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En dos años, el albergue La Sagrada Familia, ubicado en Apizaco, Tlaxcala, ha atendido a poco más de mil 500 migrantes centroamericanos que viajan en el tren buscando llegar a Estados Unidos. El 70 por ciento de las personas es de origen hondureño y en los últimos meses se ha detectado a personas homosexuales y lesbianas que huyen de su lugar de origen por el rechazo de sus paisanos.
La directora de este espacio, Carolina González Cuevas, menciona que el albergue para migrantes La Sagrada Familia se abrió formalmente en octubre de 2010 por iniciativa del presbítero Ramiro Zárate Tonix —quien falleció en julio de este año—, con la finalidad de facilitar el tránsito de las personas centroamericanas en busca del sueño americano.
Sin embargo, el apoyo netamente asistencialista no fue suficiente, de manera que este albergue se convirtió en asociación civil para ampliar los servicios que brinda a este sector de la población.
En febrero de 2011 se constituyó como asociación civil y el albergue opera con cuatro áreas: 1) ayuda humanitaria, 2) desarrollo humano y comunitario, 3) derechos humanos y 4) defensa estratégica.
En el área de ayuda humanitaria se apoya a los migrantes para que descansen, se aseen, se les da comida, atención médica básica y ropa.
Además se les imparten talleres sobre derechos humanos, prevención de trata de personas, fortalecimiento espiritual, y equidad y género.
En el área de desarrollo humano y comunitario se brindan pláticas a la población para sensibilizarla respecto del fenómeno migratorio, a fin de evitar actitudes racistas y discriminatorias que muchas veces se generan por la falta de información sobre las condiciones de los migrantes.
Además, si se presenta algún caso de que una persona quiera radicar en el estado de Tlaxcala, se le da orientación para que haga sus trámites de regularización y se le ayuda a conseguir empleo.
En las de derechos humanos y defensa estratégica se canalizan a las personas ante las instancias correspondientes cuando se tiene conocimiento de un caso de violación a los derechos humanos de los migrantes o de delitos cometidos en su contra.
—¿A cuántas personas se ha atendido en estos dos años?
—A lo largo de los dos años, de octubre de 2010 al mismo mes de 2012, se ha atendido a alrededor de 15 mil personas brindándoles servicios de asistencialismo y formación. Cerca de 70 por ciento de esta población proviene de Honduras, en segundo lugar son de El Salvador, en tercer lugar la de Guatemala, posteriormente población de origen mexicano de los estados del sur del país que se transportan en tren y por último los nicaragüenses.
Carolina González agrega que cerca del 90 por ciento de las personas atendidas son hombres, “estamos hablando de la mayoría y es una población con una edad promedio de 22 a 25 años, son jóvenes los que vienen”.
Aunque el flujo migratorio no es estable, en promedio este albergue atiende a 40 personas al día, pero hay ocasiones que reciben a cinco o 10 y hay días que reciben a más de 200.
El albergue se ubica en una zona estratégica en Apizaco, pues está a un lado de la vía del tren y tiene una barda que los migrantes pueden ver desde “la bestia”. Además, cita Carolina, “trabajamos en constante comunicación con otros albergues del país, entonces los albergues anteriores informan a los migrantes que hay uno en Apizaco y nosotros les informamos del albergue posterior que es el comedor de Huehuetocan”.
—¿Cuántas personas se han accidentado en el tren?
—Tenemos datos de las personas que ingresan al albergue, pero estamos monitoreando constantemente con el Hospital Regional de Tzompantepec de la Secretaría de Salud (Sesa) cuántas personas atienden por enfermedad, heridas o lesiones. También el Instituto Nacional de Migración (INM) comparte sus datos estadísticos para que todos tengamos la misma información.
“Entre julio y octubre de 2012, a raíz de la colocación de barreras que hizo la empresa Ferrosur a un costado de las vías del tren, los datos oficiales revelan siete accidentados. Uno de ellos fue el que tuvo peores consecuencias por la amputación de un brazo y de una pierna, los otros tuvieron heridas menores, pero también un poco delicadas”.
