La música y sus interacciones con la ciencia y la tecnología

Athanasius Kircher. Musurgia Universalis, Roma, 1650. “Pitágoras señala la forja que le inspiró su teoría. Los herreros martillean el metal en el interior de una oreja, sobre cuya <extra- ña forma anatómica> —con martillo y yunque—, diserta larga- mente Athanasius Kircher. Para el neoplatónico Boecio, teórico de la música (s. V d. C.), la <musica instrumentalis> terrenal es sólo un reflejo de la <musica mundana>, la música de las esferas celestes, representada aquí por la esfera central. Ésta es, a su vez, un eco lejano de la música divina de los nueve coros de ángeles”.

Athanasius Kircher. Musurgia Universalis, Roma, 1650. “Pitágoras señala la forja que le inspiró su teoría. Los herreros martillean el metal en el interior de una oreja, sobre cuya —con martillo y yunque—, diserta larga- mente Athanasius Kircher. Para el neoplatónico Boecio, teórico de la música (s. V d. C.), la terrenal es sólo un reflejo de la , la música de las esferas celestes, representada aquí por la esfera central. Ésta es, a su vez, un eco lejano de la música divina de los nueve coros de ángeles”.

Tratar las interacciones de la música con las ciencias y las tecnologías es tema extenso el cual inicia desde tiempos remotos, sería imposible en este espacio agotar sus implicaciones; así que abordaré una selección de puntos que considero interesantes, tratando de explicar, de manera accesible a todo público, algunos términos que pudieran no ser familiares al lector no especializado.

El sonido y su complemento, el silencio, son la materia esencial de la música. Es sorprendente que todas las culturas del planeta hayan descubierto este arte, que, al enfrentarse con la manipulación del sonido, inventaran múltiples formas de organizarlo, creando un sinnúmero de escalas, concepciones rítmicas, formas y géneros musicales, entre otros elementos. Todo este desarrollo en interacción con las ciencias exactas, naturales, sociales y humanidades.

Simultáneo a esto, desde el instrumento humano primigenio, el cuerpo humano, capaz de producir sonidos vocales y corporales, por imitación o extensión, se crearon los instrumentos musicales, que, como toda fuente sonora, para producir sonidos requieren dos elementos: un cuerpo elástico vibrante y un resonador que amplifica su vibración. Además, para que el fenómeno sonoro se complete, es necesario un medio transmisor (gaseoso, líquido y sólido) y un receptor capaz de escucharlo (el oído).

Así, los instrumentos se clasificaron en familias: cordófonos, aerófonos, idiófonos, membranófonos y electrófonos. Encontraremos en la mayoría de las culturas instrumentos que parten de similares principios de producción del sonido, por ejemplo, instrumentos de cuerda punteada, frotada o percutida; cuerdas de tripas de animales, metálicas y materiales sintéticos, entre otras; asimismo, resonadores de distintos materiales, tamaños y formas. Aerófonos de tubos abiertos o cerrados y variadas boquillas; es decir, cuerpos elásticos vibrantes como bisel, lengüeta simple o doble y boquilla circular. De igual modo el empleo de múltiples materiales tanto para el cuerpo vibrante como para el resonador: calabazos, cerámica, madera, metal, huesos, cuernos, colmillos y pieles de animales, cañas, hojas de plantas, escamas de peces, vidrio y materiales sintéticos, entre otros.

Tanto en el devenir del tiempo como en la geografía mundial, los sistemas de producción de sonido en los instrumentos musicales son similares; así el suona de China, el shehnai de India, el mizmar de Túnez o el shawn y el rackett europeos, tienen el mismo principio: boquilla de caña doble. Aunque de timbre emparentado, en su sonido encontramos sutiles diferencias; además de lo mencionado en lo físico, agregamos las escalas musicales en que están afinados, la manera de interpretar la música en ellos y un sinnúmero de connotaciones simbólicas, culturales y conceptuales que los acompañan.

El evolución del shawn y el rackett (ambos de posibilidades limitadas para las músicas de tiempos posteriores) permitieron la aparición de nuevos instrumentos con más posibilidades sonoras y expresivas como son familia de oboes y fagotes.

Entre los aerófonos se distingue un instrumento maya de origen prehispánico, el llamado clarinete maya, su manera de producción de sonido es único en el mundo, emplea un sistema de cámaras globulares por donde el aire circula, al insuflar se generan corrientes que en un punto se encuentran, en éste se produce el sonido. No existe otra cultura que haya empleado sistema similar. Para idear este instrumento se requiere amplios conocimientos de acústica y una técnica muy sofisticada en su manufactura; las cámaras citadas quedan en su interior, por ello es sumamente complicada su fabricación. Me parece no adecuado el nombre que le dieron los investigadores a este instrumento, su sistema de producción de sonido no tiene relación alguna con los clarinetes.

