El ámbar de Chiapas es una gema producto de un proceso de metamorfismo de bajo grado (como dicen los geólogos) aplicado a una resina vegetal, esto no es más que la elevación de la temperatura por efectos de presión; si esta pieza no pasa por ese proceso de fosilización, lo que tenemos es el copal. El ámbar se extrae de forma activa en su mayoría de las cadenas montañosas del norte del estado (los Altos de Chiapas) destacando las zonas de Simojovel, Palenque y Totolapa principalmente. Se estima que los estratos que contienen el ámbar pertenecen a una secuencia de rocas a las que se llama la Formación “Arenisca de Balumtun”, con una edad geológica de 23 a 13 millones de años (m.a.) que corresponde a Mioceno Inferior (Riquelme, et al., 2014).
Poinar y Brown en 2002 determinaron que el ámbar fue producido por un árbol de la familia de las leguminosas (parientes de los frijoles o los chícharos) Hymenaea mexicana, y además por medio de estudios de espectros infrarrojos se encontró que H. mexicana está relacionada con el guapinol (Hymenaea courbaril), que es un árbol tropical y subtropical, se encuentra distribuido desde la región sur de México, el Caribe y llega hasta la parte central de Brasil (Solórzano-Kraemer, 2007). Sobre el lugar donde se depositó esta resina se ha especulado mucho, pero se plantea que H. mexicana habitó en un ambiente de marismas de manglar y marjales, dicha hipótesis está sustentada por las inclusiones de polen de Rhizophora y Pelliceria halladas en el ámbar de Simojovel, la amplia presencia de invertebrados, principalmente los pertenecientes al orden Amphipoda que actualmente se relacionan con los manglares y ciertos sedimentos de estuarios (Cruz-Ocampo, et al., 2007).
El ámbar posee especial importancia científica, sobre todo por contener en su interior inclusiones biológicas (microorganismos, restos vegetales y animales), dejando ver estructuras delicadas en tercera dimensión. Lo anterior ha permitido que dichas inclusiones puedan ser estudiadas detalladamente (Avendaño-Gil, et al., 2012). Las inclusiones biológicas en estos depósitos fueron descubiertas accidentalmente en 1952 en una expedición realizada por científicos del Departamento de Entomología y Parasitología de la Universidad de California. El grupo que más atención ha recibido es el de los artrópodos. Engel en 2004 ya menciona que hay 120 especies descritas para el ámbar de Chiapas y, en un conteo más actualizado Solórzano (2007) enlista 185 especies de artrópodos, donde el grupo de los insectos es el que mayor número de especies posee; a este número habría que sumarle los registros de especies de vegetales, microorganismos, gusanos y vertebrados encontrados en el ámbar. (Avendaño-Gil, et al., 2012).
En el mundo “ambarero,” cada registro encontrado es tan importante que un pedazo de hoja, una flor, un insecto, o un organismo completo da tanta información que pareciera que encontramos un nuevo dinosaurio. En la última década la paleontología del mundo ha girado los reflectores sobre el contenido fósil del ámbar de Chiapas ya que cada organismo que se encuentra y se estudia y publica resulta ser un nuevo género, una nueva especie o bien un nuevo registro, como ejemplo podemos citar la planta descrita por Castañeda-Posadas y colaboradores en 2007: Swietenia miocénica especie nueva (sp. nov) (Meliaceae), un escorpión descrito por Riquelme y colaboradores en 2015: Tityus apozonalli sp. nov; los milpiés descritos por Riquelme en 2014: Maatidesmus paachtun (género) gen et sp. nov., y Anbarrhacus adamantis gen et sp. nov.; el registro fósil más antiguo de dípteros descritos por Solórzano Kraemer y Mohrin en 2007: Schwenckfeldina archoica sp. nov., nuevos registros para la hormiga del género Forelius Hymenoptera, Formicidae por Durán-Ruiz en 2013; una Chinche, Ceratocombidae descrito por Azar en 2013, la araña saltarina Marpissinae (Araneae: Salticidae) descrita por Riquelme en 2013, y los registros de insectos descritas por García Aldrete en 2015: Lachesila y Psocodea; por citar algunos.
Aunque el ámbar ha sido usado desde las culturas mesoamericanas en distintos aspectos económicos, sociales, religiosos y culturales, actualmente, como hemos descrito en los párrafos anteriores, su importancia va más allá de tenerlo como un arete o collar para lucir. Para las ciencias biológicas, estudiar esta resina permitirá conocer aspectos evolutivos y biogeográficos de algunas especies, conocer las condiciones ambientales que existieron y que ahora se encuentran encerradas en el ámbar; en ese tenor, en el laboratorio de Paleontología de la Escuela de Biología de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) se está trabajando con las inclusiones en ámbar provenientes de las colecciones particulares del Museo Lilia Mijangos y del Museo del Ámbar Ex Convento de La Merced, ambos ubicados en la ciudad de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, el estudio de dichas piezas nos dará más información sobre la vida del pasado para así entender mejor la vida del presente.
Bibliografía
Avendaño-Gil, J., Carbot-Chanona, G. & Coutiño, J. M., 2012. Estudio del ámbar con incluisiones biologícas de la Colección Paleontologíaca de la Secretaria de Medio Ambiene e Historia Natural, Chiapas. Lacandonia, 6(1), pp. 23-29.
Cruz-Ocampo, J. C., Canet, C. & Peña-García, D., 2007. Las gemas de México. Boletín de la Sociedad Geológica Mexicana, 59(1), pp. 9-18.
Riquelme, F. y otros, 2014. Insights into moleclar chemistry of Chiapas amber using infrared-light miscroscopy, PIXE/RBS, and sulfur K-edge XANES spectroscopy. Applied Physics A Materials Science & Processing, Issue 282, pp. 1-133.
Solórzano-Kraemer, M. M., 2007. Systematic, palaeoecology, and palaeobiogeography of the insect fauna from Mexican amber. Palaeontographica Abteinlunj A., Volumen 282, pp. 1-133.