Importancia del Año Internacional de los Suelos en México

Las condiciones y capacidades que los suelos agrícolas en México tienen para cumplir sus funciones de proporcionar energía, agua y alimentos, son especialmente importantes por las necesidades de cubrir la seguridad alimentaria.

Según Toledo y Ordoñez (1999), 48 por ciento del territorio nacional se encuentra en condiciones de aridez y semiaridez, en donde no es posible sostener el desarrollo de un cultivo agrícola, más el 15 por ciento de territorio ubicado en zona templada subhúmeda, la cual puede ser susceptible a diferentes niveles de sequía. Asimismo, debe tomarse en cuenta lo que la Comisión Nacional Forestal (Conafor) y la Universidad Autónoma

Foto: Abraham Paredes

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Chapingo (2013) consideran, que 24.3 por ciento de la superficie agrícola presenta una ligera degradación; 17.2 por ciento, moderada; 34.4 por ciento, severa; más 9.4 por ciento, en degradación extrema. Posiblemente estos dos últimos datos (43.8 por ciento) tengan una relación con los métodos y técnicas que se aplican al suelo para sostener la cultura del maíz, por la cual se tiene la costumbre de remover el suelo mediante el uso de maquinaria en la preparación para la siembra, que puede consistir en barbecho, cruza, rastra, surcado, fertilización-siembra; y la escarda respectiva para darle nutrición y sostenimiento a las plantas.

Es evidente que el maíz es la base de la alimentación mexicana y es impensable disminuir los espacios cultivados; más bien se requiere incrementar su producción, por cuanto México fue deficitario por 9 millones 515 mil toneladas de maíz al tener que importar de Estados Unidos (EEUU), Sudáfrica y Brasil en 2012 (AgroDer, 2012), 29 por ciento de la cantidad que se consumió en ese mismo año.

En México puede haber una presión socioeconómica considerable sobre el recurso suelo, porque la demanda normal de alimentos no avanza conforme al crecimiento poblacional. Esto nos obliga a prever un posible colapso alimenticio o el incremento de importaciones de alimentos. Los mejores suelos y con mayores rendimientos se tienen en la región del Bajío (parte no montañosa de los estados de Querétaro, Guanajuato, Aguascalientes y los Altos de Jalisco) y en Sinaloa, con suelos de Feozem y Vertisoles, respectivamente. Sin embargo, el resto del país presenta diferentes limitaciones o requiere aplicaciones tecnológicas de protección, recuperación, rehabilitación o mejoramiento de la capacidad productiva.

Algunas observaciones sobre las regiones de México es que el sureste presenta exceso de lluvias con una fuerte lixiviación de nutrientes; casi la mitad del territorio mexicano no tiene humedad; el resto puede presentar topografía accidentada. Esta última condición puede también ser preocupante, porque requiere atención en aspectos de retención de suelo; tan solo en Amanalco, estado de México, existen áreas en donde se pierden más de 200 toneladas (capa de más de 2 cm) de suelo por hectárea por año (Conagua, 2011), cuando formar un centímetro de suelo puede tardar la naturaleza más de 200 años.

Conscientes de esta situación, el Centro de Agroecología del Instituto de Ciencias, a través de la maestría en Manejo Sostenible de Agroecosistemas, busca contribuir en la formación de personal especializado y en la generación de conocimiento nuevo que permita la recuperación de la capacidad productiva del suelo agrícola y conservar los recursos naturales suelo y agua, lo que se une al sostenimiento del carácter biodiverso que todavía ostenta México.

Si bien existen varias corrientes científicas en el uso del suelo, el Centro de Agroecología sostiene su misión mediante la aplicación de un marco agroecológico con el fin de optimizar los procesos ecológicos en los campos de cultivo (Altieri, 1999), tales como la optimización de la función metabólica mediante la descomposición de la materia orgánica y el ciclaje de nutrientes; el incremento de la conservación y rehabilitación del suelo, agua y biodiversidad del suelo; el balance de los factores de regulación que influyen en los ciclos de nutrientes, el balance de agua, el flujo de energía, las poblaciones de organismos, y el incremento y sostenibilidad de la capacidad productiva del suelo en el largo plazo.

La tarea de optimizar el uso del suelo, junto con el ánimo que infunde la Asamblea General de las Naciones Unidas, al designar a 2015 el Año Internacional de los Suelos, hace que en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla reconozcamos que estamos integrados en ese fin noble de producir alimentos, buscando hacer que la producción sea suficiente y sostenible, cuidando los recursos naturales de México.

Bibliografía

 

AgroDer, 2012, Producción de maíz, México 2010, comparativo regional de rendimientos. Disponible en:

http://www.agroder.com/Documentos/Publicaciones/Produccion_de_Maiz_en_Mexico-AgroDer_2012.pdf

 

Altieri, M. A., 1999, Agroecología, bases científicas para una agricultura sustentable. Montevideo, Uruguay, Nordan-Comunidad,.

 

CONAGUA, 2011, Mapa de erosión hídrica actual de la Cuenca Valle de Bravo. Estado de México. En: Proyecto “Plan para la gestión integral del agua y recursos asociados de la Cuenca Valle de Bravo, Estado de México“. Comisión Nacional del Agua. México.

 

CONAFOR-UACh, 2013, Línea base nacional de degradación de tierras y desertificación. Informe final. Zapopan, Jalisco,Comisión Nacional Forestal y Universdad Autónoma Capingo.. 160 p.

 

Toledo, V.M. y M.J. Ordóñez, 1999, Zonas ecológicas de México. UNAM-CONABIO. México.

 

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