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El vibrante decenio sesentero (II)

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Los movimientos estudiantiles

Los movimientos estudiantiles se centraron, en sus inicios, en cambios a la ley universitaria, en la autonomía para definir planes y programas, administrarse, y elegir sus autoridades así como en la libertad de cátedra; posteriormente reclamaron democratización de las instituciones de Estado, desaparición del delito de disolución social y de los aparatos represores. (MEH. Fue el Estado, volumen 2 ¿Qué pasó? parte 3).

En Sinaloa exigieron recuperar la autonomía, lo cual lograron en 1965; un año después demandaron descuento del 50 por ciento en salas de cine y ese mismo año renunció el impuesto rector Julio Ibarra; el relevo lo asumió Rodolfo Monjaraz Buelna, cercano al Partido Comunista Mexicano (PCM) y afín al movimiento estudiantil de 1966-1970. La Junta de Gobierno nombró rector a Gonzalo Armienta Calderón en 1970 y se reactivó la movilización confluyendo tres fuerzas políticas: la corriente nacionalista (liberal, antiimperialista), la de los comunistas y la del grupo llamado Los enfermos, que sostenían la tesis de la universidad fábrica y la toma del poder por parte de los universitarios; Los enfermos fueron expulsados de las casas de estudiantes universitarios y en 1973 se integraron a la Liga Comunista 23 de Septiembre (LC23S).

En Puebla se gestó un largo proceso de reforma universitaria entre 1961 y 1973 encabezado por un frente amplio integrado por universitarios liberales afines a la corriente nacional revolucionaria; los comunistas, trotskistas y maoístas; la contraparte, el Frente Universitario Anticomunista (fuas), expresión local del Yunque, fue apoyado abiertamente por Octaviano Márquez y Toriz, arzobispo de Puebla, el gobierno local —afín al avilacamachismo— y los grupos empresariales. El Congreso local expidió en 1956 la Ley Orgánica de Universidad Autónoma de Puebla (UAP), en la cual el gobernador nombraba a los integrantes del Consejo de Honor —máximo órgano de gobierno universitario—, situación que generó inconformidad entre los universitarios autonomistas; el 17 de abril de 1961, un grupo heterogéneo de universitarios manifestó públicamente su solidaridad con el pueblo cubano y festejó el fracaso de la invasión a Bahía de Cochinos; la policía estatal lo disolvió violentamente. Una semana después, los FUAs convocaron a un acto de repudio a los comunistas y éstos fueron agredidos; el 1 de mayo, el Comité Estudiantil Poblano tomó el edificio Carolino y el 9 del mismo mes, desconoció al rector Armando Guerra Fernández, afín a los fuas y nombró rector de facto a Julio Glockner, quien vindicó el carácter laico, gratuito y crítico de la educación superior; la apertura de la UAP a todas las corrientes de pensamiento; vinculó el conocimiento científico con las necesidades sociales y encabezó la discusión y aprobación de la nueva Ley Orgánica que abolía el Consejo de Honor y creaba en su lugar el Consejo Universitario como máximo órgano de gobierno. Esta propuesta fue desechada por el Congreso local el 4 de agosto de 1961, ese mismo día, el gobernador de Puebla declaró la Ley marcial en la ciudad capital. Es hasta el 22 de febrero de 1963 cuando se promulgó la nueva Ley Orgánica de la UAP, la cual consignó al Consejo Universitario como la máxima instancia de gobierno universitario y reconoció la libertad de cátedra e investigación.

El 13 de octubre de 1964 se gestó en la ciudad de Puebla una amplia movilización encabezada por los productores de leche inconformes con la aprobada Ley sobre producción, introducción, transporte, pasteurización y comercialización de leche, la cual los perjudicaba; la policía estatal los reprimió y detuvo a decenas de simpatizantes, entre otros, a Danzós Palomino, Bruno Martínez, Vicente López, Doroteo Fernández de Lara y Enrique Cabrera. Al siguiente día, una manifestación de universitarios de la UAP fue reprimida por las policías judicial, estatal y de tránsito; ese mismo día, el Consejo Universitario suspendió actividades y exigió la destitución del gobernador Nava Castillo. Los días 15, 18 y 23 de octubre los universitarios salieron a las calles para exigir la destitución del gobernador, en estas ocasiones, los acompañaron estudiantes de la UNAM, del Instituto Politécnico Nacional, taxistas, ferrocarrileros, obreros de textiles, profesores y campesinos. La respuesta inmediata (17 de octubre) a esta amplia manifestación fue dejar sin aplicación la Ley de pasteurización —derogada el 20 de diciembre de 1964— y la renuncia del gobernador Antonio Nava Castillo el 29 de octubre de 1964.