Sin embargo, a raíz de la colocación de las vallas a un costado de la vía del tren, a diario hay personas que sufren contusiones por las barreas al acceder o descender de los trenes. 90 por ciento de los que ingresan a este albergue han sufrido golpes menores que son atendidos con medicamentos y con alguna curación básica por nosotros. Si es de mayor gravedad la lesión, se solicita una ambulancia para llevarlo a un centro de salud.
—¿Es constante la violación a los derechos humanos de los migrantes?
—Lamentamos reconocer que las violaciones a los derechos humanos y los delitos cometidos en contra de los migrantes son una constante, ellos llegan y quieren hablarnos de sus experiencias, otros llegan en situación de crisis y les difícil hablar. La mayor parte de ellos revela que desde su ingreso a Guatemala empiezan a ser víctimas de robos y asaltos. En el caso de las mujeres, ellas sufren violaciones y discriminación.
Un problema que enfrentan para presentar una denuncia es que no identifican a la autoridad que comete la violación a sus derechos humanos, se confunden por los colores de los uniformes de los policías; “sin embargo, nosotros creemos que lamentablemente la policía municipal es quizá la autoridad que más viola los derechos humanos de los migrantes en el país”.
Los migrantes denuncian acoso, maltrato y extorsión de la Policía Federal y de los agentes del INM migración. También se quejan de los guardias de seguridad del tren, quienes constantemente los extorsionan, los maltratan y les cobran una cuota para permitirles subir al tren, abusan de las mujeres en ocasiones que viajan solas y además golpean a los migrantes, apunta.
A pesar de esta situación, los migrantes no inician un proceso jurídico porque les urge llegar a Estados Unidos, amén de que no confían en el sistema de justicia mexicana.
Asimismo, Carolina revela que los migrantes han denunciado la operación de pandillas urbanas y de organizaciones delictivas en los estados del sur de México. “Hablan de que han sido testigos de que llegan camionetas con hombres armados y los obligan a bajarse del tren para secuestrarlos, es una realidad dramática la que ellos viven en la región sur del país”.
–¿Qué tiempo le lleva a un migrante llegar a Estados Unidos?
—Depende de muchos factores como son las condiciones del clima, el apoyo que reciban de sus familiares, de las redes que tengan, si viajan solos o van acompañados o por coyotes. De la frontera sur de México hasta la ciudad de Apizaco se llevan en promedio 15 días. En promedio, un migrante tarda dos meses y medio en cruzar la frontera sur de México para llegar a la frontera con Estados Unidos.
–¿Cuáles son las causas por las que migran los centroamericanos?
—Son tan variadas como variadas las personas que vienen. Las causas principales son la pobreza, la violencia en Honduras, los desastres naturales, el deseo de superación personal, pero cada vez llama más la atención que llegan migrantes homosexuales y lesbianas que son juzgados en sus lugares de origen y deciden irse. Otros viajan para buscar trabajo a fin de apoyar a sus familias, otros para estudiar y unos más por el afán de aventura para conocer y ver otras realidades.
“Los discursos tradicionales se enfocan a los factores económicos y laborales, pero hemos constatado que no sólo son esos factores, sino una combinación de diferentes circunstancias”.
La directora de este albergue también relata otra realidad cruda de los migrantes y que está relacionada con las enfermedades con las que llegan a este lugar.
“En general los padecimientos con los que llegan al albergue son enfermedades respiratorias e intestinales; llegan con diarrea y vomito por tomar agua sucia y comer cosas sin higiene; con los pies muy lastimados, con hongos; fiebre por alguna infección; labios, rostro y orejas resecas por el sol, frío y viento; deshidratados o con hipotermia, según la época del año”.
Por último, menciona que en este albergue se han detectado familias completas que viajan en el tren, pero son pocas. Otro fenómeno es el de acompañamiento temporal, es decir, se establecen relaciones esporádicas que para acompañarse en el camino y al llegar al albergue se presentan como esposos, pero sabemos que no es cierto”.
Los meses de mayor flujo migratorio por Apizaco se presentan entre marzo y agosto, puntualiza.