El modelo socioeducativo de las Escuelas Comunitarias del Centro Universitario de Participación Social. Una mirada desde la Pedagogía Social

En 15 años, los niños de hoy serán los adultos beneficiarios de los planes educativos que nuestros gobiernos actualmente ponen en práctica. Así, el futuro de nuestro mundo depende de nuestros esfuerzos para hacer que esos planes sean efectivos y eficientes. De hecho, la Unesco (2015) destaca la importancia de la educación para la humanidad, y la necesidad de orientarla hacia metas específicas. Una de ellas es la Meta 4: “Garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa, y promover las oportunidades de aprendizaje permanente para todos”.

Niña de la escuela comunitaria de Cerro del Marqués. Foto: Italo Iván Nava Fernández

Niña de la escuela comunitaria de Cerro del Marqués. Foto: Italo Iván Nava Fernández

Cuatro términos resaltan en esa meta: calidad, inclusión, equidad y oportunidad. Según la Unesco (2015), la calidad se refiere a la necesidad de que niñas y niños lean, escriban y realicen cálculos numéricos básicos. Estas competencias son fundamentales para el logro y consolidación del resto de los aprendizajes. Esto requiere la implementación de métodos de enseñanza que tengan presentes las necesidades de todos los aprendices. Conjuntamente, los maestros deben estar entrenados, calificados, motivados, adecuadamente remunerados y deben utilizar perspectivas pedagógicas que faciliten la construcción de ambientes de aprendizaje saludables.

La inclusión y la equidad van de la mano. Así, para acabar con toda forma de exclusión, desigualdad y vulnerabilidad de la mayoría de los pobladores del planeta, debemos construir una educación justa, inclusiva e igualitaria donde la diversidad sea un motor y no un obstáculo (Unesco, 2015).

Las oportunidades están relacionadas con el acceso a la educación. La Unesco (2015) alienta a las naciones a proporcionar y garantizar una educación obligatoria y gratuita. Todas las personas deben acceder a un sistema educativo de calidad. En muchas ocasiones, niños, niñas y adolescentes no encuentran un espacio en la escuela, y llegan a la adultez sin haber pasado por ella. Entonces, hace falta trazar itinerarios flexibles de aprendizaje, y crear formas de reconocimiento, validación y acreditación de las competencias adquiridas a través de la educación no formal; ámbito donde, precisamente, se ha venido desenvolviendo el CUPS.

Queda entonces claro que la educación es un derecho humano innegable. Es un medio y un fin fundamental para actualizar todos los demás derechos. La educación es el crisol de la libertad y del desarrollo donde se forjan las capacidades de las personas (Nussbaum, 2012; Sen, 2000; Úcar, 2016a, 2016b). Una de las primeras y más urgentes de todas las necesidades es que los niños y jóvenes ejerzan el derecho a la educación. Para lograrlo, el Cuerpo Académico de Pedagogía Social y Orientación Educativa de la Licenciatura en Procesos Educativos, en colaboración con el CUPS, construimos un modelo socioeducativo, cuyos fundamentos se conectan de manera significativa y pertinente con los niños y jóvenes, y con su contexto histórico, social y cultural. A continuación, describiremos brevemente el modelo (Ver Figura 1).

Figura 1

Figura 1

Las ideas de Célestin Freinet, Johann Heinrich Pesatlozzi y Paulo Freire cimentan la construcción teórica del modelo y le dan direccionalidad, en estos autores se sustentan los cuatro principios del modelo:

  1. Está centrado en la creatividad y la autonomía. Se considera que el niño tiende a la acción, creación y expresión espontánea y esa tendencia se potencia en un marco de libertad y autonomía.
  2. Es activo y centrado en el trabajo. La escuela adopta la forma de taller orientado a la formación profesional (trabajo agrícola, herrería, carpintería, costura, cocina, etcétera) y la actividad socio-cognitiva (conocimiento, creación, expresión y comunicación).
  3. Es dialógico e intercultural. Se considera que el educando es activo, capaz de ser un interlocutor válido que conoce su realidad y busca alternativas de cambio a través de la deliberación. Igualmente, el modelo promueve la aceptación de la diversidad, la convivencia y el procesamiento de las diferencias de manera pacífica y democrática entre sujetos culturalmente heterogéneos.
  4. Es situado. Se busca contribuir a la formación de una ciudadanía crítica y reflexiva, conocedora de su historia y protagonista a la hora de idear alternativas de transformación de su realidad social.

En este modelo, se busca que los niños y los jóvenes de las Escuelas Comunitarias desarrollen su personalidad plena y armoniosamente. Que crezcan en un ambiente de felicidad y comprensión, preparados para la vida en sociedad teniendo como ideales la libertad y la dignidad. El modelo pretende implicarlos en un proceso de transformaciones que fomentan su formación para generar un impacto positivo en su entorno. Por su parte, los educadores sociales son las personas encargadas de la promoción cultural y social entendida como apertura a nuevas posibilidades para incorporar bienes culturales que amplíen el horizonte educativo, laboral, de ocio y participación social (ASEDES, 2007). Finalmente, el CUPS es la médula del modelo y su misión es, desde la experiencia universitaria, contribuir a mejorar las habilidades y capacidades de las personas marginadas y socioeconómicamente frágiles, mediante programas y proyectos que propicien y posibiliten la transformación de la realidad. Estos son los cuatro actores principales del modelo.

El modelo abarca seis dimensiones del desarrollo de niños y adolescentes: Lenguaje y comunicación; Formación para la convivencia; Arte y cultura; Desarrollo físico y salud; Ciencia y Tecnología, y Pensamiento matemático.

Los ámbitos donde se despliega el modelo son:

  1. La familia (en todas sus modalidades). La idea es incorporar a los padres en las decisiones y acciones de las escuelas, y considerar a la familia como un vínculo para que los centros puedan constituirse y organizarse.
  2. La comunidad. Posibilita la conformación de un equipo cooperativo y responsable que genera sinergia entre los individuos involucrados en el proceso formativo y otros actores de la propia comunidad, a fin de desarrollar acciones que impacten en el contexto y en la conformación de redes de apoyo.
  3. La participación social y universitaria BUAP. Esta participación se hace efectiva a través del CUPS con los estudiantes universitarios de últimos semestres que desean realizar su Servicio Social, Práctica Profesional o trabajo voluntario, actuando como educadores sociales en las Escuelas Comunitarias.

El modelo toma en cuenta cuatro dimensiones: demográfica, económica, socio-cultural y ético-política. El programa de atención Escuelas Comunitarias del CUPS tiene la intención de fortalecer las habilidades y capacidades de los niños para brindarles las herramientas que les permitan hacer frente a sus necesidades económicas, sociales y culturales y mejorar su calidad de vida.

 

Referencias

 

ASEDES. (2007). Documentos profesionalizadores. Definición de educador social. Barcelona: Asociación Estatal de Educación Social.

 

Nussbaum, M. (2012). Crear capacidades. Propuesta para el desarrollo humano. Madrid: Paidós.

Sen, A. (2000). Desarrollo y libertad. Barcelona: Planeta.

 

Úcar, X. (2016a). Pedagogías de lo social. Barcelona: UOC.

 

Úcar, X. (2016b). Pedagogía de la elección. Barcelona: UOC.

 

UNESCO. (2015). Education 2030. Incheon Declaration and Framework for Action for the implementation of Sustainable Development Goal 4. Paris: UNESCO.

 

 

 

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