En 1971 emergió la Universidad Crítica, Democrática y Popular y los ataques de los fuas y del gobierno local no cesaron, en 1972 asesinaron a Joel Arriaga y a Enrique Cabrera, líderes universitarios y detuvieron a un centenar de universitarios; el 18 de octubre de 1972, el gobernador Gonzalo Bautista solicitó la aprehensión de 18 dirigentes universitarios afiliados al PCM. El 1 de mayo de 1973, cuatro brigadistas fueron asesinados por la policía estatal: Alfonso Calderón, Enrique González, Víctor Manuel Medina y Norberto Suárez; el 8 de mayo inició un paro nacional universitario en apoyo a la UAP, al otro día, renunció el gobernador Gonzalo Bautista. La emergencia de la guerrilla fue la prioridad de los gobiernos locales y federales y la represión hacia los movimientos universitarios amainó, los FUAs tuvieron su propia universidad y la UAP inició la consolidación del proyecto de universidad en marcha.

En 1968, en la ciudad de México se desarrolló el movimiento estudiantil más trascendente del siglo pasado: escuelas privadas y públicas se unieron para exigir la liberación de los presos políticos, la derogación de los artículos penales a través de los cuales la disidencia política era aprehendida (145 y 145 bis), la desaparición del cuerpo de granaderos, la destitución de jefes policiacos represivos y la indemnización a los familiares por las heridas o muerte de sus hijos. Con propósitos distintos, dos marchas coincidieron el 26 de julio de 1968 en el centro de la actual ciudad de México: una fue convocada por el Centro Nacional de Estudiantes Democráticos (CNED), la Juventud Comunista y sociedades de alumnos de la UNAM y del IPN, su propósito fue celebrar el asalto al cuartel Moncada; la otra, convocada por la vocacional 5 del IPN, tuvo como objetivos denunciar el allanamiento perpetrado por fuerzas represivas y la detención de varios estudiantes, exigían la desaparición del cuerpo de granaderos y la destitución de los jefes policiacos del entonces Distrito Federal. La primera marcha fue reprimida a pocos metros del zócalo de la ciudad, que era el destino; los agraviados retrocedieron un kilómetro para comunicarles a los otros manifestantes la macaniza que les dieron los granaderos, ambos contingentes deciden ir al zócalo y nuevamente fueron golpeados.

Se inició una acción conjunta de universitarios liderados por el IPN y la UNAM, a las cuales se sumaron miles de estudiantes de decenas de centros de educación, tanto del llamado Distrito Federal como de otras 10 entidades federativas. La movilización concluyó el 2 de octubre de 1968 con el asesinato de cientos de estudiantes y miles de heridos. Se le considera la revolución cultural más significativa de México y fue un referente importante para el desarrollo de un pensamiento crítico, comprometido, propositivo e históricamente situado.

EEUAP y ENEUNAM

La Escuela de Economía de la UAP (EEUAP) inició labores en marzo de 1965; en esos momentos, todas los programas de enseñanza se impartían en el edificio Carolino y había una campaña anticomunista (satanización, discriminación, clasismo, represión, detenciones y asesinatos) orquestada por el Arzobispo de Puebla, las organizaciones empresariales y el gobierno del estado de Puebla —afín al cacicazgo de Rafael Ávila Camacho— en contra de las izquierdas de aquella época (nacional-revolucionario, maoístas, masones y comunistas).

