La energía y la mitigación del cambio climático

El Reporte del Grupo III (Mitigación del Cambio Climático) del 6º Informe del IPCC (Inter-governmental Panel on Climate Change) fue presentado el 4 de abril de 2022, una fecha no muy favorable para su conocimiento y difusión. Llegó en un momento internacionalmente difícil, en medio de la recuperación de la pandemia y del conflicto Rusia/Ucrania. Los dos primeros también se presentaron en un contexto complicado: el del Grupo I (Bases científicas del cambio climático) en agosto de 2021 y el del Grupo II (Impactos, adaptación y vulnerabilidad) en febrero de 20222.

 

La evolución de las emisiones como punto de partida

 

Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) causantes del calentamiento global fueron en 20193 aproximadamente un 12 por ciento más altas que en 2010 y un 54 por ciento más que en 1990. No sólo será necesario reducir las emisiones en todos los sectores para que el calentamiento no supere 1,5°C, sino habrá que eliminar el carbono que ya está en la atmósfera.

El cambio climático que ha traído el aumento de las emisiones es el resultado de más de dos siglos de consumo de energías fósiles y uso de la tierra, de patrones de consumo y producción insostenibles, de la desigualdad también. Las contribuciones de las diferentes regiones del mundo a las emisiones muestran grandes disparidades. En cuanto a los hogares, a nivel mundial, 10 por ciento de los más ricos aporta alrededor de 40 por ciento de las emisiones globales de GEI basadas en el consumo, mientras que 50 por ciento inferior aporta menos de 15 por ciento.

A menos que haya reducciones profundas e inmediatas, no se limitará el calentamiento a 1.5°C. Los países que participaron en el Acuerdo de París (2015) se comprometieron mediante la definición de “Compromisos Nacionalmente Determinados” (NDC por sus siglas en inglés), pero incluso si los cumplieran no se alcanzará ese objetivo. Más recientemente, en la COP26 de Glasgow, en noviembre de 2021, quedó claro que los países deben revisar al alza los objetivos que anunciaron.

 

La energía en el Grupo III y una concepción ampliada
de la mitigación con la participación de nuevos actores

 

Los Grupos I y II habían ya dejado en claro, una vez más, que las actividades humanas provocan cambios climáticos generalizados, los cuales producen eventos extremos: olas de calor, lluvias torrenciales y sequías, pérdida de biodiversidad, desplazamientos masivos de población. El Grupo III proporciona un inventario actualizado de las tendencias en las emisiones globales de GEI, presenta los progresos en su reducción e informa sobre lo que puede hacerse para mitigar el cambio climático, no en el sentido de aliviarlo, sino de atacar sus causas, entre ellas la producción, transporte, distribución y consumo de energía. Sobre este último, analiza de manera novedosa los factores que actúan sobre la demanda de energía (incluidos los cambios socioculturales y de comportamiento) y las posibilidades de las innovaciones en la prestación de servicios a los usuarios finales.

El capítulo “Sistemas Energéticos” del reporte del Grupo III podría llamarse mejor “Oferta energética” o “Sector energético”, ya que sólo cubre desde la producción hasta la entrega a los diferentes sectores consumidores de energía, cada uno de los cuales tiene un capítulo: agricultura, transporte, industria, ciudades, uso del suelo y otros para los cuales la energía tiene fuertes implicaciones. Es necesario incluirlos en una visión más completa de los sistemas energéticos.

En el Grupo III se ubicó a la mitigación en el contexto del desarrollo sostenible, enfatizando aspectos sociales, buscando oportunidades intersectoriales y considerando la producción y el consumo sostenible, la economía circular y la reducción del uso de materiales. Introdujo también una diversidad de actores: subnacionales (incluidas las ciudades) y no estatales: empresas, pueblos indígenas, jóvenes, ciudadanos, comunidades locales, actores transnacionales y entidades público-privadas.

 

Necesidades de transformaciones profundas en el sector energético

 

El sector energético: representa alrededor de un tercio de todas las emisiones y por ello se requieren grandes transformaciones:

  • Una reducción sustancial de la demanda y el consumo de combustibles fósiles (petróleo, gas natural, carbón), El énfasis en la demanda y el consumo, sin embargo, no debe olvidar la producción de esos combustibles. Salvo una modesta disminución en la producción de carbón, en las próximas dos décadas se proyecta un aumento en la producción mundial de petróleo y gas4.
  • Electrificación generalizada con una participación preponderante de las renovables que son cada día más viables y reducen costos. Desde 2010 han tenido reducciones del 85 por ciento para energía solar, 55 por ciento para energía eólica y 85 por ciento para baterías. La participación de las renovables podría, según el informe, ser complementada con energía nuclear, cantidades reducidas de combustibles fósiles, captura y almacenamiento de carbono y otros desarrollos tecnológicos innovadores.
  • Aumento de vehículos eléctricos siempre que se combinen con fuentes de electricidad de bajas o cero emisiones de carbono, una combinación que requiere importantes infraestructuras de apoyo e inversiones masivas.
  • Uso de combustibles alternativos, como hidrógeno y biocombustibles sostenibles, en sectores difíciles de descarbonizar, como el transporte aéreo y marítimo.
  • Captura y Almacenamiento de Carbono (CCS), Remoción de CO2 (CDR), otras técnicas de geoingeniería aún en proceso de investigación o de pruebas en laboratorio. Al reconocer sus posibilidades, se considera necesario discutir sus riesgos y real aportación a la mitigación, cuando menos en su estado actual.
  • Acelerar el despliegue de tecnologías de eficiencia energética cuidando que los resultados no sean más que compensados por el aumento de la demanda de energía.

