El problema del calentamiento global

Resultados de los últimos reportes del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) muestran que el calentamiento global está ocurriendo más rápidamente de lo anticipado en reportes anteriores y que estamos ante una situación única en los últimos dos mil años (IPCC, 2021). El IPCC considera que para poder mantener el calentamiento global en los límites establecidos por Naciones Unidas en el Acuerdo de Paris del 2015 (entre 1.5oC y 2oC para el 2100), se requiere rápidas y extensas reducciones en las emisiones de gases de efecto de invernadero. Las reuniones anuales de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC) no han logrado compromisos vinculantes para limitar el calentamiento global en las últimas tres décadas y es poco probable que la reunión en noviembre de este año en Egipto logre un avance sustancial.

¿Qué cambios se tienen que lograr para cumplir con los objetivos del Acuerdo de Paris? El Grupo del trabajo III del IPCC proporciona información clara en su último reporte (IPCC, 2022). Limitar el calentamiento global en 1.5oC para 2100, se requiere reducir 90 por ciento el consumo global de carbón, 60 por ciento del petróleo y 45 por ciento del gas natural para 2050. Para limitar el calentamiento global en 2oC en 2100, se requiere reducir el uso del carbón 80 por ciento, petróleo 30 por ciento y gas natural 20 por ciento para 2050. El IPCC enfatiza que la tecnología para lograr esas reducciones en sectores clave (energía y su demanda, transporte, ciudades y otros asentamientos, industria, comercio y servicios, cambios en el uso del suelo), y la tecnología para remover carbón de la atmósfera (sumideros de carbón, reforestación, etcétera), está disponible. Un problema central aún por resolver es la negociación política para facilitar el acceso a esa tecnología y su implementación en países en desarrollo. Otro problema importante es que China (el país con mayores emisiones de gases de efecto invernadero —GEI—) y la India (el quinto país con mayores emisiones de GEI) tienen abundantes reservas de carbón, son los dos países más poblados del planeta, y tienen presiones para cubrir su demanda actual y futura de energía con carbón. Es también importante mencionar que lograr las reducciones en el consumo de combustibles fósiles arriba mencionados requiere cambios importantes en los patrones de producción y de consumo en un gran número de países en muy poco tiempo.

Desgraciadamente, a pesar de que un número de países ha reducido sus emisiones de acuerdo con sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC por sus siglas en inglés) sometidas a la CMNUCC, las emisiones de GEI globales continúan creciendo en lugar de disminuir. Datos del IPCC (2022) muestran que esas emisiones tuvieron un incremento histórico entre 2010-2019. El IPCC estima que las emisiones deben de empezar a bajar a partir de 2025 para mantener la opción de limitar el calentamiento global entre 1.5oC y 2oC a fin de este siglo. Esto es una tarea muy difícil que va a requerir una reducción sustancial en el consumo de combustibles fósiles en prácticamente en todos los sectores de la actividad humana (patrones de producción y consumo, estilos de vida, uso del suelo, forma y función urbana, etcétera). Estos cambios debe ser profundos e inmediatos.

La buena noticia es que el IPCC documenta que el costo de las fuentes de energía renovable se ha reducido de manera significativa y su uso se ha incrementado sustancialmente en la última década. El costo unitario de la energía solar se redujo 85 por ciento, el de la energía eólica 55 por ciento, el de las baterías de litio 85 por ciento entre 2010 y 2019. El uso de la energía solar se incrementó 10 veces y el uso de vehículos eléctricos 100 veces en el mismo período (IPCC, 2022). Sin embargo, sólo 13 por ciento de la energía primaria proviene de fuentes renovables a nivel global. El IPCC reconoce que la adopción de tecnologías con bajas emisiones de GEI es poca en la mayoría de los países en desarrollo, particularmente los menos desarrollados debido a sus limitados recursos financieros, humanos y la fragilidad de sus instituciones. Más aún, la adopción de estas tecnologías en esos países ha tenido efectos no deseados en algunos casos, generación de empleo de bajo valor y la dependencia de conocimiento y proveedores extranjeros (Ibidem). Un obstáculo importante es el apoyo financiero a países en desarrollo en apoyo a actividades de mitigación y adaptación al cambio climático. Los países desarrollados ofrecieron apoyar con 100 billones de dólares anuales a los países en desarrollo a partir de 2020 para llevar a cabo acciones de mitigación y adaptación. Ese fondo no ha logrado aún esa meta y es posible que no se logre hasta 2023. Diversos autores y organizaciones estiman que esa cantidad no es suficiente para lograr los cambios necesarios en los países en desarrollo. Los recursos financieros globales que apoyan acciones en respuesta al cambio climático es aún una parte pequeña del financiamiento para el desarrollo en países en desarrollo (8 por ciento) entre 2010 y 2018 (IPCC, 2022a).

