La crisis mundial como una oportunidad transformadora

A partir de las experiencias que hemos tenido con el inicio de la pandemia ocasionada por el SARS-CoV2, y gracias a los vínculos establecidos entre la academia, el gobierno y los organismos del sector social de la economía, a escala local, nacional y mundial, nos hemos podido percatar de la necesidad de transformación económica, social, política y cultural, con base en los siguientes elementos: evaluar la vida desde una perspectiva de solidaridad, reorganizar a la sociedad con criterios de solidaridad, apoyar la integración social y económica con base en la solidaridad, y darle un sentido solidario a la vida. Lo anterior implica generar una nueva racionalidad de la economía.

En el primer tema, rescatamos las tradiciones populares y comunitarias ancestrales que siguen vigentes en la actualidad y que se expresan como prácticas solidarias de apoyo a los demás sin buscar fines de lucro o de ganancia. La transformación que estamos viviendo adquiere diferentes matices en el mundo, en América Latina en particular a través de movimientos sociales que, aunque se han digitalizado en sus prácticas por la pandemia, han logrado fortalecerse en 2020 y que siguen con el ánimo de seguir colaborando en este 2021 como el Foro Social Mundial de Economías Transformadoras. Lo anterior se ha expresado en el surgimiento de nuevas instituciones académicas, como la Universidad del Buen Vivir, recientemente inaugurada y encabezada por Boaventura de Souza Santos, así como el Instituto de Educación Superior en Ecuador.

Asimismo, el movimiento cooperativista ha vuelto a cobrar fuerza, con base en una educación y capacitación actualizada, como ha sucedido por medio de los Nodos de la Economía Social y Solidaria (NODESS) apoyados por el Instituto Nacional de la Economía Social (INAES) en México, así como en Costa Rica, Ecuador, Colombia, Brasil y Argentina, entre otros países. En general se están haciendo grandes esfuerzos por hacer visibles las prácticas solidarias y los saberes ancestrales.

En el segundo tema, está en construcción un espacio de solidaridad con base en la responsabilidad solidaria de todos los actores, tomando en cuenta las diferencias en los tiempos de cada sector, gobierno, academia y organizaciones sociales e incluso de la tierra que cuando la deterioramos tarda 200 años en recuperarse, según los especialistas en microbiología. En este contexto, el tiempo y el espacio juegan un papel crucial que debemos entender para no cometer errores al proponer vínculos duraderos entre lo individual y lo comunitario. Otro aspecto que es muy importante es la idea del tiempo y el espacio que tienen las mujeres y que poco a poco lo hemos podido percibir a partir del diálogo con compañeras universitarias, indígenas y trabajadoras de casa.

El tercer tema se vincula con el anterior con elementos como el financiamiento del proceso desde una perspectiva solidaria, de modo que no caigamos en la trampa del crédito impuesto por el capitalismo, sino en las finanzas solidarias, populares y para el buen vivir de todos. Otro aspecto muy importante es la redefinición del trabajo como base de la nueva sociedad en construcción, superando incluso propuestas interesantes como el trabajo digno de la Organización Internacional del Trabajo, de modo que repensemos desde la solidaridad y no desde la explotación el trabajo de mujeres y hombres, de todas las edades, y que sean congruentes con el no deterioro de la tierra y del medio ambiente en general. Lo anterior conlleva a la necesidad de cambiar la idea de trabajo actualmente impuesta en el mundo capitalista, pues todos y todas necesitamos trabajar pero en condiciones sociales distintas, y un reconocimiento adecuado, evitando el trabajo informal o que no tiene mayor reconocimiento a pesar del gran esfuerzo diario que implica y que es un aporte para la vida de todos los seres humanos.

Finalmente, para dar un nuevo sentido a la vida desde la solidaridad, y retomando las propuestas que se han venido planteando desde hace varias decenios, pero que se han fortalecido a partir de la actual crisis, se requiere que la transformación en marcha se mantenga, sin generar falsas expectativas que pudieran llevarnos a la decepción, frustración y la ira, sino que mantengamos la aspiración de seguir avanzando en la construcción de este nuevo espacio social solidario.

A manera de síntesis de la investigación realizada en los últimos años y en particular en 2020, proponemos los siguientes puntos: hacer una medición de la vida cambiando indicadores como el Producto Interno Bruto por el de Solidaridad Interna Neta. Continuar la elaboración de propuestas para una nueva organización basada en los principios, valores y ética solidaria a partir de la escucha atenta a las comunidades en todos los territorios y la creación y/o consolidación de redes de solidaridad a escala local, nacional y mundial.

Para una integración solidaria, retomar los obstáculos que han tenido que enfrentar organismos como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) de modo que se subsanen los errores cometidos y se pueda seguir consolidando esta forma de integración o proponer nuevas formas de integración económica, social, política y cultural en Nuestramérica, consultando a todas las personas si les interesa integrarse a otras naciones, de modo que se fortalezcan los ecosistemas con apoyo en el trabajo y colaboración interdisciplinaria, reconociendo todos los aportes de los diferentes saberes y ciencias.

Finalmente, para dar un sentido solidario a la vida, proponemos repensar el modelo educativo desde preescolar, kínder, primaria, secundaria, preparatorias, licenciaturas y posgrados, partiendo de una consulta popular para no seguir imponiendo un modelo de competencias, y tratar de dar un paso hacia un modelo educativo popular solidario.

Apoyar la construcción y/o consolidación de cadenas de productores y consumidores, prosumidores, de modo que sigamos en el camino de la transformación económica y social que el mundo en su conjunto requiere.

Nos queda claro que requerimos ver a la solidaridad como la forma de liberarnos del sistema capitalista dominante.

Lo aquí expuesto es resultado de la investigación colectiva en el Centro de Estudios del Desarrollo Económico y Social de la Facultad de Economía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y del trabajo colaborativo con el CIRIEC, México, así como del trabajo que se hizo en el NODESS Economía Social Solidaria Alianza (ESSALIA), en colaboración con la Secretaría de Trabajo de Puebla, el DIF Atlixco y 56 organismos del sector social de la economía, en el contexto de la convocatoria del INAES 2020. También reconocemos las aportaciones de los estudiantes del Doctorado Interinstitucional en Economía Social Solidaria de la BUAP en colaboración con los colegas de la Universidad Autónoma Chapingo y de la Maestría en Desarrollo Económico y Cooperación Internacional, de la Facultad de Economía de la BUAP.

Vivimos un momento histórico en el que las prácticas solidarias, comenzando por cada quien sin caer en el egoísmo o el individualismo, deben ser la base para un verdadero cambio por el bien de todos. La pandemia nos ha permitido tener mayor sensibilidad por el sufrimiento de todas las personas, desde nosotros mismos, lo cual es un espacio y un tiempo para mejorar la vida en el planeta, en un ambiente de paz y reconciliación.

 

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