Cuando al cielo regresaron los ángeles

Ilustración: Diego Tomasini “El Dibrujo”

Ilustración: Diego Tomasini “El Dibrujo”

Aquel es un gran desierto que dista mucho de lo que popularmente se piensa de un lugar desértico, ya que estos ecosistemas en México son lugares verdaderamente diversos y con especies que maravillan a cualquiera, imagina un lugar en el que vivan especies únicas en el mundo como el águila real, digna representante de los cielos mexicanos y del júbilo y corazón de toda una nación cuando ondea en lo alto de un asta siendo parte del escudo, centro de una bandera que da identidad a un pueblo; sin duda es una especie que siempre nos acompañará y vivirá en nuestro corazón; en este lugar también habitan especies de anfibios, reptiles, aves y mamíferos y por supuesto, especies de flora únicas en Norteamérica y si hablamos de paisajes no podemos dejar pasar las hermosas nevadas que cubren con un manto blanco el bosque de este lugar, un bosque de pinos y encinos que se levanta majestuoso en este agreste pero hermoso hogar de una de las aves más grandes del mundo el gran e inigualable “Cóndor de California”.

¡Esperen, esperen! No pongan esa cara, estamos hablando de la Sierra de San Pedro Mártir, en Baja California, una Área Natural Protegida decretada en 1947 por el entonces presidente Miguel Alemán, casi dos décadas después de que el último cóndor de california fuera visto volando los hermosos cielos de la llamada “Isla en el cielo” en la península de Baja California, así es, en la década de los treintas se registró por última vez a la especie Gymnogyps californianus en territorio mexicano, una ave que posiblemente sea la envidia de muchas aves con sus tres metros de envergadura y su vuelo elegante, una ave que con sus nueve kilogramos de peso y con sus hermosas plumas negras y blancas dejan estupefacto a cualquiera que tenga la gran fortuna de verlos, una ave que representaba la grandeza y el camino de las almas de los antiguos pobladores de esas tierras, una de las aves más longevas ya que llegan a vivir aproximadamente 60 años; sin embargo, su tasa de natalidad es muy lenta, por ello sus poblaciones se tornan vulnerables, desde luego, no solo es eso a lo que se ha enfrentado el Cóndor de California, también se ha tenido que enfrentar al envenenamiento por plomo, a la cacería ilegal, a la transformación de su hábitat y a la pérdida del mismo.

Por ello es que en 1988 la población de esta especie no excedía los 30 individuos y estaba al borde de la extinción, ante este panorama verdaderamente desolador es que llegaron los esfuerzos titánicos de científicos y científicas y de los zoológicos con personal verdaderamente comprometido que no dudó en trabajar conjuntamente para lograr el regreso del cóndor a los cielos de América del norte, para ello fueron capturadas algunas parejas de las que había en vida silvestre, sí, sí parecía una locura, pero afortunadamente funcionó y se reprodujeron en cautiverio, al tener los primeros huevos se incubaron y al momento de la eclosión se utilizaron títeres para alimentarlos y sí, sí se logró tener polluelos de esta especie que después serían candidatos para su liberación y con ello se presentaron los primeros pasos hacía el éxito de un programa bastante ambicioso que en 1999 inicia trabajos con expertos mexicanos que reciben seis ejemplares procedentes del zoológico de Los Ángeles, y con una buena variabilidad genética (es necesario que los organismos liberados cuenten con esta variabilidad, lo que evitará problemas genéticos dentro de una población), estos organismos fueron llevados a la Sierra de San Pedro Mártir que los vio regresar a sus cielos, al llegar y como si el reinado hubiera sido usurpado, se reportaron ataques de águilas reales a los cóndores, pronto el cóndor salió avante de todos los riesgos en un ecosistema, que como dijimos al principio no es un ecosistema amable, pero aunque duro, es el hogar de una de las especies más duras y hermosas de nuestro planeta: el gran cóndor de California.

Que vuele desde estas líneas el agradecimiento más sincero para todas las mujeres y hombres que se han enfrentado a grandes retos y han logrado el reingreso y la conservación del Cóndor de California en los cielos mexicanos y han vuelto a llenar de alegría la gran Isla en el cielo que es San Pedro Mártir.

 

 

 

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