Es difícil esperar que las negociaciones internacionales en el marco de Naciones Unidas puedan lograr las reducciones necesarias arriba mencionadas y con la rapidez requerida para limitar el calentamiento global en 2oC en 2100. Además de la tendencia actual debe tomarse en cuenta el impacto de circunstancias imprevistas, como el repunte de algunas economías después de la crisis del Covid-19 acompañado de un rápido incremento en la demanda de energía que incentivó el consumo de combustibles fósiles. Destaca el caso de China por su peso en las emisiones globales y el uso de carbón para cubrir parte de ese incremento. La guerra en Ucrania y la presión que ha ejercido en un incremento en el uso de combustibles fósiles es otro ejemplo.

Ante este panorama vale la pena preguntar ¿qué implicaciones pueden esperarse para países en desarrollo como México si no se logra limitar el calentamiento global en 2oC como establece Naciones Unidas? En cuanto al uso de combustibles fósiles, es posible esperar una mayor presión de la comunidad internacional para reducir su consumo durante las próximas décadas. El objetivo de crear una economía global baja en carbono vendrá acompañado de crecientes presiones en el comercio internacional, la ayuda al desarrollo, boicots comerciales o demandas al interior de las cadenas de valor para incentivar a los países a reducir sus emisiones de GEI.

Otra implicación importante tiene que ver con la vulnerabilidad de la gran mayoría de los países en desarrollo a los impactos y los riesgos del cambio climático. La aparentemente imposible tarea de limitar el calentamiento global obliga a los países en desarrollo a dar prioridad a reducir su vulnerabilidad y empezar a adaptarse al cambio climático. La frecuencia e intensidad de eventos extremos (sequía, huracanes, ondas de calor, etcétera) se incrementa de manera significativa con mayores temperaturas en el calentamiento global. Por ejemplo, eventos extremos con una curva de retorno de 50 años que suceden una vez en el periodo de referencia (1850-1900) ocurren cinco veces con mayor frecuencia en la actualidad con un incremento de la temperatura de 1.1oC, y su frecuencia será ocho veces mayor con un aumento de la temperatura de 1.5oC, 14 veces con un crecimiento de 2oC, y 40 veces con una elevación de 4oC. El IPCC estima que un calentamiento global de 1.5oC se alcanzará entre los años de 2030 y 2040 y que la tendencia actual puede llevar a un calentamiento global superior a 3.4oC en 2100 (IPCC, 2021). Es importante mencionar que cada incremento de temperatura por el calentamiento global incrementa la vulnerabilidad, reduce las opciones de adaptación y aumenta su costo.

