la historia del país, en carreteras, viviendas, centros de atención ciudadana, unidades de vigilancia policial comunitaria, etcétera. Por su parte, actualmente en Bolivia se benefician 1.8 millones de niños y niñas con el Bono Juancito Pinto, 800 mil adultos mayores con la Renta Dignidad, 549 mil mujeres embarazadas y niños menores a los dos años con el Bono Juana Azurduy y 597 mil familias con la Tarifa Dignidad para los que consumen menos electricidad. Se han construido escuelas, hospitales, viviendas y carreteras; se han ampliado las redes de gas domiciliado, electricidad, agua potable y alcantarillado, beneficiando a cientos de miles de familias bolivianas. En ambos países los logros para la clase trabajadora no se han hecho esperar. Los salarios han aumentado y la seguridad social se ha extendido. En el caso de Ecuador, se eliminó la subcontratación (outsourcing), contratación por horas y la intermediación laboral. Un caso ejemplar de esto lo representa la situación de las empleadas domésticas. Su salario promediaba en 2006 unos 80 dólares, cuando el salario mínimo vigente era de 160. Ahora su ingreso es de 292 dólares (igual al resto de los trabajadores), gozan del pago de horas extras y están afiliadas a la Seguridad Social. En ambas naciones se han logrado reducir los índices de pobreza y desigualdad. En Ecuador la pobreza por ingresos pasó de 37.6% en 2006 a 28.6% en 2011, y el Índice Gini pasó de 54 a 47. En Bolivia la pobreza moderada disminuyó de 60% a 49% entre 2005 y 2010 (la pobreza extrema de 38% a 25%), al tiempo que la diferencia entre el ingreso de 10% más rico de la población con relación al 10% más pobre se redujo de 31 a 14 en el mismo lapso. Dicho en una palabra, las condiciones de vida de millones de personas han mejorado. Pero no sólo en un sentido económicosocial, sino también en los ámbitos político, cultural y de derechos de los pueblos indígenas, que por falta de espacio no se pueden enunciar.

Cabe destacar que todos estos logros, producto de las políticas de desarrollo del buen vivir, han sido alcanzados en apenas un lustro.

Con relación a la caída de las reservas de petróleo (peak oil) y a la crisis ambiental (especialmente el global warming), por ejemplo, el gobierno de Rafael Correa ha planteado el cambio de la matriz energética, consistente en sustituir la quema de hidrocarburos con hidroeléctricas en la generación de la energía eléctrica; ha trazado el plan de superar el carácter primarioexportador de la economía nacional mediante el impulso de la economía popular y solidaria, el ecoturismo y la economía del bioconocimiento libre de patentes; y ha lanzado la inédita a nivel mundial Iniciativa YasuniITT, consistente en dejar en el subsuelo el equivalente a más o menos 900 millones de barriles de petróleo, en aras de conservar la gran biodiversidad de la selva amazónica, proteger la vida de los pueblos indígenas y contribuir en la mitigación del cambio climático.

En suma, la propuesta del buen vivir no es el socialismo de Estado que está en retirada de la escena mundial ni la formulación utópica de una transmodernidad imposible de realizar, sino un proyecto naciente que se enmarca dentro de los límites de lo posible; un proyecto que beneficia a los pueblos hermanos de Ecuador y Bolivia; un proyecto que deben conocer no sólo los afectados por la crisis económica mundial, sino las grandes mayorías de la humanidad víctimas del sistema capitalista mundial. Quizá no eche por tierra al capitalismo ni sea “la” solución a las crisis globales; pero a juzgar por su filosofía política, marco constitucional, planes de desarrollo, políticas de Estado, iniciativas y resultados en materia social y ambiental, el modelo del buen vivir se perfila como una alternativa realista al capitalismo.

*[email protected] · UAMXochimilco