Desde su origen y por lo menos durante cinco lustros, su plan de estudios fue el de la Escuela Nacional de Economía de la UNAM (ENEUNAM). Su planta docente inicial la integraban, en su mayor parte, unamitas afines a Humberto Gaytán Rojo, Manuel López Gallo, Francisco Adame Díaz y Salvador Carmona Amorós, quienes fueron sus primeros directores hasta la segunda Reforma Universitaria de 1971, año en que los comunistas asumen, por voto universal, directo y secreto, la rectoría de la UAP. La EEUAP fue dirigida por académicos afines al PCM entre 1972 y 1982, en ese decenio, fue muy valiosa la colaboración de docentes de la UNAM, entre otros, de Enrique Semo Calev, Aurora Bárcenas, Héctor Tamayo López Portillo, Jaime Ornelas Delgado, Sergio Corichi, José Luis Cardona, Roberto Borja, Arturo Huerta, Eduardo González, Rogelio Huerta Quintanilla, Esperanza Fujiyaki, Raúl Ramos Zavala, así como de los profesores Cordero (Historia Económica), Valdés (Matemáticas) y Benavides (Teoría Económica). La paga no era muy alta ni segura en esos años y el ataque de las fuerzas anticomunistas y la represión de los gobernadores avilacamachistas era persistente: había una alta rotación de la planta académica.

El pensamiento crítico latinoamericano y de El Caribe reforzó la planta académica y, en muchos casos, fueron cofundadores de programas de posgrado junto con los egresados del posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM (FEUNAM). A principios de 1980 había en la UAP por lo menos de 120 científicos exiliados, la mayoría de ellos eran argentinos, guatemaltecos y chilenos; 15 por ciento de ese exilio formó parte de la planta docente de la EEUAP. Los compañeros exiliados incorporados a la EEUAP fueron los argentinos Susana Rappo, Federico Manchón y José María Giner Ríos; los bolivianos Álvaro Aguirre, Rosa Talavera y Carlos Villegas Quiroga; la brasileña Gloria Marroni; el colombiano Manuel Fernández; los chilenos Carlos Montes Cisternas, Nelson Herrera Allel, Sara Bulnes, Fernando Nuñez, Jaime Estay Reyno; el haitiano Luc Smart Roche; los guatemaltecos Carlos Alberto Castañeda y Samuel de León; el paraguayo Félix Bogado y el peruano César Samillán Incio.

Los años setenta fueron de consolidación de la Reforma Universitaria en la UAP (autonomía universitaria; lucha por la democracia; ejecución de los programas de la Universidad Crítica, Democrática y Popular; masificación y gratuidad de la enseñanza y el refrendo de impartición de programas de nivel medio superior). Con la elección de Luis Rivera Terrazas en 1975, el arribo a la gubernatura de Alfredo Toxqui Fernández de Lara (1975) e instalados los anticomunistas en su universidad privada (1973), amainaron los conflictos entre los llamados FUAs y las fuerzas progresistas de la UAP.

En el segundo quinquenio de los setenta se inició la formación de posgrado de algunos profesores de la EEUAP, la mayoría de ellos eran egresados de esa institución y optaron, por afinidades académicas e ideológicas, hacerlo en la División de Estudios de Posgrado de la FEUNAM: José Doger Corte, Víctor Espíndola Cabrera, Jorge Sánchez Zacarías, Jaime Estay Reyno, Germán Sánchez Daza, Jesús Rivera de la Rosa, Isaías Huerta, Gabriel Macías, Lourdes Vargas, Irma Paulina Chávez y Pascual Urbano Carreto. Otros profesores que laboraban en la escuela mencionada también lo hacen: Federico Manchón y Rogelio Huerta Quintanilla; Susana Rappo Miguez, egresada de la tercera generación se integra a la planta de académicos de la EEUAP, también yo, que soy de la segunda generación.

En la Ciudad de México, especialmente en la UNAM, se concentró parte del pensamiento crítico expulsado por los regímenes militares de Centro y Sud América y El Caribe, ahí los jóvenes emergidos de movimientos estudiantiles y/o con una militancia política-militar buscaron respuestas que el viento no les daba, había un pensamiento crítico novedoso que, desde nuestras epistemes, se proponía vincular la teoría con la acción de masas desplegadas en muchas latitudes de nuestro continente, entre otros, impartieron cátedra en diversas instituciones unamitas, los brasileños Teothonio Dos Santos, Vania Bambirra, Francisco Julião, Ruy Mauro Marini y María Conceição Tavares; los chilenos Orlando Caputo, Pedro Vuskovic, Pío García, José María Bulnes, Eduardo Ruíz Contardo, Sergio Aburto y Armando Cassiogoli; los argentinos Rolando García, Enrique Dussel, Rodolfo Puiggrós, Sergio Bagú, José Aricó, Juan Carlos Portanteiro, Pedro Paz, Óscar Correas, Juan Gelman; los haitianos Gerard Charles-Pierre y Suzy Castor, los ecuatorianos Agustín Cuevas y Bolívar Echeverría; los bolivianos Mercedes Urriolagoitia y René Zavaleta Mercado y los uruguayos Samuel Lichtensztejn, Lucía Sala, Ida Holz, Nelson Minello, Rubén Svirsky, Juan Carlos Plá y Daniel Waksman.

