El Boletín de los Observatorios de Tonantzintla y Tacubaya y su legado

“Si una biblioteca es un espejo del universo, un catálogo es entonces un espejo de este espejo”.

Alberto Manguel

 

El primer artículo del Boletín de los Observatorio de Tonantzintla y Tacubaya fue publicado el 1 de enero de 1952. Contenía un solo artículo escrito en Español con un pequeño resumen en Inglés, que llevaba como título “Nuevas Nebulosas Planetarias y Objetos con Emisión en la Región del Centro Galáctico” el autor de dicho artículo era Guillermo Haro. Hasta antes de este artículo sólo se conocían 150 nebulosas planetarias, entre las más famosas nebulosas planetarias se encuentra la Nebulosa del Anillo, también conocida como M57 o NGC 6720. Haro reportó 67 nuevas nebulosas planetarias, rompiendo con ello la idea de que en toda la Galaxia no había más de 150 de estas nebulosas.

El primer artículo del Boletín de los Observatorio de Tonantzintla y Tacubaya fue publicado el 1 de enero de 1952. Contenía un solo artículo escrito en Español con un pequeño resumen en Inglés, que llevaba como título “Nuevas Nebulosas Planetarias y Objetos con Emisión en la Región del Centro Galáctico” el autor de dicho artículo era Guillermo Haro. Hasta antes de este artículo sólo se conocían 150 nebulosas planetarias, entre las más famosas nebulosas planetarias se encuentra la Nebulosa del Anillo, también conocida como M57 o NGC 6720. Haro reportó 67 nuevas nebulosas planetarias, rompiendo con ello la idea de que en toda la Galaxia no había más de 150 de estas nebulosas.

Tengo la manía de pasar las noches siguiendo pistas bibliográficas en las bibliotecas de los observatorios. En este raro hábito no me encuentro solo, el bibliómano Alberto Manguel escribió un libro relatando los pormenores de esta parafilia, al que tituló La Biblioteca de Noche.

Entre las bibliotecas donde he pasado horas muy gratas consultando libros y revistas, siguiendo la pista de algún resultado científico, el desarrollo de una idea, o la vida de algún astrónomo, puedo mencionar la biblioteca del Observatorio del Vaticano que se localizaba en el Palacio Estivo del Papa en Castel Gandolfo, Italia; la biblioteca del Observatorio David Dunlap de la Universidad de Toronto en Richmond Hill Ontario, en Canadá; la biblioteca John G. Wolbach del Centro Smithsoniano de Astrofísica en la Universidad de Harvard, en Cambridge Massachusetts, Estados Unidos; la biblioteca de los Observatorios Carnegie en Pasadena, California; la biblioteca del Departamento de Astronomía del Instituto Tecnológico de California en Pasadena, California y la biblioteca del Observatorio de Marsella, en Francia.

Al internarme en la colección de revistas científicas siempre me llenaba de orgullo encontrarme con la colección del Boletín de los Observatorios de Tonantzintla y Tacubaya, y en lo que sigue me referiré a esta publicación como el Boletín. ¿Por qué se encuentra esta publicación mexicana en estas bibliotecas tan importantes? La respuesta breve es que el Boletín se conformó como una publicación científica importante, donde los resultados de investigaciones astronómicas presentadas tenían la reputación suficiente para ganarse un espacio en esas distinguidas bibliotecas. Elaboro en esta respuesta a continuación.

En 1950, México era un país en construcción. En esa época se respiraba un gran espíritu de regeneración e independencia. El gran impulso hacia la modernización había comenzado durante la presidencia de Lázaro Cárdenas del Río de 1934 a 1940. El Observatorio Astrofísico Nacional de Tonantzintla fue fundado en 1942, durante la presidencia de Manuel Ávila Camacho. El primer director fue Luis Enrique Erro. La infraestructura para la generación de una sociedad moderna estaba puesta en 1950. Para entonces, ya se habían creado los grandes institutos para la educación superior, los centros de investigación en medicina y salud pública, los institutos para las bellas artes y la antropología. Ya en ese tiempo Guillermo Haro se comenzaba a consolidar como un gran astrónomo, había sucedido a Erro en la dirección del Observatorio Astrofísico Nacional desde 1951.