Los impactos observados en años recientes (inundaciones, ondas de calor, sequía, huracanes, etcétera) son evidencias de la voz de alarma que Naciones Unidas repite recurrentemente, enfrentamos una crisis climática sin precedentes. Desgraciadamente, la respuesta para responder a esa crisis ha sido muy lenta, en particular el apoyo a los países en desarrollo tanto en términos de recursos financieros como otros tipos de apoyos (transferencia tecnológica, creación de capacidades, fortalecimiento de instituciones, reducción de la pobreza y desigualdad social, fortalecimiento de la democracia). Arriba mencioné el limitado alcance del financiamiento global a respuestas al cambio climático en países en desarrollo. Lo que no mencioné es el desbalance en el destino de esos recursos. La mayor parte de ellos se destinan a la mitigación y solo 33 por ciento han apoyado a la adaptación con fuertes diferencias regionales y por países. Ese apoyo financiero es muy inferior a lo que se requiere. El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP por sus siglas en inglés) estima que el costo de la adaptación en países en desarrollo puede llegar a ser entre 140 y 300 billones de dólares por año (UNEP, 2016). Más de 3 mil millones de personas viven en países con mayor vulnerabilidad al cambio climático y con una ínfima responsabilidad por el calentamiento global (emisiones per cápita de GEI). Es difícil entender por qué el apoyo financiero internacional para responder al cambio climático da prioridad a la mitigación y no a reducir la vulnerabilidad y a ampliar la adaptación en esos países. El Banco Mundial estima que por cada dólar que se invierte en reducir la vulnerabilidad y crear adaptación al cambio climático en países en desarrollo, se generan al menos cuatro dólares en beneficios netos (Hallegate, 2018).

El calentamiento global no solamente ha causado extensas y peligrosas alteraciones en la naturaleza y está afectando la vida de millones de personas, agrava también la desigualdad entre países y al interior de ellos. La crisis climática desencadenará crisis humanitaria, económica, geopolítica y ecológica mayores a las que ya enfrentamos. El futuro no espera, el tiempo de actuar es ahora.

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Referencias:

 

Hallegatte, S., Brandon, C., Damania, R., Lang, Y., Roome, J., Rozenberg, J., and Tall, A., 2018: The economics of (and obstacles to) aligning development and climate change adaptation: A World Bank group contribution to the global commission on adaptation.

 

IPCC, 2021: Summary for Policymakers. In: Climate Change 2021: The Physical Science Basis. Contribution of Working Group I to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change [Masson-Delmotte, V., P. Zhai, A. Pirani, S.L. Connors, C. Péan, S. Berger, N. Caud, Y. Chen, L. Goldfarb, M.I. Gomis, M. Huang, K. Leitzell, E. Lonnoy, J.B.R. Matthews, T.K. Maycock, T. Waterfield, O. Yelekçi, R. Yu, and B. Zhou (eds.)]. Cambridge University Press, Cambridge, United Kingdom and New York, NY, USA, pp. 3−32, doi:10.1017/9781009157896.001.

 

IPCC, 2022: Summary for Policymakers. In: Climate Change 2022: Mitigation of Climate Change. Contribution of Working Group III to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change [P.R. Shukla, J. Skea, R. Slade, A. Al Khourdajie, R. van Diemen, D. McCollum, M. Pathak, S. Some, P. Vyas, R. Fradera, M. Belkacemi, A. Hasija, G. Lisboa, S. Luz, J. Malley, (eds.)]. Cambridge University Press, Cambridge, UK and New York, NY, USA. doi: 10.1017/9781009157926.001.

 

IPCC, (2022a): Summary for Policymakers [H.-O. Pörtner, D.C. Roberts, E.S. Poloczanska, K. Mintenbeck, M. Tignor, A. Alegría, M. Craig, S. Langsdorf, S. Löschke, V. Möller, A. Okem (eds.)]. In: Climate Change 2022: Impacts, Adaptation, and Vulnerability. Contribution of Working Group II to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change [H.-O. Pörtner, D.C. Roberts, M. Tignor, E.S. Poloczanska, K. Mintenbeck, A. Alegría, M. Craig, S. Langsdorf, S. Löschke, V. Möller, A. Okem, B. Rama (eds.)]. Cambridge University Press. In Press.

 

UNEP, 2016: The Adaptation Finance Gap Report 2016. United Nations Environment Programme, Programme, U. N. E., Nairobi, Kenya. Available at: https://climateanalytics.org/media/agr2016.pdf.