A lo largo de la historia, inicialmente de manera empírica y posteriormente descubriendo las leyes de la física que rigen el sonido, músicos, constructores de instrumentos musicales y científicos han contribuido al desarrollo de la música y de la acústica.

Se le atribuye a Pitágoras algunas aportaciones que sentaron los fundamentos de la música europea, entre ellas: el estudio de los intervalos sonoros, los armónicos (sonidos secundarios que acompañan a uno principal) y las proporciones áureas. De los intervalos se han desarrollado las escalas musicales; de los armónicos, la armonía y de la sección áurea, ciertas estructuras y formas musicales.

La armonía es una materia de la música que estudia la relación entre los sonidos producidos simultáneamente, ellos forman acordes, integrados por voces agudas, medias y graves; asimismo estudia la manera en que los acordes se entrelazan. La armonía en Europa surge de un sistema musical llamado Tonal, en él se establecen acordes principales y secundarios organizados en orden jerárquico. Al acorde en la cima de la pirámide se le nombra Tónica, todo gira en torno a ella, en complicidad, en el siguiente escalón, dos acordes hacen la función complementaria: tensión – distensión, disonancia – consonancia, movimiento – reposo. Pareciera que dicho sistema es una forma de representación de cómo se concebía en ese momento histórico el orden de las cosas, estrechamente relacionado a cómo la ciencia, la filosofía y la religión explicaban los fenómenos naturales y sobrenaturales, así mismo asociado a la estructura social. El planeta Tierra al centro del Universo, la humanidad al centro de la vida, los castillos al centro de las ciudades y los poderes de la monarquía al centro de la política, la economía y la sociedad.

La música, como las demás artes, en sus múltiples y particulares métodos, lenguajes y formas, crea maneras de explicar y representar en códigos estéticos la realidad. Así, un artista en su proceso creativo va dando forma a su obra, procura un desarrollo orgánico, como un ser vivo, busca el equilibrio y proporción entre sus partes, el discurso coherente y fluido. Traza curvas dinámicas hasta llegar a un clímax, para luego descender al estado de reposo, tal como en ciertos procesos de la naturaleza. Transita de la unidad a la diversidad, del micro al macrocosmos. El compositor crea músicas que respiran, se desplazan de un lugar a otro y nos llevan con ellas. Si analizamos la extensión de las melodías, los temas, secciones o partes de una obra musical, encontraremos en muchos casos estrechas relaciones con estructuras y comportamientos biológicos.

En algunas obras de arte probablemente encontraríamos similitudes con la morfogénesis de Alan Turing o la autoorganización de Bóris Beloúsov o la retroalimentación de Benoît Mandelbrot. Así como la ciencia estudia los conceptos de orden y caos, el arte los aborda y propone formas de representación.

El sonido, además de estudiarse desde la acústica; puede otorgársele valores culturales y connotaciones simbólicas asociadas a variadas corrientes de pensamiento.

En la música de diversas culturas, encontraremos nexos con prácticas rituales en contextos místico – religiosos. La música como las otras artes, desde sus lenguajes y códigos estéticos, concede al ritual la magia seductora propia del arte, impacta los sentidos del espectador y mueve aspectos sensibles, afectivos y cognitivos, coadyuvando a la construcción de imaginarios individuales y colectivos, usos, costumbres y estructuras identitarias. Asimismo existen representaciones musicales ligadas a concepciones cosmológicas y cosmogónicas. Desde la antigüedad, a la música se le han atribuido poderes curativos, consecuencia de ello, hoy contamos con la musicoterapia, entre otras prácticas.

En una etapa de la Europa medieval, se organizó la educación del clero en torno a las llamadas siete artes liberales, divididas en dos grupos: el trivium formado por gramática, dialéctica y retórica, y el quadrivium integrado por música, astronomía, geometría y aritmética. Es interesante señalar que en ese tiempo se atribuía la connotación de artes a lo que hoy clasificamos como ciencias y a la música la ubicaran en ese grupo. En otras culturas, tiempos y contextos encontraremos a las artes vinculadas a otros órdenes del conocimiento.

Con base en los puntos vistos en este artículo y otros más aún sin abordar, podemos afirmar que la música desde su origen nació hermanada a las ciencias, filosofías y por supuesto a las otras artes.

Espero, pronto podamos entregarles la segunda parte de este artículo.

 

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