¿La izquierda al poder?

Existe una urgente necesidad de unir esfuerzos en una lucha común contra el capitalismo, un sistema que no respeta la vida, destruye la naturaleza, degrada las relaciones sociales, incrementa la corrupción y nulifica las libertades democráticas y los derechos políticos.

Bajo esa premisa, marxistas, socialistas y comunistas reflexionaron sobre la izquierda y el poder, y discutieron las opciones y posibilidades de participación en el proceso electoral de 2018.

Durante el Tercer Encuentro ¿La izquierda al poder?, los militantes de izquierda analizaron la realidad del país, el papel de los partidos de izquierda y la participación de la vocera del Concejo Indígena de Gobierno (CIG), María de Jesús Patricio Martínez, “Marichuy”.

El punto de partida para su análisis es la amplia producción teórica del economista alemán Karl Marx: “para nosotros, el marxismo no solo es una teoría viva, fortalecida con el tiempo, sino el instrumento indispensable para comprender y transformar el mundo y sustituir la sociedad basada en la explotación y la dominación, por una nueva sociedad justa y democrática”, sostuvieron los participantes.

Coincidieron en la manifiesta incapacidad del sistema capitalista “para garantizar justicia, el buen vivir, el respeto a los derechos de la naturaleza y la democracia de nuestra sociedad”, reflejada en las condiciones de violencia, precariedad y vulnerabilidad que viven los mexicanos.

Se ha impuesto, indicaron, “el despojo del valor creado por los trabajadores y el uso y la manipulación del crimen organizado desde las altas esferas del poder para favorecer a la política del miedo y obtener mayores ganancias en sus ilícitos negocios; se alienta un estado autoritario y represor contra la disidencia”.

Jaime Ornelas Delgado, miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), acotó: “El capitalismo neoliberal sufre una crisis en México, la violencia se ha enseñorado en la vida cotidiana y llega a extremos que rebasan la imaginación. La impunidad y la corrupción, junto con el narcotráfico y la expansión de la narco política se han vuelto parte de la vida diaria en todo el país”.

 

Capitalismo y poder en México

 

En su participación, el profesor investigador de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Germán Sánchez Daza, sostuvo que “el poder en una sociedad implica dominio, la instauración de una clase o de sus prepresentantes como grupo social que supedita, subyuga, somete, oprime al resto de la sociedad”.

El economista detalló que el poder político en México es un Estado capitalista, neoliberal; “el capital logra explotar a la clase obrera, pero también a las demás clases sociales, la relación capitalista de producción subsume, subordina, integra a las demás relaciones de producción (campesina, comunal, pequeño propietario). No solo económicamente, sino también cultural, ideológicamente”.

En tanto —continuó— este Estado capitalista neoliberal “es hegemonía, capacidad de legitimación y conducción de la sociedad, es reproducción de la cultura, de la visión de mundo; es ideología, formas y sentidos de vida, es construcción simbólica cotidiana” que logra que los sueños y deseos individuales y colectivos tengan forma de mercancía.

Para Ornelas Delgado, militante del extinto Partido Comunista de México, “las reformas estructurales instauradas por este Estado capitalista se acompañaron de promesas hasta ahora incumplidas; se ha naturalizado la economía informal, al desempleo, las condiciones laborales precarias, los bajos salarios, el outsourcing, la inflación y el estancamiento económico, cuyo significado se traduce en la falta de crecimiento, mayor desigualdad social y una enorme concentración de la riqueza y del ingreso”.

El riesgo —continuó — es que los jóvenes han empezado a perder la esperanza, ya que miles de ellos ven frustada su intención de cursar estudios universitarios y millones buscan empleo que no encuentran; ahora se les criminaliza al encontrarlos culpables de su situación por no haber aprobado el examen de admisión o no tener trabajo, pues “carecen de experiencia” y de habilidades laborales.

A decir del académico, la situación que viven los jóvenes en el país es preocupante, pues “no se sabe qué es de su vida, se localiza en el olvido, el régimen los ha borrado de su agenda de preocupaciones”.

 

Morena y la izquierda pro capitalista

 

Para los marxistas, socialistas y comunistas, la izquierda partidista renunció a sus principios fundamentales, como es el caso, dijeron, del Partido de la Revolución Democrática (PRD) que “se corrió al centro para después aliarse con la derecha más reaccionaria (PAN) argumentando que derecha e izquierda son, ya, conceptos rebasados”. Esta izquierda partidista, señalaron ya no quiere hablar de lucha de clases ni de explotación.

Morena por su parte, sostuvieron, tiene la  debilidad de ser un instituto político receptor de residuos de todos los partidos políticos, del PRI, del PAN o del PRD; no importa su ideología si aceptan que lo fundamental es ganar la presidencia de la República.

Consideraron que Morena busca una especie de “cambio con permiso”, confiando en el respeto a la legalidad y en instituciones que responden al poder.

Todo indica, expresaron, que la estrategia de Andrés Manuel López Obrador de cara al próximo proceso electoral será mostrarse ante los poderosos como alguien que sí puede poner en orden al país.

En el fondo, afirmaron, no hay propuestas que se distingan de la actual política económica, “la propuesta clave de Morena, combatir la corrupción, la puede decir cualquiera”.

De los llamados gobiernos progresistas de América Latina, consideraron que se han destacado por ser una izquierda pro capitalista; como ejemplos citaron los casos de Bolivia, Uruguay y Brasil.

Ejemplificaron: el marxista Álvaro García Linera “celebra el capitalismo dependiente, desarrollista y extractivista de Bolivia porque, según él, el fruto de la explotación se distribuye ahí entre la gente. José Mujica, en Uruguay, cambió su sueño de transformar el mundo por la buena administración del capitalismo. En el caso de Brasil, Lula consideró que sus políticas eran todo lo que la izquierda soñaba que se hiciera: “Un obrero metalúrgico —decía con orgullo— está haciendo la mayor capitalización de la historia del capitalismo”.

 

Luchar por el poder político para construir autonomías

 

La candidatura del EZLN-CNI es una oportunidad para lanzar una serie de propuestas que cuestionen al poder, que se enfrenten a él y señalen claramente la necesidad de derrocarlo, destacaron. Aunque, la candidatura de “Marichuy” no pasará de ser una candidatura testimonial.

Sánchez Daza, por su parte, apuntó: “Si los pueblos explotados no luchan también por el poder político, al final este poder los seguirá sometiendo, robándose sus tierras, sus recursos, sus vidas. La construcción de autonomías no es una alternativa a la lucha poder político, más bien luchar por el poder político es la mejor forma de construir verdaderas autonomías”.

Asimismo, los militantes señalaron que fuera del sistema de partidos “existen movimientos sociales, campesinos, estudiantiles, indígenas y populares de carácter reinvindicativo, con ascensos esporádicos de su lucha, pero con un limitado nivel de organización, una influencia regional apenas perceptible en el país y sin impacto real en la correlación de fuerzas que determina el poder, como para incidir en las decisiones del poder formal e informal”.

Acotaron que luchar contra el capital es hoy un asunto de supervivenvia, porque lo que hace al ambiente pone en peligro la de la especie humana y lo que hace a la sociedad y la cultura destruye las bases de nuestra convivencia e intensifica todas las formas de la violencia reinante.

Finalmente, concluyeron que “la lucha contra el capital exige ante todo reconocer que nuestras necesidades no son ya una imposición de la naturaleza, sino fruto del despojo. Nuestros deseos tienen ya forma de mercancías. Recuperar deseos y necesidades es paso necesario en la lucha contra el capital”.

 

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