El Boletín fue fundado por Guillermo Haro en 1952. En sus inicios es una publicación modesta, casi casera. Se imprimía con mimeógrafo en papel barato. En este momento nadie sabe más de los mimeógrafos, pero fueron muy populares en las escuelas públicas hasta 1980. Los esténciles eran “picados” a máquina o a mano con el material que se deseaba imprimir, se entintaban y se imprimían las hojas con un rodillo. Supongo que Haro quería lograr dos objetivos con dicha publicación: el primero era animar y reafirmar el sentir nacionalista que compartía con Erro y muchos otros grandes mexicanos; Haro tenía plena confianza que la ciencia que se hacía en el Observatorio Astrofísico Nacional con la Cámara Schmidt era de primer nivel; sin embargo, creo que el objetivo principal de Haro era ahorrar dinero, porque el costo de publicación en las revistas internacionales más importantes era muy alto.

Ahora existen medios digitales para publicar con bajos costos, sin embargo, las publicaciones con mayor impacto siguen cobrando, en algunos casos hasta 150 USD por página.

El Boletín llegó al mundo en un momento extraño. La práctica de publicar boletines de los observatorios astronómicos se había hecho popular durante el siglo XIX, pero para los inicios del siglo XX, la práctica ya casi había desaparecido. Las revistas internacionales con arbitraje se habían vuelto la práctica estándar para avalar la publicación de los resultados científicos. El arbitraje es usualmente anónimo, uno o varios expertos son invitados por el editor de la revista donde se quiere publicar un resultado para que revise, valide y en su caso sugiera mejorías a la publicación. El árbitro puede recomendar la publicación o el rechazo de un resultado.

Haro fue el promotor principal del Boletín, fue editor del mismo durante los 20 años en los que fue publicado. Desde el primer artículo que se publicó en el Boletín se logró llamar la atención internacional. De un solo golpe Haro había incrementado el número de nebulosas planetarias conocido en casi un 50 por ciento. Siguieron muchos otros resultados y descubrimientos importantes. A lo largo de los años, en las páginas del Boletín fueron reportados nuevos cúmulos estelares, más nebulosas planetarias, objetos con líneas de emisión, objetos azules, estrellas ráfagas, supernovas, estrellas supergigantes, estrellas con peculiaridades. También se publicaron resultados teóricos, entre los más representativos se tiene el desarrollo de una metodología para calcular los parámetros físicos de las nebulosas gaseosas, una fórmula para calcular la masa de las galaxias elípticas, la integración numérica de modelos de galaxias y de modelos de la estructura estelar.

Con el tiempo, se fue consolidando el Boletín, en el trabajo de edición se unieron a Haro la doctora Paris Pishmish en 1969 y la doctora Silvia TorresPeimbert en 1970.

Se publicaron en el Boletín, entre 1952 y 1972, seis volúmenes y 38 números que contienen 178 artículos. Los autores más citados fueron Manuel Peimbert, Rafael Costero, Eugenio E. Mendoza, Harold L. Johnson, Guillermo Haro, Arcadio Poveda, Braulio Iriarte, Silvia Torres-Peimbert, Christine Allen y Enrique Chavira, entre otros. Varios astrónomos extranjeros publicaron en el Boletín, entre ellos llama la atención el pintoresco astrónomo americano de origen ruso, Sergei Gaposchkin, quien publicó un artículo en el Boletín.

El Boletín fue una de las primeras publicaciones científicas latinoamericanas que ganó relevancia internacional. El Boletín fue precursor de la Revista Mexicana de Astronomía y Astrofísica, la cual fue dirigida por la doctora Silvia Torres Peimbert. Entre las publicaciones mexicanas que están catalogadas, la Revista Mexicana de Astronomía y Astrofísica es una de las que tienen mayor impacto.

Con este artículo quiero iniciar una serie donde comentaré con más detalle sobre los astrónomos mexicanos y sus trabajos que le dieron renombre al Boletín de los Observatorios de Tonantzintla y Tacubaya.

 

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