A través del exilio de docentes y condiscípulos y de la emigración interestatal de otros compañeros conocimos otras formas de estar y percibirnos: entre clase y chela platicábamos de nuestras vivencias políticas y respectivas culturas: leímos gustosos los poemas de Nicolás Guillén, Pablo Neruda, Mario Benedetti, Rafael Alberti, Miguel Hernández, José Agustín Goytisolo y de Luis Cardoza y Aragón; leímos los cuentos de Tito Monterroso; las novelas de Manuel Puig, Eduardo Galeano, Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez; escuchamos a Víctor Jara, a los Parra (Violeta y Ángel), Quilapayún, Inti Illimani, Alfredo Zitarrosa, Camerata Punta del Este y a Hugo del Carril. Por nuestro conducto, ellos conocieron a José Revueltas, Efraín Huerta, José Agustín, Edmundo Valadés, Octavio Paz, Fernando del Paso, Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Óscar Chávez, Raymond, Paco Ibáñez, J. M. Serrat y José Alfredo Jiménez. Incluso nos dábamos espacio para ver pelear a Mohamed Alí y escuchar algo de rock.

En solo dos decenios (1960-1980) la población urbana aumentó 1.5 veces, lo que, aunado a un crecimiento económico dos veces superior al poblacional, estabilidad del tipo de cambio y de los precios, generó una mayor demanda de servicios educativos; durante esos años, la matrícula nacional de enseñanza media superior creció 12 veces y la superior en 32 veces; en el caso de la UNAM, la enseñanza media superior creció 5.2 veces y la licenciatura en 2.5 tantos. Los incrementos de la matrícula escolar a nivel nacional exigieron aumentar la planta académica, que en esos 20 años creció 9.5 veces en la enseñanza media superior y 18.2 veces en el nivel superior.

El quehacer académico fue, desde los setenta, un expansivo campo laboral y, para los economistas egresados de escuelas públicas o que ya laboraban en ellas, el posgrado de la FEUAM fue la referencia, nos ofrecía la currícula deseada desde la perspectiva crítica con la que nos identificábamos. De Sonora procedían Mario Camberos y Enrique Provencio Durazo; de Sinaloa, Liberato Terán Olguín, Arturo Retamoza, Baldemar Ruelas, Hilda Valenzuela, Waly Meza, Rosa María, Fausto y Burgos; de Jalisco, Felipe Zermeño; de Coahuila, Arnoldo Hernández Torres; de Nuevo León, Emilio Caballero Urdiales y Rogelio Huerta Quintanilla; de Zacatecas, Rigoberto Villa Vázquez, y del entonces Distrito Federal, Gloria Pedrero González, Patricia Leduc, María Luisa de Mateo, Iris Edith Santacruz Fabila, Daniel Dardón, Joaquín Careaga, María de Lourdes Perkins y Teresa Aguirre, entre otros. La mayoría de los egresados del posgrado de la FEUNAM se reincorporaron a sus dependencias de adscripción o se integraron a instituciones de educación superior para continuar su trabajo académico, pero ese será tema de otros convocados en este homenaje al doctor Enrique Semo Calev (7/11/2024).

Hernández Navarro, Luis. (enero-febrero de 2011). Bolívar Echeverría: apuntes de una generación. México. UAM-Azcapot-zalco. El Cotidiano, núm. 165, pp. 115-120.

Ávila Coronel, Francisco (mayo-agosto 2016). Historiografía de la guerrilla del Partido de los Pobres (PDLP) (Atoyac, Guerrero). México. Instituto de Investigaciones José María Luis Mora: Secuencia (95), 152-187.

https://doi.org/10.18234/secuencia.v0i95.1381

Tirado Villegas Gloria Arminda y Gloria Arminda Villegas (2021). “1971. Reflexiones sobre la reforma universitaria, UAP (México)”. XIV Jornadas de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.

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