Migración y agencias de empleo temporal en los Estados Unidos

Indocumentados… sólo trabajadores, no delincuentes, tomada de
www.flickr.com, por
M Guadalupe Es

En la actualidad se dan como hechos coincidentes la explosión migratoria de mexicanos indocumentados hacia los Estados Unidos y la flexibilidad laboral en aquel país, ambos fenómenos iniciados desde la década de los 80. La flexibilidad laboral tiene su explicación en la restructuración productiva que eliminó el modelo fordista-taylorista como estrategia única de eficiencia empresarial, e implementó el modelo de producción racionalizada, conocido como toyotismo, desapareciendo también la contratación laboral clásica de larga duración, sindicalizada y con prestaciones (Rifkin, 1994; De la Garza, 2010). Pero, ¿cómo explicar la contratación exponencial de migrantes indocumentados en el mercado de trabajo americano? Mediante la utilización de las agencias de empleo temporal. Hasta antes de la aparición de éstas (también en los 80), las opciones laborales del migrante indocumentado se reducían a actividades como jardinería, reparación y mantenimiento, limpieza doméstica, cuidado de niños, etcétera, realizadas para los nativos y los residentes legales, y en actividades del sector primario en los farms; en ambos casos obteniendo pagos en efectivo. La llegada de estas agencias les significó una opción más de contratación por la tolerancia de algunas de ellas a recibir documentación falsa.

La contratación mediante este sistema ha sido utilizada para afianzar una relación laboral en la cual los empleadores cubren su necesidad de mano de obra barata mediante el uso de trabajadores indocumentados, mientras que las agencias comparten los beneficios económicos a cambio de asumir los riesgos de su contratación, como son las multas que estipulan las leyes migratorias en los Estados Unidos. A pesar de que mucho se ha escrito acerca de las mismas, aún hay dudas acerca de su función como intermediarios en el mercado de trabajo, de su relación con la comunidad migrante y de las formas en que son contactadas por la comunidad (Herrera 2006: 105). El uso de trabajadores migrantes indocumentados es una práctica que se ha venido popularizando en los últimos años, pues éstos poseen características legales, sociales, educativas y de afinidad cultural fuera de la comunidad receptora, que les hacen idóneos para aceptar empleos bajo condiciones de explotación.

Los beneficios de su uso se extienden dentro y fuera del proceso productivo y a continuación se enumeran algunos de ellos, encontrados en mi propia experiencia migratoria en las ciudades de Minneapolis y Saint Paul, Minnesota.

Mayores niveles de productividad; el migrante tiene una predisposición a trabajar a mayor velocidad para sentirse reconocido por los managers en las fábricas, también actúa con un constante temor a ser deportado por su condición migratoria; las empresas fijan metas de producción cada vez más ambiciosas las cuales el migrante indocumentado acepta, manteniéndole trabajando al límite de sus capacidades físicas. Mi experiencia de campo me permitió conocer fábricas que, mediante la contratación de este tipo de trabajadores con salarios hasta de 35 por ciento inferiores a los percibidos por nativos, obtenían aumentos de productividad hasta de un 50 por ciento; la combinación de estos dos factores les permitía ahorros laborales en un rango entre 54 y 71 por ciento.

Ausencia de prestaciones sociales y remuneraciones adicionales al salario; el término “temporal” indica la ausencia de privilegios que sólo tienen los trabajadores nativos y residentes legales, contratados bajo condiciones sindicales de largo plazo. El indocumentado, quien inicialmente no tiene obstáculo alguno de contratación en estas agencias, sí lo tiene al solicitar mayores percepciones.

Niveles salariales menores y sin cambios; la mayoría de las empresas que realizan este tipo de contratos, han iniciado la robotización de sus procesos productivos, haciendo innecesaria la contratación de largo plazo, remplazándola por aquella realizada de manera circunstancial cuando alguna parte del proceso robotizado no está funcionando correctamente; una agencia puede mantener un reducido número de trabajadores rotando en varias plantas atendiendo este tipo de “emergencias”; ello impide la construcción de una antigüedad laboral y con ello la exigencia de aumentos salariales.

Por último; ausencia de las condiciones mínimas de seguridad en el área de trabajo; suele pasar que ni la agencia ni la empresa asumen los gastos en la adquisición de seguros contra accidentes, no se respetan las condiciones mínimas de salud y tampoco se respetan los tiempos de descanso en el trabajo, aspectos estipulados por las leyes laborales. A pesar de estar prohibida la discriminación por origen étnico o racial en la asignación de empleos, ésta se manifiesta al interior del proceso productivo al asignar actividades de mayor riesgo a migrantes mexicanos no documentados.

Los anteriores beneficios se traducen en ahorros productivos que dinamizan la eficiencia empresarial y reducen las presiones en la ya golpeada economía del vecino país. Este tipo de temas cobran importancia a propósito del nuevo llamado del presidente Obama a la reforma migratoria. Es difícil concebir que se cumpla tan anhelada utopía en el corto plazo, pues para el sector empresarial significaría perder las ganancias extraordinarias que representa la contratación de migrantes indocumentados. Por otra parte, se debe entender que en los Estados Unidos el gobierno no hace gasto social, sino que invierte en su futuro, cuidando que el mayor gasto se traduzca el día de mañana en una mayor recaudación de impuestos. La propuesta del presidente George W. Bush incluía la legalización de indocumentados a cambio de multas hasta por 5 mil dólares en cada petición de residencia, y no convenció; por lo que ahora toca esperar una propuesta más agresiva que convenza a los sectores político y empresarial de la legalización de indocumentados como un negocio con mayores ganancias al de mantenerles en las sombras.

Referencias

De la Garza Toledo, Enrique, 2010, Hacia un concepto ampliado del trabajo: del trabajo clásico al no clásico, (compilación), España, UAM Iztapalapa y Anthropos editorial, Colección Temas de Innovación social, Vol. 33, 157 páginas.

Herrera Lima, Fernando, 2006, “Hacia una agenda de investigación del trabajo.en el espacio laboral transnacional de Norteamérica” en Trabajo. Cambios en el empleo en México y América Latina, México, Año 2, No. 3, Julio-Diciembre 2006.

Rifkin, Jeremy, 2004, El fin del trabajo, nuevas tecnologías contra puestos de trabajo: el nacimiento de una nueva era, España, Ediciones Paidós, 2a. edición.

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