Cacaxtla y el cielo

La batalla, el tema puede aludir a una guerra cósmica. Zona Arqueológica de Cacaxtla-Xochitécatl, D. R. Instituto Nacional de Antropología e Historia, México

La batalla, el tema puede aludir a una guerra cósmica. Zona Arqueológica de Cacaxtla-Xochitécatl, D. R. Instituto Nacional de Antropología e Historia, México

La civilización cacaxtla, situada en lo que hoy es el estado de Tlaxcala, México, dejó un legado cultural notable, que incluye arte, arquitectura y conocimientos astronómicos. Los eclipses desempeñaron un papel importante en la mitología y la vida cotidiana de los cacaxtlas, y eran considerados eventos cósmicos de gran significado.

Los cacaxtlas compartían muchas de las creencias mitológicas de otras culturas mesoamericanas, y sus dioses y deidades estaban relacionados con el Sol, la Luna y las estrellas. En el centro de su mitología, los eclipses eran interpretados como un enfrentamiento cósmico entre las fuerzas divinas, donde la Luna y el Sol, representados por los dioses Tezcatlipoca y Huitzilopochtli, respectivamente, se enfrentaban en una lucha eterna.

Los mitos cacaxtlas relatan cómo Tezcatlipoca, el dios de la noche asumía ocasionalmente la forma de un jaguar y devoraba al Sol, dando lugar a un eclipse solar. Este evento era considerado un presagio de cambios significativos en la vida de la comunidad, ya fueran positivos o negativos, y se interpretaba como una intervención divina en el mundo humano, por lo cual era motivo de rituales y ofrendas para apaciguar a los dioses.

Los cacaxtlas también eran conocidos por su habilidad en la observación de los astros. Sus sacerdotes y astrónomos estudiaban minuciosamente los movimientos del Sol, la Luna y otros cuerpos celestes. Esta profunda comprensión astronómica les permitía predecir con precisión los eventos celestes, incluyendo eclipses, solsticios y equinoccios.

Estos conocimientos astronómicos eran cruciales para la vida cotidiana y las actividades ceremoniales de los cacaxtlas, ya que permitían la planificación precisa de la agricultura y la organización de eventos religiosos en sincronía con el ciclo celeste.

Los alineamientos en la arquitectura y sus orientaciones señalan de manera consistente que los edificios ceremoniales más importantes del conjunto fueron ubicados a partir de criterios astronómicos. Esto muestra de manera notable la relación de los cacaxtlas con el Cosmos. Muchos de los edificios y templos estaban cuidadosamente alineados de manera que las estructuras o las esculturas en sus fachadas permitieran la observación y el seguimiento de los movimientos del Sol y la Luna a lo largo del año. La influencia de estos alineamientos no solo tenía fines funcionales, como la planificación de ceremonias, sino también simbólicos, ya que reforzaban la importancia de los ciclos celestes en la vida de la comunidad.

Cuando se acercaba un eclipse, los cacaxtlas realizaban rituales específicos para aplacar a los dioses y garantizar que el Sol regresara. Estos rituales implicaban la realización de ceremonias elaboradas que involucraban a sacerdotes y miembros de la nobleza. Se ofrecían ofrendas de alimentos, flores y objetos preciosos, destinados a apaciguar a las deidades cósmicas, pues creían que la intervención divina era necesaria para restaurar el equilibrio en el universo y asegurar la continuidad de la vida como la conocían.

A pesar de la desaparición de esta civilización en el siglo X, la comprensión y el respeto por los eclipses han perdurado en la cultura mexicana y en las poblaciones indígenas. Hoy en día los eclipses continúan siendo ocasiones de observación astronómica y eventos espirituales en muchas comunidades de México. Su herencia sigue influyendo en la interpretación de estos fenómenos celestes, recordando la profunda relación que esta antigua civilización mesoamericana tenía con el cosmos.

En resumen, los eclipses desempeñaron un papel significativo en la cultura cacaxtla, influyendo tanto en su mitología como en su observación astronómica. Estos eventos cósmicos eran interpretados como manifestaciones de la lucha entre los dioses del Sol y la Luna, y su influencia se extendía a la vida cotidiana y las prácticas ceremoniales, lo que ha dejado una huella indeleble en la herencia cultural de México.

Más información:

https://www.jstor.org/stable/24897235

 

 

 

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