 

Opciones de mitigación relacionadas con la energía en otros sectores

 

Puede mencionarse que transitar a sectores bajos en carbono reducirá el comercio internacional de combustibles fósiles; que cambios en estilos de vida y comportamientos pueden reducir la huella de carbono: caminar y usar la bicicleta, utilizar el transporte electrificado y reducir los viajes aéreos. Las ciudades y otras áreas urbanas aparecen como actores importantes de la mitigación, ya que cuentan con un elevado potencial de reducción de emisiones, a través de una transición sistémica de las infraestructuras, por ejemplo. La industria representa una cuarta parte de las emisiones globales y en ella se pueden reutilizar materiales y usar la energía de manera más eficiente.

Esas posibilidades de mitigación, directamente en el sector energético o que tienen qué ver con la energía en otros sectores, requieren montos considerables de inversiones, pero los flujos financieros son de 3 a 6 veces más bajos que los niveles necesarios para limitar el calentamiento en 1,5 °C. Los flujos de financiamiento para los combustibles fósiles siguen siendo mayores que los destinados a la adaptación y mitigación del cambio climático. Pocos países, algunos de ellos miembros de la Unión Europea, intentan alinear sus inversiones en la pandemia y su recuperación con los esfuerzos en contra del cambio climático.

 

¿Cómo concretar las medidas de mitigación?

 

Las políticas son necesarias5, así como la coordinación entre diferentes niveles para su establecimiento e implementación: instrumentos regulatorios, estándares para vehículos y códigos de construcción, políticas para la descarbonización industrial, impuestos al carbono y sistemas de comercio de emisiones. Conjuntos coherentes de políticas son más efectivos que las políticas aplicadas de forma aislada. Muy importante también una gobernanza climática equitativa con la participación de la sociedad civil, de los pueblos indígenas6, de los organismos profesionales y de las empresas. Sin todo eso, las emisiones de GEI aumentarán, lo que conducirá en unas décadas a un calentamiento global entre 2.2 y 3.5 °C. Ante ese panorama la enseñanza y la investigación en diferentes niveles tienen también un papel crucial, en particular cuando se abren oportunidades de investigación y publicación a jóvenes investigadores7.

 

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1 Profesor/Investigador en el Posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM. Participó en el Grupo III como Lead Author, en el capítulo “Sistemas Energéticos”. El presente trabajo se basa en el estado actual del volumen de ese Grupo (final draft) que puede ser consultado en: https://report.ipcc.ch/ar6wg3/pdf/IPCC_AR6_WGIII_FinalDraft_FullReport.pdf. Se han tomado en cuenta también notas tomadas a lo largo de sesiones y presentaciones dentro del Grupo

2 Todos los informes y diversos documentos del IPCC se pueden conseguir en: www.ipcc.ch

3 Las fechas de referencias y datos no son siempre las más recientes. Esto se debe al tipo de materiales examinados para la elaboración de los informes, es decir básicamente publicaciones arbitradas académicamente por pares, con una fecha límite en octubre 2021.

4 Véase: https://productiongap.org/2021report/

5 En las reuniones y documentos del IPCC un mantra recurrente es que sus informes son “policy-relevant but not policy-prescriptive”, pero los señalamientos del IPCC inspiran indudablemente la elaboración de políticas, las cuales deben ser objeto de un procesamiento democrático.

6 Los PICL (pueblos indígenas y comunidades locales) son protectores importantes de carbono vivo: las tierras que pertenecen o son administradas por ellos tienen tasas de deforestación más bajas que áreas protegidas por gobiernos. De hecho, las tierras que administran sustentan un 80 % de la biodiversidad restante del mundo y 17 % del carbono forestal del planeta. (Datos provenientes del World Resources Institute y de The Nature Conservancy).

7 En esa dirección se sitúa el libro de reciente publicación: Angel De La Vega Navarro, Mónica Santillán Vera (Coord.), Economía y cambio climático en el contexto energético y ambiental actual, Tirant lo Blanch, Ciudad de México, septiembre 2022, 315 páginas.